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Home Cultura Lito/eral MÍMESIS/ Gutenberg vive: lectura analítica

MÍMESIS/ Gutenberg vive: lectura analítica

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 Pablo del Ángel Vidal

En alguna ocasión, el crítico literario Kenneth Burke definió la lectura como "un diálogo en silencio con la humanidad". La definición es admirable por la naturaleza compartida del saber, aunque hay otra formulación menos idílica que me interesa más: "la lectura es el arte de la memoria y de la soledad confrontadas con nuestra mortalidad". Esta es la definición de lectura según  Harold Bloom. En esta formulación no hay condicionantes sociales, sino el individuo enfrentado a su propia cognición. Solitaria cognición.
He ahí el reto de cualquier lectura: la confrontación con uno mismo. No sólo un diálogo con la humanidad (los autores que leemos y la vida que reflejan con sus historias), sino un combate intelectual en la más exquisita interioridad (el lector como crítico de sí mismo).       
En la entrega anterior de Mímesis abordé la lectura de comprensión. Ahora voy a referirme a la lectura analítica, que resulta un escalón más alto en la cognición humana. 
La lectura analítica se define como un proceso dialéctico de asimilación y reflexión de textos, a través de la descomposición de sus partes para su observación a detalle, con miras a la correlación de ideas y comparaciones pertinentes, basado en  conceptos académicos y enfoques teóricos.       
Desglosaré los elementos de la definición de lectura analítica.
“Proceso dialéctico de asimilación”. Aquí se perfila un ir y venir, constante, del texto hacia la comprensión, y de la comprensión hacia el texto. Se trata de una construcción intelectual dinámica que permite la revisión progresiva del texto.      
“Proceso dialéctico de reflexión”. Aquí se perfila el crecimiento de la reflexión a partir de la comprensión/asimilación. Una posible regla para entender este proceso sería: ’a mayor comprensión del texto, mayor posibilidad de reflexionar en torno a éste con provecho’. Cabe remarcar que aquí, como en el punto anterior, no hay unidireccionalidad del texto hacia el lector o del lector hacia el texto, sino bidireccionalidad como proceso recíproco para la comprensión de la historia y su significado.
“A través de la descomposición de sus partes”.  Aquí se perfila que el texto es un todo dividido en partes, y que para conocer mejor el todo tenemos que descomponer ese todo en partes. Lección analítica por excelencia, donde cada elemento arroja luz sobre la intención global de una historia. Hay que aislar elementos para comprenderlos mejor, aunque luego tenemos que unir el todo para llegar a una comprensión y reflexión mayores. Precisamente, en su etimología griega, la palabra análisis significa “descomponer en partes” un fenómeno, es decir: segmentar la observación para ser más precisos.   
“Para su observación a detalle”. Aquí se perfila una distinción crucial entre observación a secas –superficial, distraída- y observación con detalle. No mirar por mirar, no leer por leer, sino leer con los sentidos funcionando, y entonces mirar lo esencial. La observación con detalle lleva implícita un proceso de subrayado con anotaciones en el texto, o incluso apuntes por separado en soportes materiales. ¿Y qué es un detalle? Un aspecto significativo que resalta como parte sustancial de la serie de elementos que integran un todo. Así pues, con respecto a los detalles hay dos vías de selección: a) por un lado el texto ‘presenta’ o ‘exhibe’ elementos más significativos que otros, y b) por otro lado el lector ‘encuentra’ ciertos elementos significativos para él, que no son necesariamente los que otro lector pudiera considerar significativos. Hay mayor polémica, por supuesto, en la segunda vía, dada la subjetividad en juego: los lectores de un texto no siempre son fieles a la intención de la obra.
“Con miras a la correlación de ideas y comparaciones pertinentes”.  Aquí se perfilan las ideas analíticas en conjunto, a través de la formación cultural del lector y su habilidad para leer entre líneas ("lo que el texto no dice explícitamente, pero sugiere o entraña lógicamente", según Umberto Eco). Advertencia: no toda relación entre ideas resulta viable en los términos del texto leído; no todo lo que el lector trae desde fuera (con su formación cultural) hacia el texto resulta una combinación coherente. De cualquier manera, en la lectura analítica estas correlaciones se postulan por fuera del texto y se tratan de verificar dentro del texto. También, las comparaciones se intentan entre diversos textos, entre personajes con función narrativa similar, entre ideas con temática común, entre significados que apuntan a un mismo problema. Con todo ello, se arroja más luz a nuestro conocimiento del texto. La regla aquí sería: a mayor contexto cultural del lector, mayor posibilidad de manejar correlaciones y comparaciones pertinentes.
“Basado en conceptos académicos y enfoques teóricos”. Aquí se perfila la necesidad de conocer y manejar conceptos formalizados para el desarrollo de la lectura analítica. Por ejemplo, en la lectura de una novela podríamos aplicar los conceptos teóricos de arquetipo según Carl Jung: "aquél que encarna idealmente los sueños y deseos de un pueblo". O personaje típico, según Aristóteles: "aquél que tiene profundidad psicológica y muestra una evolución de su carácter a través de las decisiones que toma a lo largo de una obra". O estereotipo, según Roland Barthes: "aquél que resulta gastado, repetitivo y superficial, y que no aprende de lo que le sucede en la historia". ¿Para qué aplicar estos conceptos sobre personajes? Para determinar la naturaleza y profundidad cultural de los personajes del relato que estamos leyendo.
Otros conceptos que pueden aplicarse (y aquí hablo también de un enfoque teórico) son los roles actanciales del francés A.J. Greimas, que postulan que en cualquier relato existen sujetos que se oponen entre sí porque desean lo mismo. Entre el héroe y el villano existe un punto en común: lo que quieren obtener (un reino, una princesa, un anillo mágico, un millón de dólares, una empresa). Para lograrlo, héroe y villano tienen ayudantes (coadyuvantes, según el término greimasiano) que aparecen en el relato gradualmente. Pues bien, casi cualquier historia literaria puede esquematizarse bajo los roles actanciales de Greimas.
Por cierto: cada disciplina (Derecho, Pedagogía, Economía, Ingeniería) podría tener elementos teóricos para razonar en torno a la lectura de textos de dicha disciplina, lo mismo que para efectuar cierto tipo de análisis. La pregunta es: ¿los conocemos?
Los conceptos académicos y los enfoques teóricos ayudan a descifrar los textos. Advertencia: hay que utilizarlos con flexibilidad, sin dogmatismo, entendiendo que 1) las teorías llegan después de las obras literarias; 2) los modelos teóricos que usamos no son ni los únicos ni los mejores. No basta nuestra lectura analítica: siempre habrá, felizmente, otras miradas.
                                                 
 
 

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