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Home Escala Crítica El PRI cuesta arriba y contra el tiempo; debe apresurar acuerdos y reorganizarse

El PRI cuesta arriba y contra el tiempo; debe apresurar acuerdos y reorganizarse

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 Escala Crítica/Columna diaria

*Un continuado desgaste desde finales de los años ochenta
*Derrota del 2012 y la disidencia; PVEM, de aliado a competidor
*Las complejas y cambiantes condiciones para ganar votantes
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
DOS REUNIONES tuvieron los priistas de Tabasco recientemente que llamaron la atención de los medios. Esa pudo haber sido la intención de los organizadores: obtener algunos reflectores que diluyeran la percepción de un partido disperso y confrontado. Desde la derrota del 2012, por lo menos en la entidad, los militantes del tricolor parecieran estar sin brújula. Si esto sucede en la cúpula, ya puede usted imaginar la circunstancia en sus bases; el proceso de dejar de ser un partido en el poder pone a prueba lo que llamaríamos el espíritu de cuerpo.
Es cierto que a un partido como el PRI no hay que darlo por muerto. Sigue siendo competitivo pero ya no en el nivel avasallador de otros tiempos. En Tabasco sus raíces asentadas en el voto rural se debilitaron por dos motivos, entre muchos otros: la creciente urbanización y el surgimiento de opciones partidistas con eficacia electoral. 
 
DISPERSOS, 
HEMOS documentado en estas columnas cómo la derrota del PRI en la disputa  por la gubernatura en Tabasco no fue casual ni sorpresiva. Por lo menos desde el año 2000 ese partido ya tenía registro de una cerrada competencia con la oposición encabezada por el PRD. Recordemos que ese año, cuando fueron anuladas las elecciones, la diferencia a favor del tricolor fueron apenas unos ocho mil votos. A nivel federal, en la disputa por la Presidencia, el tricolor había sido derrotado en Tabasco en 2006, como volvió a ocurrir en el 2012.
Las consecuencias que para el PRI tuvo la derrota del 2012 pudimos observarlas en el 2015. De las nueve presidencias municipales que ese partido tenía como resultado de las elecciones del 2009, tres años después –en el 2012- logró contabilizar apenas siete junto a la pérdida de la gubernatura, pero en las intermedias del 2015 apenas se quedó con ¡cuatro municipios!
Una caída similar registró en las diputaciones. Pero también ocurrió un fenómeno que seguramente es objeto de análisis en ese partido: su tradicional aliado el Partido Verde se convirtió en su principal desafío en el 2015. Encabezado por Federico Madrazo –hijo de un ex gobernador, ex candidato a la Presidencia y ex dirigente local y nacional-, los verde ecologistas se nutrieron de las disidencias del PRI para lograr dos alcaldías y cinco diputaciones. Un procedimiento parecido al de Chiapas donde por la vía del “sacrificio” tricolor el PVEM llegó a la gubernatura.
¿Qué significa todo esto? Que el partido durante más de ochenta años en el poder enfrenta ahora una situación totalmente distinta a la que acostumbró la llamada “clase política”, que prácticamente sólo tenía que repartir el poder y la esperanza, entre quienes Salomón Azar, delegado nacional de ese partido, calificó de “actores políticos relevantes” como los reunidos recientemente a instancias de “enlace presidencial” José Reyes Baeza.
 
LAS MUCHAS ALIANZAS
 
CIERTO, debe existir un acuerdo básico entre los representantes de grupos, ex gobernadores, corrientes y personajes influyentes –mucho de los cuales buscarán cargos en el 2018-, pero también el tricolor tiene que apresurarse a restablecer su tejido partidista. Esto en condiciones en las que, como lo han reconocido los propios priistas, tienen no sólo un partido desgastado sino un presidente Enrique Peña Nieto en condiciones históricas de impopularidad.
Por si fuera poco, la homologación de las elecciones restó a los partidos –en especial al PRI- de una carta de negociación con los aspirantes por el tiempo que transcurría entre los procesos federal y estatal.
Lo sucedido en el Estado de México tiene que ser la medida del tamaño del reto que enfrentará el tricolor: ni con la mayor inversión electoral de que se tenga memoria para un estado, y con toda la maquinaria federal colaborando con Alfredo del Mazo, logró evitar la pérdida de un millón de votos entre 2011 y 2017. Recordemos además que el año próximo no sólo se disputará la Presidencia sino habrá elecciones locales en 30 entidades, entre ellas Tabasco, pero también la estratégica Ciudad de México.
La primera, pero no la única, alianza de los partidos tiene que ser a su interior, con corrientes, grupos, liderazgos, etcétera; luego sigue la construcción de una alianza con sus bases y posteriormente las externas. Es lo que le espera al PRI. Pero también depende de las decisiones y reacomodos en el CEN que encabeza Enrique Ochoa, enfrentado a la crítica de la vieja guardia.  
 
AL MARGEN
ENTRE los aspirantes a la Presidencia, destaca Andrés Manuel López Obrador no sólo por su continuada campaña desde 2006 –iniciada unos años antes-, sino también por ser el que más libros ha publicado. Lleva 16 incluyendo el más reciente titulado “Oye Trump”, donde refiere sus recientes visitas a Estados Unidos que abarcó ocho ciudades. Un recorrido que, por cierto, fue muy discutido al interior de Morena por los riesgos que implicaba para el aspirante presidencial.
 El primer libro que AMLO dio a la publicación fue “Los primeros pasos, Tabasco 1810-1867”, editado por la UJAT en 1986. La mayor parte de sus obras son testimonio de su actividad política, así como sus propuestas de gobierno; una de sus publicaciones “El poder en el trópico”, es un compendio de cuatro libros sobre la historia y la política de Tabasco. Actualmente varios aspirantes adoptaron el método del morenista.  ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )
 
 

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