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Home Escala Crítica Infierno electoral, de Alberto Barranco; democracia, incertidumbre o temor

Infierno electoral, de Alberto Barranco; democracia, incertidumbre o temor

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 Escala Crítica/Columna diaria

*Las sombras largas del proceso electoral presidencial
*Una mirada crítica al “Modelo Edomex” y sus comicios
*Difícil, casi imposible, replicar aquella polémica experiencia
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
HAY INCERTIDUMBRE respeto a las elecciones del próximo primero de julio. Una incógnita que va desde la normal duda en un proceso democrático cuando la competencia civilizada lo decide todo; pero también frente al riesgo de una violencia preelectoral pasando por la posibilidad de una “elección de Estado”, el voto del miedo, el famoso “soltar al tigre”, o los amagos de grupos empresariales del supuesto abismo que nos espera. Hay de todo.
 
La incertidumbre es un elemento central de la democracia: cualquier puede ganar. Bueno, no cualquiera, pero no existe un vencedor seguro, como sí sucedía en el viejo régimen. Me cuentan que Adam Przeworski, profesor de la Universidad de Nueva York, escribió que la democracia es, precisamente, la institucionalización de la incertidumbre política: hay certeza sobre el proceso –organismos electorales sólidos, ciudadanos informados, candidatos sometidos al escrutinio-, pero el resultado incierto.
Esta incertidumbre es muchas veces utilizada por quienes prefieren acudir a los miedos extremos de la población. O catalizar las necesidades.
 
AUTOPSIA DE UN CADÁVER
 
HOY QUISIERA referirme brevemente a un interesante libro publicado por Bernardo Barranco, con el título de “El infierno electoral”. Es una obra en la que seis ex conejeros electorales, una consejera en funciones y un ex titular de la Fiscalía contra delitos electorales (Fepade), escriben sobre lo que a su juicio no debe volver a suceder porque provoca u grave daño a la democracia y al país. Se trata del (mal) ejemplo del proceso electoral del Estado de México en 2017.  
Para los autores, este 2018 hay quienes se empeñan en aplicar ese modelo a escala de la elección presidencial: compra de votos, nombramiento de funcionarios electorales sometidos, violencia rayando en el terrorismo y desvío de recursos púbicos abiertamente, con la participación indebida de funcionarios federales para llevar al poder a Alfredo del Mazo.
Escribió en el prólogo Lorenzo Meyer: “Lo importante de la obra (de Barranco) no es que le vaya a revelar algo que (el lector) no conociera o sospechara. No, su importancia reside en explicar —con el detalle que sólo puede hacerlo quien vivió desde dentro ese proceso— cómo, en qué medida y con qué propósito específico se cargaron los dados en 2017 para confeccionar la victoria del PRI”. 
Prosigue: “Para el ciudadano, conocer los mecanismos del fraude es el primer paso para intentar neutralizarlo y minar lo que aún pueda quedar de la legitimidad del viejo sistema político de elecciones predeterminadas, ésas cuyos cimientos se echaron en el Porfiriato y luego, al concluir la Revolución Mexicana, se modernizaron y consolidaron por la vía de un partido de Estado (el PNR-PRM-PRI) y una Presidencia fuerte pero sin posibilidades de reelección, lo que facilitó lo que nunca pudo hacer el Porfiriato: la renovación de las élites sin cambiar el partido en el poder”.
 
ESTRECHOS Y PELEADOS
 
POR SU PARTE, Eduardo Barranco, explica que su libro “es una radiografía crítica del proceso electoral mexiquense y, al mismo tiempo, una alerta: el mismo grupo que operó las elecciones en aquella entidad maniobra rumbo a las presidenciales de 2018. Es una denuncia a las desmesuras de quienes controlan el aparato de gobierno para trampear a la ciudadanía”.
Advierte asimismo lo que ya conocemos: que “las elecciones en el siglo XXI son cada vez más competidas. Los resultados tienden a ser mucho más estrechos y peleados. Por ello, cualquier irregularidad, por pequeña que sea, resulta determinante en el resultado final”. Tras señalar que estamos lejos de aquel andamiaje electoral que otorgaba certeza, el Instituto Federal Electoral (IFE) ciudadano, encabezado por Woldenberg, Merino y Cantú; no duda en calificar al actual Instituto Nacional Electoral (INE) como “una grotesca caricatura, integrado por consejeros de consigna, militantes con mandato partidario o cooptados, cuyos votos y razonamientos son absolutamente predecibles”. 
Puede estarse de acuerdo o no con los juicios de Meyer, Barranco y los otros siete colaboradores del libro, pero “El infierno electoral” es un valioso testimonio para normar criterios y evitar engaños. Escriben allí el propio Barranco Villafán, quien fue consejero electoral en el Estado de México; también la actual consejera local Karina Vázquez Montoya; los ex consejeros Gabriel Corona Armenta, Vanessa González, Norberto López Ponce; José Núñez Castañea, Eduardo Huchim y el polémico Santiago Nieto Castillo. 
Este último, como usted recordará, fue cesado en octubre pasado como titular de la Fepade “transgredir” el Código de Conducta de la Procuraduría General de la República (PGR), al hacer pública la presunta protección que recibían los involucrados en los sobornos de la firma brasileña Odebrecht. Nieto Castillo participa ahora en la campaña de López Obrador.
Aunque hasta ahora no hay evidencia que en el país se esté aplicando el “Modelo Edomex” para hacer ganar a alguno de los candidatos pro sistema contra el candidato antisistema, revisar lo sucedido en aquella entidad desde la perspectiva de los ex funcionarios electorales resulta útil para lo que vendrá.
AL MARGEN
QUIZÁ sea muy optimista decir que resulta casi imposible replicar el “Modelo Edomex”, pero no tanto por la falta de intención de los actores, sino la complejidad de un país no es lo mismo que una entidad federativa. Después de todo fue mucho dinero para tan exiguos resultados. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )
 
 

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