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Home Escala Crítica Morena, ante el reto de convertirse en partido con una identidad propia

Morena, ante el reto de convertirse en partido con una identidad propia

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 Escala Crítica/Columna diaria

*La institucionalización de un movimiento, ruta de contrastes
*El 19 de agosto su primer Congreso Nacional en el poder
*Definición de Batres: izquierda democrática, patriótica y social
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
ESTÁ DOCUMENTADO que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) no se organizó para llegar al poder, sino que se estructuró ya estando en el gobierno. Primero como Partido Nacional Revolucionario (PNR), después como Partido de la Revolución Mexicana (PRM) y finalmente como PRI. Con diferencias circunstanciales, al Partido Morena o Movimiento de Regeneración Nacional, le sucederá lo mismo: aunque formalmente obtuvo su registro como partido en 2014 estructuralmente apenas se organizará como tal.
Tendrá que transitar de ser una “plataforma personal a (ser) partido”, como bien lo señala Arturo Rodríguez en la revista Proceso (No. 2180) a partir de las conversaciones sostenidas con Yeidckol Polevnski, actual dirigente de Morena –secretaria general en funciones de presidente-, y con Martí Batres, ex jefe nacional de la organización fundada por Andrés Manuel López Obrador.
Dicho en broma y en serio, Morena tendrá que seguir los pasos del PRI: pasar de ser un movimiento (revolucionario o de regeneración) a ser institucional. El objetivo de AMLO es que continúe siendo un partido en movimiento, al tiempo que es gobierno. Resulta posible, entonces, que aplique ahora la fórmula intentada cuando a principios de los ochenta fue de manera efímera dirigente estatal del PRI en Tabasco: un partido que sea el contralor social de los gobiernos, que vigile el cumplimiento de los programas y los principios. 
Ante la grave crisis del PRI, PAN y PRD, tendrán que generarse contrapesos; un factor que no sólo es necesario para la democracia, sino que sería clave para el futuro de Morena partido.
 
DEMOCRACIA COMO ANTÍDOTO
 
NO ES UN PARTIDO “casi único” al estilo del PRI, pero tiene en el corto plazo un enorme poder en la Presidencia, la cámara de diputados, el Senado y varios congresos estatales. Hay motivos suficientes para que los reflectores estén sobre lo que harán los dirigentes de Morena; un momento en el que se sabrá cómo construyen la participación democrática de sus militantes en las decisiones partidistas…y cómo cuidan lo ganado el primero de julio. 
Por lo pronto, para el 19 de agosto está convocado su Congreso Nacional Extraordinario en el que posiblemente reformen sus estatutos y aprueben un plan de acción para la denominada “Cuarta Transformación”. De la misma forma deberán establecer los mecanismos para la renovación o ratificación de sus dirigentes tanto a nivel nacional como estatales.
En el citado despacho de la revista Proceso se lee: “El 9 de julio de 2014 el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) irrumpió en el escenario electoral. No había llegado a su cuarto aniversario cuando los comicios del uno de julio lo convirtieron en una fuerza política sin precedente: ganó 52% de los votos en la elección presidencial, 55 de 128 senadores, 188 de los 500 diputados federales y mayoría en 18 de 26 congresos locales”.
El tamaño de su fuerza es también alcance de su responsabilidad. Ahora, como le decía, viene la tarea del partido Morena desde las instituciones.
Siendo una de sus prioridades darle identidad a ese partido, consolidar su militancia, capacitar a sus dirigentes y representantes, así como a sus bases, uno de los asuntos que aprobarán en su próxima asamblea es la creación de un instituto de capacitación política. 
En el reporte de Arturo Rodríguez para Proceso, la ex empresaria Polevnsky considera que en Morena “nuestra militancia representa menos de 10% de la votación… 90% de la votación no es militante. Así que tenemos la gran experiencia de ganar la elección con un porcentaje alto y muy poca militancia, lo que nos lleva a estar claros en que hubo una enorme simpatía pero que ésta no es corporativa y depende de nuestros resultados.”
También Proceso entrevista a Martí Batres, primer dirigente nacional de Morena (con López Obrador como presidente del Consejo Político) quien explica: “Una parte de las alianzas (electorales) las hicimos formalmente con el Partido del Trabajo y el PES (Encuentro Social), a nivel de partidos. Y las demás fueron alianzas con personalidades, organismos de la sociedad, que se proyectaron más en el terreno simbólico. Eso nos permitió atraer el voto de panistas, priistas, perredistas o de otros sectores de la sociedad que configuraron el conjunto necesario para ganar”.
Agrega: “Ahora bien. El reto de Morena es mantener un abanico de alianzas sin perder su identidad.” Una identidad que caracteriza como “izquierda democrática, patriótica y social”. Un perfil apenas por construir.
No puedo dejar de mencionar la crisis del PAN, un partido que se caracterizó por ser organización de cuadros…hasta que llegó al poder y no pudo salvar el dilema de “ganar el poder sin perder el partido”. Un espejo en el que Morena deberá mirarse.
 
AL MARGEN
 MÁS COMPLICADO es el proceso que debe seguir en la llamada franja de izquierdas el Partido de la Revolución Democrática (PRD), atrapado entre dos vertientes: los auténticos militantes de una causa progresista (porque los hay en todos los partidos y éste no es la excepción), contra una élite que ha hecho de ese instituto un instrumento de lucro político y económico. Los solaztequistas deberán definir antes de octubre cómo reorganizar sus cuadros directivos; tanto a nivel estatal (Darvin González) como nacional (Manuel Granados), sólo cuentan con presidentes interinos. Están, afirman, en una etapa de autocrítica. Tener respuestas adecuadas requiere preguntas adecuadas. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )
 
 

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