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Home Cultura Lito/eral Mimesis/Contar historias: contar al otro II

Mimesis/Contar historias: contar al otro II

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 Pablo del Ángel Vidal/Segunda Parte

 
Leer y escribir: placer, no rutina
 
Continuamos con nuestro acercamiento a la lectura como parte indispensable de la escritura. Si escribir cansa, como decía Jorge Ibargüengoitia, leer aburre. ¿Qué hacer cuando presentimos en la lectura una tarea pesada? Esto es algo que nuestros estudiantes universitarios enfrentan todos los días: el dilema entre la obligación y la aburrición. Una de las mayores fallas del actual sistema educativo en México es el olvido de la diversión a la hora de leer textos o crearlos. 
La diversión, aclaro, no significa perder seriedad a la hora de abordar contenidos académicos. El escritor inglés Gilbert K. Chesterton, decía que “lo divertido no está reñido con lo serio, sino con lo aburrido”. En este sentido, la búsqueda de diversión no quiere decir ausencia de seriedad. 
Se puede ser divertido y serio a la vez.
Leer y escribir, más allá de las fatigas, son procesos ineludibles en el ámbito académico, donde ahora estamos, ustedes que leen y yo que escribo. Quien no lee y quien no escribe corre el riesgo –como la bíblica mujer de Lot- de convertirse en estatua de sal.
Disculpen la reiteración, poco elegante, de tono fatal.
Este sonsonete, hipotéticos lectores jóvenes, ya lo han escuchado en otras partes: ‘tienen que leer, tienen que escribir mucho’. Lo que cambia en esta ocasión, además del entorno cultural que nos une (Lito/eral), es el tipo de acercamiento que se sugiere hacia la lectura y la escritura: el placer va primero, y la obligación (sin descartarla) después. Por lo menos, ésa es mi intención siempre que me enfrento a un texto científico, literario y periodístico. Quisiera entonces que, sin imposiciones formales, se reflexionara sobre el placer de la lectura, o mejor: compartir el conocimiento a través del placer. 
Roland Barthes, pensador francés, lo diría así: “Un poco de prudente saber y el máximo posible de sabor”. Saber y sabor: la combinación que debe interesarnos en el proceso de contar historias. Acaso de este modo muchas de nuestras metodologías dejarán de ser dogmáticas. Porque ya lo dijo otro francés, René Girard: “Las metodologías dogmáticas nunca descubrirán nada nuevo”.
Leer y escribir no pueden concebirse por separado: forman parte de un proceso de apropiación de elementos académicos que nos ayudarán a encontrar nuestra voz, nuestro estilo: en la academia, la literatura o el periodismo. 
A los procesos de lectura y escritura quiero añadir dos elementos más, imprescindibles para la literatura y el periodismo: investigar y seleccionar. De hecho, la secuencia ideal es la siguiente: investigar, leer, seleccionar, escribir. Prácticamente, no hay investigación sin lectura, y no hay escritura sin una selección de los elementos que consideramos valiosos. Hay otras combinaciones. 
Por el momento, retornemos a lo básico: leer y escribir deben surgir del placer, no de la obligación; también recordemos que leer y escribir son vasos comunicantes: quien lee mucho, tarde o temprano tiene ganas de escribir; quien escribe debe ser un buen lector. Pero no olviden que el placer está en la raíz de esos procesos. Borges, en un ensayo sobre el libro, cita una frase memorable de Michelle de Montaigne: “No hago nada sin alegría”. La lectura es una forma de felicidad, la escritura es una forma de felicidad, plantea Borges en ese ensayo, y nos dice jugando consigo mismo: “Yo sigo jugando a no ser ciego, yo sigo comprando libros, yo sigo llenando mi casa de libros”.
En esa imposible felicidad de Borges, debemos celebrar la oportunidad de nuestros ojos. Continuaremos…
 
 

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