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Home Escala Crítica Golpe de Corral, cartas de Anaya; una carrera de alianzas y deslindes

Golpe de Corral, cartas de Anaya; una carrera de alianzas y deslindes

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 Escala Crítica/Columna diaria

*El papel del presupuesto en la contienda presidencial
*En el PAN, una carrera explosiva del “joven maravilla”
*Una visita con mensaje: Gaudiano recibe el respaldo de Fócil
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
EN LOS TIEMPOS en los que el PRI estaba en proceso de formalizar la designación de su candidato presidencial, entre octubre y noviembre del año pasado, José Antonio Meade Kuribreña tenía la encomienda de negociar el presupuesto de la Federación para el 2018. Comentamos en este espacio que el entonces funcionario tenía en sus manos una poderosa herramienta para su relación con los gobernadores y con los miembros de las diversas dependencias. 
Fue ahora Javier Corral (PAN), mandatario de Chihuahua, quien afirmó con todas sus letras que la Secretaría de Hacienda estaba siendo utilizada para castigar a su administración por las indagatorias sobre un presunto desvío de recursos para campañas electorales.
La información de la denuncia de Corral Jurado coincidió con la visita a Tabasco del precandidato del PAN, y muy pronto del Frente tripartita, Ricardo Anaya. Por supuesto que no sólo José Antonio González, titular de la SHCP, sino hasta el propio Enrique Peña Nieto, rechazaron los señalamientos.
En lo que algunos han calificado como una bomba de tiempo, el reclamo de Corral fue respaldado por académicos, intelectuales, líderes políticos, artistas y activistas sociales. Como le decía en mi colaboración de ayer, el combate a la corrupción se ha convertido en tema central de la contienda electoral.
No es casual que a Corral Jurado lo acompañaran en su denuncia pública personajes como Jacqueline Peschard, presidenta del Comité Ciudadano del Sistema Nacional Anticorrupción; también Marieclaire Acosta, académica defensora de los derechos humanos; Octavio López Presa,  Santiago Nieto Castillo, Denise Dresser, José Antonio Crespo, Clara Jusidman, José Luis Caballero, Jorge G. Castañeda y Cecilia Soto. Así como Agustín Basave, Santiago Creel, Fernando Belaunzarán y Miguel Alonso Raya, entre mucho otros.
Este grupo dará mucho qué decir en las próximas elecciones. Posiblemente a favor de Ricardo Anaya.
 
EXTRAÑO EN EL PARAÍSO
 
CUANDO Ricardo Anaya cumpla 39 años de edad, el próximo 25 de febrero, será ya oficialmente candidato presidencial de un frente tripartita. Con un ascenso vertiginoso en el Partido Acción Nacional (PAN), al que ingresó en el año 2000 –cuando uno de sus adversarios más experimentados, Andrés Manuel López Obrador competía por la Jefatura de Gobierno del DF-, este político nacido en Querétaro fue dejando atrás a sus mentores y padrinos políticos. En especial a Francisco Garrido, ex gobernador de Querétaro, y Gustavo Madero, líder histórico del PAN.
Precisamente Madero Muñoz fue quien le abrió las puertas de la dirigencia de un partido desde donde construyó su candidatura presidencial. En las ausencias de aquél, Anaya Cortés asumía las funciones de presidente de CEN panista en su calidad de secretario general. En 2015, se quedó definitivamente a cargo del Comité Nacional blanquiazul por la renuncia de Madero, quien fue a buscar una diputación.
En agosto de 2015, el queretano ganó una consulta interna para mantenerse en la dirigencia del PAN. Obtuvo el 81 por ciento de los votos, contra sólo el 16 por ciento de Javier Corral Jurado, quien denunció fraude, pero se disciplinó.
Estas quejas contra Anaya se repetirían cuando Margarita Zavala decidió renunciar a su partido. Sin embargo, la ruta trazada por Anaya se cumpliría paso a paso: mientras negociaba una alianza con Alejandra Barrales, del PRD y con Dante Delgado de Movimiento Ciudadano, construía también su propia candidatura a la Presidencia. Se ha  mostrado como un operador eficaz. 
Sin duda que el paso más arriesgado, pero casi necesario, para la nueva dirigencia panista fue la construcción del frente electoral con quienes hasta hace unos años eran considerados “adversarios históricos”. Es cierto que las coaliciones entre el PRD y PAN no son nuevas –se practicaron inclusive cuando López Obrador era dirigente solaztequista-, pero el discurso ha cambiado: de ser una herramienta estratégica para romper el monopolio de partido único (PRI) en el poder de los gobiernos de los estados, se convirtió en instrumento para enfrentar al propio PRI, pero también para frenar a lo que califican como un “caudillismo populista” (Morena). 
La declaratoria de los principios del Frente hace pensar casi en un nuevo partido.
Por supuesto que el salto panista y perredista no es tan simple. Para López Obrador la coalición tripartita (PAN-PRD-MC) confirma su argumento de que hay una alianza de “la mafia del poder” y que sólo falta saber –en ese esquema- cuál es el papel que se le asigna a este bloque desde los intereses neoliberales que actualmente representa el PRI. 
Pero los seguidores de Anaya Cortés han acusado al propio PRI de maniobrar no sólo para hacer fracasar la alianza tripartita, sino sobre todo para dinamitar al PAN desde adentro. Así se interpretó el rompimiento de Felipe Calderón y Margarita Zavala. Lo mismo que otras defecciones –formales o de facto- como las de Ernesto Cordero, Salvador Vega, Roberto Gil y Javier Lozano, más cercanos al priista José Antonio Meade que al candidato panista.
AL MARGEN
FINALMENTE Juan Manuel Fócil Pérez reconoció que Gerardo Gaudiano tiene los mejores resultados en la encuesta para ser abanderado del PRD. Para el equipo de Gaudiano el apoyo de la estructura focilista es fundamental. Se restableció una alianza pactada desde el arranque del proceso, aunque con algunas abolladuras. La visita de Anaya fue oportunidad de un acercamiento con José Antonio de la Vega. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla
 
 

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