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Home Cultura Lito/eral MÍMESIS/La ancianidad, según Emerson

MÍMESIS/La ancianidad, según Emerson

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 Pablo del Ángel Vidal

 
Me gustaría compartir con los lectores de Ventana Sur un texto clásico sobre las virtudes de la vejez: "Ancianidad", notable ensayo del escritor norteamericano Ralph Emerson (1803-1882). Pero "somos enanos en hombros de gigantes", como decían los pensadores medievales, así que no es raro que un texto clásico tenga a su vez un antecedente ilustre: el bostoniano Emerson escribe "Ancianidad" tomando como base el Tratado de Senectute (Senectud) del romano Cicerón.
Desde luego, Emerson no repite a pie juntillas las ideas de Cicerón, sino que las enriquece con la complejidad de la vida en el siglo XIX, para complementar a un romano del  Siglo Uno antes de la Era Común.
Lo primero que llama la atención es el afectuoso respeto con que Emerson se expresa: "Dondequiera que hay fuerza, hay edad. No os dejéis engañar por los surcos y las arrugas. Os aseguro que el niño puede tener mil años".  Se trata de un respeto para la tercera edad que éticamente trasciende el 'factor edad' y que, me temo, en la actualidad no existe con firmeza. Los siglos XX y XXI han hecho de la edad un problema incurable, y de la juventud un valor cultural incuestionable, como si los jóvenes fueran inmunes al error. Craso error que no ayuda a madurar a la juventud. No quiero negar las cualidades de los jóvenes, que son muchas y diversas, pero en este contexto habrá que recordar las palabras del novelista James Crumley (1978): "La juventud lo aguanta casi todo: reyes bíblicos, poesía, amor... Todo excepto el tiempo".    
Note de nuevo el lector, el afectuoso respeto de Emerson: "La esencia de la edad es la inteligencia. Dondequiera que ésta aparece la llamamos edad provecta". Curiosa palabra: 'provecta', que hemos perdido en nuestro vocabulario contemporáneo. Significa un grado razonable de madurez para conducirse en la vida. Por ello, creo que hay personas que nunca alcanzan la 'edad provecta' señalada por Emerson, y que siguen siendo adolescentes a sus 40 o 50 años de vida. A cada quien su discernimiento: "El que puede discernir es el padre de su padre".
Ahora bien, Emerson no se engaña con respecto a los estragos del tiempo en los adultos de la tercera edad. Por eso dice: "La edad, como las mujeres, requiere finos adornos".  Sin embargo, señala un punto central para valorar  la capacidad y atractivo de un ser humano: "No contamos los años de una persona hasta que ella no tenga nada más que contar".  Aquí hay un sentido de agudeza para vivir que, de nuevo, trasciende el tiempo: la inteligencia tiene que mostrarse y ponerse en movimiento, o no será inteligencia. 
De cualquier modo, en términos generales una vida larga tiene mayor oportunidad de expresar la inteligencia. Emerson ofrece ejemplos de ancianos ilustres, que son orgullo cultural de sus pueblos: Arquímedes de Siracusa ("que con su ciencia valía él más que toda su nación"), Miguel Ángel ("adornado con las cuatro coronas de las bellas artes, arquitectura, escultura, pintura y poesía"), Galileo ("los ojos que vieron más que todos los que le precedieron, y que han abierto los ojos de todos los que le seguirán"), Newton ("que hizo un descubrimiento por cada uno de sus ochenta y cinco años"), Bacon ("el cual dominó todos los conocimientos"), Goethe ("el poeta que todo lo sabía") y Humboldt ("la enciclopedia de la ciencia").
En cuanto a los particulares beneficios de la vejez, Emerson señala cuatro que citaré y comentaré brevemente: 
1.- "El principal peligro de la vida está vencido al superar las ocasiones del miedo". Es decir: superar el miedo a la muerte, o por lo menos encontrar la serenidad para mirarla de frente, a través de las pruebas superadas.  
2.- "Un éxito más o menos nada significa". Es decir: adiós a la vanidad.
3.- "Con los años se ha encontrado el medio de plasmar ideas". Es decir: se afina la capacidad expresiva del ser humano.  
4.- "La ancianidad pone su casa en orden, termina sus obras, lo cual constituye el supremo placer de todo artista". Es decir: hay mayor disciplina y perseverancia en las realizaciones humanas.              
Emerson sabía que "América es el país de los jóvenes" y no se hacía ilusiones sobre el trato respetuoso a los ancianos: "No cabe duda de que el tiempo es el escenario y el lugar de la ilusión. Nada hay tan dúctil y elástico". Sin embargo, su último consejo es para todas las edades y depende de nuestro corazón: "He oído decir que mientras se puede amar no es uno viejo".
 
 

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