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Home Escala Crítica Meade y Juárez, ¿un experimento?; nuevas demandas, vieja guardia

Meade y Juárez, ¿un experimento?; nuevas demandas, vieja guardia

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 Escala Crítica/Columna diaria

*Cambiar al piloto en pleno vuelto, maniobra obligada
*El ex gobernador de Guerrero busca salvar una campaña
*Ante presiones al PRI insisten: Meade llegará a las boletas
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
SORPRESIVO pero necesario, así fue el relevo de Enrique Ochoa Reza al frente de la jefatura nacional del PRI. Sobre el acierto o no de nombrar al viejo priista René Juárez Cisneros hay opiniones encontradas; existe cierta coincidencia en subrayar que podría ser una medida tardía. Faltan menos dos meses para las elecciones y el contexto no es nada favorable. Han tenido que salir a atajar las versiones de una posible declinación de José Antonio Meade en favor de Ricardo Anaya (PAN). 
Un hecho resulta incuestionable: Ochoa Reza no era el dirigente que necesitaba el tricolor en circunstancias de alta competencia y de muy mala percepción del régimen de Enrique Peña Nieto. No sólo eso, los propios priistas reconocen que deben remar contra el rechazo o por lo menos la resistencia ante el electorado. Ocurre con todos los partidos, sostienen; pero es el PRI el que está en el poder…y puede perderlo.
Un dato llama la atención respecto a los tres candidatos a la Presidencia que se ubican en los primeros lugares: tanto Andrés Manuel López Obrador como Ricardo Anaya Cortés, no sólo son los abanderados de sus partidos (Morena y PAN), sino que antes ejercieron la dirigencia nacional de sus respectivos institutos. Cada uno, por supuesto, con características distintas, pero un elemento común es que antes conquistaron los liderazgos internos.
Por el contrario, José Antonio Meade Kuribreña y sus promotores, basaron su estrategia inicial en una diferenciación con el partido que lo postula. Modificaron los estatutos para permitir que un “no militante” pudiera ser candidato, previo a que también un personaje más identificado con la actividad burocrática que con el activismo político –Ochoa Reza- fuera designado presidente del PRI. Según los ideólogos de esta política, el objetivo fue presentar la cara de un partido ciudadanizado, con personas “no contaminadas” del priismo. Esto último, por supuesto que resultó ofensivo para un sector tradicional. 
 
SOMBRAS Y LUCES
 
ESA IDEA idea aún no es asimilada por la vieja guardia tricolor y por los liderazgos o jefaturas del llamado voto duro. Un primer intento de tender puentes fue la designación como coordinadores regionales a Miguel Ángel Osorio Chong, Manlio Fabio Beltrones, Beatriz Paredes, Mariano González y el propio René Juárez. Resultó insuficiente.
Juárez Cisneros despachaba como coordinador de la campaña de Meade en Tlaxcala, Puebla, Morelos, Guerrero y la ciudad de México. El ex gobernador guerrerense fue en su momento, el encargado de entregar el poder estatal a un vencedor de las elecciones distinto el PRI. Tras una victoria apretada contra el PRD en 1999 (sólo dos puntos de ventaja), seis años después –en el 2005- fue relevado por Zeferino Torreblanca. Ahora tiene la misión de evitar que su partido pierda la Presidencia.
Tanto los aliados como los adversarios comenzaron a hurgar en los nexos políticos de Juárez Cisneros, a quien ubican cercano al expresidente Carlos Salinas de Gortari. Aunque se le coloca en la franja de “los políticos” frente a “los tecnócratas” del PRI, el guerrerense comenzó su carrera (1978) en la Secretaría de Programación y Presupuesto, de donde a partir de 1976 comenzaron a surgir los abanderados del tricolor a la Presidencia; José López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo. Se mantuvo también cerca del otro brazo del antiguo poder: la Secretaría de Gobernación. Su más reciente cargo en el gabinete fue con Miguel Osorio Chong, como subsecretario de octubre del 2016 a enero de este año.
La llegada de Juárez Cisneros a la dirigencia del PRI necesariamente obligará a cambios no sólo en el Comité Ejecutivo de ese partido, donde presuntamente ya renunció la secretaria general Claudia Ruiz Massieu Salinas –hija del guerrerense José Francisco Ruiz Massieu, asesinado en septiembre de 1994 cuando era también secretario general del tricolor-, y se espera que en el más corto tiempo se ajuste el equipo de campaña de Meade Kuribreña. Si no ocurre, por la insistencia de mantener a Aurelio Nuño como coordinador, el control de daños del partido en el poder quedaría nulificado.
Es cierto que en Tabasco el PRI relevó a su dirigente Gustavo de la Torre por Pedro Gutiérrez en pleno proceso electoral, pero el impacto de estos ajustes resultó menor y más bien le permitió al tricolor reforzar al equipo de campaña de Georgina Trujillo Zentella. En esa organización habían ya valorado el desgaste de De la Torre durante la selección de candidatos locales. Por demás está decir que en el propio tricolor tabasqueño se quejaban de una especie de orfandad en que los había dejado no sólo la pérdida de la gubernatura en 2012 sino el poco interés de su Comité Nacional respecto a Tabasco.
AL MARGEN
LO QUE ahora se anuncia con Juárez Cisneros es que hay una profunda crisis en los partidos. No es sólo el caso del PRI, sino de todos los institutos políticos. Hasta el momento han preferido hacer cambios cosméticos, sólo de personas y no de prácticas, como también lo observamos en Morena, PRD y PAN por sólo mencionar a los de mayor presencia. Puede anticiparse que pasadas las elecciones habrá un reajuste de partidos; sólo permanecerán los que sean capaces de renovarse. Y no me refiero al lugar común del relevo generacional –ni juventud ni vejez son garantía o condena-, sino a de la conceptualización y práctica de la política. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )
 
 

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