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Home Escala Crítica Tláhuac y el Paso Exprés, dos casos modelo: la impunidad y la política

Tláhuac y el Paso Exprés, dos casos modelo: la impunidad y la política

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 Escala Crítica/Columna diaria

* Ruiz Esparza (SCT), negligencia, corrupción y muerte
* CdMx, la silenciosa (y licenciosa) invasión del narco
* Incapacidad para reconocer errores: otro vicio nacional
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
PRIMERO un poco de historia, para proyectar una metáfora inquietante sobre el México actual. En julio de 1995, Porfirio Muñoz Ledo (en ese entonces perredista) acuñó una frase demoledora: “En México hemos matado a los tres poderes”. Se refería a tres asesinatos que, en un corto espacio de tiempo, cobraron rango simbólico de la crisis política del sistema: Luis Donaldo Colosio, malogrado candidato presidencial del PRI (marzo del 94), José Francisco Ruiz Massieu (septiembre de 1994), designado coordinador de la bancada priísta, y Abraham Polo Uzcanga, Magistrado del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal (junio de 1995). 
Políticos de renombre cuestionaron a Muñoz Ledo por el tremendismo de su frase. No lo bajaron de agorero del desastre. Los hechos cuadraban con la interpretación: Colosio, Ruiz Massieu y Polo Uzcanga fueron asesinados a tiros. Los tres tenían visibilidad pública pertinente. Sobre los tres, hubo investigaciones judiciales desaliñadas e insatisfactorias. 
Ahora, en el mismo sentido simbólico, tomamos dos hechos recientes: lo ocurrido en la Delegación Tláhuac de la Ciudad de México y  el llamado “socavón” del Paso Exprés a Cuernavaca, como metáfora de la impunidad política y la inoperancia de ocultar problemas que al final estallan en cadena nacional. Un agujero en la realidad.
   
POLOS OPUESTOS, SE ATRAEN 
EN TLÁHUAC, con población de 360 mil habitantes, funge como autoridad el morenista Rigoberto Salgado, quien el 20 de julio no recibió información de un operativo realizado por la Marina y la Armada para aprehender a Felipe de Jesús, El Ojos, presunto líder del Cártel Tláhuac-Chalco. Hubo 20 detenidos y 8 muertos, entre ellos El Ojos. Como operativo quirúrgico dejó mucho qué desear. El argumento para no avisar al delegado fue que “puede estar coludido con el crimen organizado”. Esto parece probable, pero no un hecho comprobado. Sin embargo, como un hecho lo tomaron otras fuerzas políticas para lanzarse contra Morena y López Obrador, en reincidencia temática  rumbo al 2018 presidencial. 
Tláhuac tiene una historia previa (2004) de linchamiento a tres policías que, encubiertos, trataban de encontrar pistas sobre narcodelincuentes y Salgado era el responsable de seguridad pública en la demarcación. La población, encrespada por el sigilo de los oficiales, armó una Fuenteovejuna (dos muertos, un herido grave) y desde ahí vienen los señalamientos de zona narco. En Tláhuac han chocado ya las trayectorias presidenciables de Miguel Mancera y AMLO. 
Una investigación sobre Rigoberto Salgado sigue y su futuro pende de una tablita. López Obrador se queja otra vez de la mafia del poder, en discurso previsible. Se asumen errores hasta cierto nivel, pero el plumaje del gallo busca librarla. Tláhuac es un mar de señalamientos. La Marina y la Armada hacen su trabajo, aunque la agenda de Tláhuac fue mediática: video y fotos se distribuyeron a granel.   
La indagación sobre nexos entre política y crimen organizado tiene que realizarse. Se equivoca Morena cuando achaca un crecimiento delincuencial que lleva 13 años (por lo menos) a querellas políticas. La omisión es complacencia. También, omisión es no reconocer situaciones sociales críticas.
El funcionamiento del narco y su base social en la CdMx es un asunto de moral pública y merece luces públicas.  
HOYO EN SÚPER CARRETERA
El 12 de julio dos personas murieron asfixiadas en un hoyo (socavón) de 5 metros de profundidad, en el kilómetro 93 del llamado Paso Exprés  México-Cuernavaca. Su coche se hundió en una carretera publicitada como una gran obra, inaugurada apenas el 31 de marzo de este año por el presidente Enrique Peña y su secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza. La familia de los fallecidos rechazó la millonaria indemnización del gobierno federal. 
Fue una exhibición portentosa de incompetencias: 1) la obra elevó su costo al doble, de mil a 2 mil millones de pesos; 2) los vecinos alertaron, desde abril, de problemas estructurales del asfalto y de un muro, por filtración de agua; 3) las dos personas fallecidas estuvieron 2 horas con vida, tiempo suficiente para recibir una ayuda que no tuvieron oportunamente; 4) las versiones de la SCT sobre el hecho fueron 5, todas contradictorias, y una de ellas terriblemente insensible: en un comunicado se dijo que “el vehículo pudo ser rescatado”. Después, el silencio oficial que se acostumbra en casos límites que estallan ante la opinión pública.
Peña no gusta de renunciar a funcionarios incompetentes, pero esto rebasa cualquier parámetro. El intocable Ruiz Esparza en el Socavón resulta buen complemento para Tláhuac. La impunidad como sistema y la incapacidad de reconocer errores, de parte y parte. Los grupos que se pelean políticamente el país, se olvidan del país. El símbolo no es extraño: es recurrente. De ahí la desazón de muchos y la lección refractaria al cambio. 
 
AL MARGEN
DOS RELEVOS recientes son sin duda motivo de reflexión. La intempestiva salida del delegado de la Conagua, el veracruzano Iván Hillman Chapoy, ex asesor de Javier Duarte. Su breve permanencia en el cargo pone en duda la importancia que para la Federación tienen las cuestiones hidrológicas de Tabasco.
El otro relevo es el de Juan Carlos Vallejo por Jorge Sánchez Castellanos en la segunda posición de mando de la Secretaría de Seguridad Pública.
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