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Home Escala Crítica Evitar que nos gane el tiempo…y las prisas, un desafío actual

Evitar que nos gane el tiempo…y las prisas, un desafío actual

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 Escala Crítica/Columna diaria

*Contra la tiranía del reloj, en la política como en la vida diaria 
*El acelere puede vaciar de contenido y profundidad las acciones
*La refinería en Tabasco va, dos posibles sedes: Paraíso y Centla
 
Víctor M. Sámano Labastida
¿IMAGINA el lector cuentos para niños resumidos en un minuto? Existen de manera virtual, vía la empresa Amazon, para padres atareados. Adiós a los cuentistas orales: abuelos, tíos, padres, hermanos mayores, adultos parlanchines que hacían de la duración de la historia una forma de suspenso y convivencia creativa. Con este dato escalofriante como impulso inicial (un minuto como límite para el cuento infantil) el periodista inglés Carl Honoré describe en “Elogio de la lentitud” (2005) una devastación cultural a partir de la velocidad dominante en diferentes ámbitos de vida.
Permítame lector ocupar su tiempo en esta reflexión sabatina, a propósito de otra reciente columna en la que abordé las prisas de la política y sus riesgos. Veamos ahora, después de la política, a una vertiente cultural y económica llamada “Globalización virtuosa” contra el “Turbocapitalismo”, promovida por el movimiento Slow (Lento) que en Europa lleva una década de existencia. Dice Honoré: “El movimiento Slow aún está formándose. Carece de sede social y de página web, no tiene dirigente único ni partido político. Muchas personas deciden ir más despacio sin tener conciencia de que su actitud forma parte de una tendencia cultural y no digamos de una cruzada mundial”. Cuestiona a la velocidad como reina de la modernidad. 
En la parte personal, Carl Honoré resulta entrañable: “Quiero ser capaz de leerle un cuento a mi hijo, sin tener un ojo en la página y otro en el reloj. Como la mayoría de la gente, quiero encontrar una manera de vivir mejor, de conseguir un equilibrio entre la rapidez y la lentitud”. 
 
PRISA COMO JAULA MORAL 
 
ESCRIBIÓ el mexicano Juan Villoro: “el siglo XX hizo de la prisa una moral”. El antecedente del elogio de la prisa comenzó en los monasterios medievales, donde los monjes benedictinos se regían por intervalos de tiempo “a fin de apresurarse a pasar de una tarea a otra”. El reloj era un toque de campanas. La tiranía del tiempo se consolidó a través del reloj de la Plaza Pública. El pueblo de Colonia, Alemania, lo instaló en 1370 y en 1374 “la municipalidad aprobó una ley que fijaba el comienzo y el final del horario laboral de los trabajadores y limitaba la pausa para el almuerzo a una hora, y no más. (…) En 1391 la ciudad impuso el toque de queda a las nueve de la noche a los visitantes forasteros”. Juzga Honoré: “el tiempo del reloj estaba ganando el pulso al tiempo natural”. 
Esta mentalidad regida por la tiranía del reloj encuentra su apogeo en el capitalismo industrial del siglo XIX que incrementa la velocidad de vida para acelerar las ganancias. Había que vender más barato que los rivales. Sucede ya de manera virtual en las ventas por Internet. El hombre más rico del mundo, Jeff Bezos, con  fortuna calculada en 150 mil millones de dólares, triplica el total anterior de Bill Gates, en Microsoft. Jeff Bezos es el creador de Amazon (AMZN), la firma que comprimió -para su venta- cuentos infantiles en un minuto.     
Un problema con el Turbocapitalismo es que el planeta no se regenera (en sus recursos renovables) al mismo ritmo de la depredación industrial. La naturaleza necesita tiempo y tiene por lo menos tres siglos que no se lo concedemos. 
La densidad demográfica produjo esta ansiedad industrial, pero el consumismo acelerado no es cuestión poblacional: es una mutación cultural. ¿Por qué se consume lo que no se necesita? ¿Por qué se promueve un cambio de modelo de lo que sea cada cierto tiempo, independiente de la utilidad funcional del producto? 
 
CIUDADANO CERO, EN MEDIO DEL AGUACERO
 
Como el sistema industrial funciona con parámetros políticos y tecnológicos, quienes pueden cambiar este vértigo son los ciudadanos, a través de prácticas diferentes para enfrentar la agitada vida moderna. Con la elección sorpresiva de opciones independientes de gobierno, en los últimos 6 años se ha visto la primera piedra de insurrección ciudadana en el debate sobre el funcionamiento del mundo. Paco Ignacio Taibo II la ha llamado “una revolución social con envoltura electoral”. Esto acaba de suceder en México. 
El debate está ahí. No sólo el cambio de gobernantes: el cambio de modelo de desarrollo, con énfasis en el ritmo para hacer las cosas. Política, producción, educación. La pregunta del siglo XXI es: velocidad, ¿para qué?, como explica Honoré: “Si queremos vivir más despacio (y con más profundidad), ante todo debemos comprender por qué vamos tan rápido”.
 
AL MARGEN
HAY CUESTIONES en las que se debe actuar con oportunidad y ganar tiempo. Así como en muchos aspectos es recomendable la mesura, en otras se va contra reloj. Es el caso de la industria petrolera, como un avión en pleno vuelo: no se puede detener para realizar los cambios. Me referí en mi colaboración anterior al proyecto de la nueva refinería y la cuestión energética. Hoy estarán en Tabasco los colaboradores de AMLO: Rocío Nahle y Octavio Romero. Deben evaluar dónde se instalará la nueva factoría –en Paraíso o en Centla-, cuya construcción tendrá que comenzar en cuanto arranque el nuevo gobierno. Decíamos ayer: sobre el petróleo descansa el presupuesto, el precio de las gasolinas, las nuevas inversiones, la estabilidad social y hasta la soberanía del país, como bien nos insistieron desde 2006 Francisco Garaicochea, Alfredo Hernández Peñaloza y José Felipe Ocampo del movimiento constitucionalista.
 
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