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Home Escala Crítica Periodismo y transición: presupuesto, historia, modelos caducos; el retorno de Aristegui y JGV

Periodismo y transición: presupuesto, historia, modelos caducos; el retorno de Aristegui y JGV

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 Escala Crítica/Columna diaria

* Una llave por cerrar: 42 mil millones de pesos sexenales
* Relación Prensa-Gobierno: adulación y poder, modelo caduco
* Transición: la apuesta por contrapesos democráticos, un reto
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
EL GOBIERNO de Enrique Peña Nieto gastó 42 mil millones de pesos en manejo de medios y publicidad gubernamental. Por año 7 mil millones. Si observamos cómo termina el sexenio (8 de cada 10 mexicanos desaprueban la gestión de Peña) no sirvió el dispendio presupuestal que -largo suspiro- añorarán las televisoras, cadenas de radio y periódicos nacionales en la agenda diaria de Los Pinos. 
Recientemente, Jesús Ramírez, vocero de López Obrador planteó la necesidad de un debate a fondo sobre la relación de los medios, los periodistas y los poderes. AMLO anunció una drástica reducción –a la mitad- del presupuesto gubernamental para medios y comunicación social, así como la compactación de oficinas de prensa por secretarías. Funcionará una sola, para no duplicar funciones y contratos, se dijo. Es saludable la medida, aunque no todas las secretarías tienen las mismas necesidades. Están en los ajustes a la realidad.     
En perspectiva, la política de comunicación del gobierno de Peña no fue la excepción. Históricamente, en México las relaciones entre prensa y gobierno se definen por la discrecionalidad presupuestal, complicidad en las sombras y uso estratégico de publicidad para controlar la información pública.
Veamos el tema, central para la transformación que anuncia Morena y las necesidades democráticas en el México del siglo XXI.
  
CONTINUIDAD DE SOMBRAS
 
El modelo complaciente prensa-gobierno le ha hecho gran daño al país: sombras para los problemas públicos. Porfirio Díaz acuñó la frase “ese gallo quiere máiz”, cuando topaba con ideas críticas en el México de principios de siglo. No pudo controlar a los hermanos Flores Magón, que en Regeneración y El Hijo del Ahuizote plasmaron la resistencia al régimen. Otros periodistas se quebraron, conforme el Porfiriato avanzó en su voluntad represiva. Pueden consultarse los libros de John Kenneth Turner (México Bárbaro), y las crónicas/reportajes de John Reed (Hija de la Revolución), editados por el Fondo de Cultura Económica. La fórmula “plata o plomo” era recurrente.  
En el México posrevolucionario y hasta los años 70, el control político de la prensa definió pautas corporativas, desde la vertiente sindical (CROM, CTM, CROC, CNC, CNOP), la dependencia regional (gobiernos estatales) hasta la sirena palaciega (conexiones y comisiones), con honrosas excepciones. La relación prensa-gobierno instituyó rituales como ‘el día de la libertad de expresión’ (7 de junio) que en realidad era el día de la adulación y el “agradecimiento”, a los mandatarios en turno.
 
CRÍTICA: OPINIÓN SIN INVESTIGACIÓN  
 
DESDE mediados de los años 70, con tesón y valentía, se abrió camino en el espacio público un periodismo de hechos, contrapuesto al discurso del poder. Este periodismo, con represión a cuestas, acompañó causas y visibilizó abusos. La investigación fue combustible de ese periodismo, que así combatió al país del boletín y las declaraciones. A la par, la democracia real surgió en México y la competencia política exigió consignar la diversidad de voces. No se avanzó sin resistencias. Los años 80 y 90 mostraron escenarios inéditos de libertad en los medios impresos, aunque el periodismo de investigación no fue tendencia dominante. Decisión del poder y decisión editorial: para investigar se necesitan recursos y los medios en general no invierten en pesquisas largas. Viven del corto plazo. 
Además, este tipo de periodismo era inhibido desde el poder, para estimular un periodismo de opinión. La especulación se aposentó en la opinión pública como modelo, antes que la búsqueda del dato duro. Fueron años de ilusión democrática (1988-2000) sin cambio de modelo periodístico: la opinión cancelaba rutas de investigación.              
 
MUERTOS QUE INVESTIGAN     
LO ANTERIOR no quiere decir que en México no exista un periodismo de investigación. Existe, pero es marginal con respecto al modelo dominante de opinión y calificativos sin fundamento. El periodismo del centro del país respira opinión. Al poder no le molesta. ‘Que opinen sin datos duros’, `todos tienen una opinión como tienen una cabeza´. En las regiones de México, sobre todo en el norte, investigar ha significado una sentencia de muerte. Ahí están las estadísticas como el país más peligroso del mundo para ejercer el periodismo en los últimos 15 años.  
No es casualidad la preeminencia de la opinión frente a la investigación. El periodista que mejor combinaba los dos aspectos, Manuel Buendía, fue asesinado, entre otras cosas por su vocación de periodista en solitario. Lo mismo ha ocurrido con periodistas que en diversas regiones investigan en solitario, sin un equipo detrás. Por ello, es reconfortante el anuncio del retorno de Carmen Aristegui y su equipo de investigadores a la radio nacional, a partir del 17 de octubre. El grupo Radio Centro se arregló con Aristegui, en la apuesta por investigaciones de largo aliento. La periodista, fuera desde 2015, afirmó: “Espero que López Obrador entienda el significado democrático de la libertad de expresión, lo que significa para el país”. Con anterioridad (agosto 15, en Tabasco), López Obrador había expresado su deseo de ver el retorno de Carmen y José Gutiérrez Vivó. “Un deseo que depende de la voluntad de los periodistas”. La democracia camina con hechos. Éste parece significativo: desde las empresas, fomentar el periodismo de investigación; desde el poder, no inhibirlo.
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