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MÍMESIS/Los libros y el futuro de la lectura

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 Pablo del Ángel Vidal

1. Puede ser que los libros, como objetos materiales, desaparezcan con el correr del tiempo. Los árboles lo agradecerán. También, la conciencia ecológica del hombre padecería menos remordimientos.
Si los libros desaparecen ante el cúmulo de nuevas tecnologías, como lo plantean algunos especialistas, la pregunta es la siguiente: ¿la gente dejará de leer? La respuesta es contundente: no. Me explicaré a continuación.
La mayoría de las personas lee de diversas maneras, en distintos momentos y circunstancias. No se leen libros en la mayoría de los casos, eso que ni qué. Pero el fenómeno de la lectura es multidimensional. Se lee para subirse al autobús correcto, para revisar la lista del supermercado, para recibir o enviar un mensaje por el celular, para chatear y twittear, para encontrar la calle exacta y el negocio que nos recomendaron. En fin, la lectura es un acto cotidiano que cualquier persona alfabetizada realiza en automático, sin complicarse la vida y con un grado de utilidad variable.
Entonces, lo que está en riesgo –con la eventual desaparición del libro- es la lectura académica y la lectura estética. Ahí sí dolerá la desaparición del libro. Por lectura académica se entiende la asimilación profunda de ideas en un campo específico del saber; por lectura estética se entiende la asimilación placentera de ficciones que producen un aprendizaje existencial. Tanto para lo académico y lo estético, los libros son esenciales. Por supuesto, ya hay formatos electrónicos que sustituyen la 'normal' lectura de libros, pero el grado de concentración y disfrute no es el mismo. Leer en pantalla simplemente no es lo mismo que leer las hojas impresas. Esto puede cambiar en el futuro, lo que significaría la supervivencia del libro. Mientras tanto, los libros siguen siendo el instrumento clave de la cultura humana. También esto pudiera cambiar.   
2. Los formatos electrónicos de lectura están marcados por la brevedad. No hay un tiempo largo de concentración (en juego), sino un tiempo corto de 'zapeo'. Se lee de forma electrónica brincando de un link a otro, casi como el zapping televisivo de cambio de canales. Esto implica una diferencia fundamental con  el libro impreso. No hay reflexión y destilación, sino vértigo y proliferación indiscriminada de contenidos. 
En este sentido, los formatos electrónicos reflejan una mutación cultural que  cambiará cualitativamente el proceso de lectura. Las nuevas generaciones podrán leer incluso más que sus ancestros, pero nada garantiza la capacidad de asimilación de datos e ideas, ni su sistematización. 
¿Pero esto no sucedía ya con el libro?, es decir, ¿quiénes podían ordenar y recuperar sus lecturas impresas?, ¿todos, algunos, pocos? Más bien, pocos. Lo cual permite deslizar una idea interesante: la desigualdad en el pensamiento reflexivo no es producto de las nuevas tecnologías, sino de la gestión del conocimiento de los sujetos alfabetizados. Autogestión que, plantea el maestro Umberto Eco,  no es democrática ni mayoritaria, sino selectiva, darwiniana, capitalista. 
En suma: el ancho universo de la lectura digital no hará sino reflejar las desigualdades ya existentes de la galaxia Gutenberg en materia de gestión del conocimiento.                  
3. Más allá de los formatos, el libro prevalecerá porque prevalecerá el alfabeto, plantean especialistas de diferentes latitudes. El alfabeto atraviesa las páginas virtuales de Internet, lo mismo que el Face Book y el Twitter. Sin alfabeto no hay cultura humana. Es así de simple.
En cuanto a la lectura de libros en su sentido tradicional, no podemos lamentar la pérdida de lo que quizás no hemos tenido nunca con un sentido mayoritario y responsable.
El futuro de los libros, pues, no es el futuro de la lectura. Triste es decirlo, para quienes gustamos del anacronismo libresco, pero es así. De la misma manera que no todo el conocimiento –en la actualidad- tiene un soporte verbal. Mucho de lo que procesan culturalmente los jóvenes lo obtienen vía cine y vídeo. La cultural de la imagen -el 'alfabeto visual'- es ya una forma potente de conocimiento y tal vez mucho más atractiva que el libro para las nuevas generaciones. Existe ahí otra mutación cultural sobre la que no se ha reflexionado lo suficiente. En otra entrega para Ventana Sur, me gustaría abordar este elemento crucial de la cultura contemporánea.
 
 

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