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* En el 2000: “no quiero pleitos, pero voy a fondo” 

* En el 2018: un Proyecto de Nación esbozado desde 2000 

* Con lupa, la frágil frontera entre lo público y lo privado

 

Víctor M. Sámano Labastida

 

“EL PASO del tiempo es una buena forma de medir la congruencia de un proyecto político”, escribió Daniel Cosío Villegas. Uno de los mejores historiadores mexicanos ofrece una clave de lectura para acercarse al tiempo público de Andrés Manuel López Obrador. 

En julio del 2000, López Obrador fue entrevistado por Raúl Monge (PROCESO #1235) y se preparaba para la toma de posesión como jefe de gobierno del Distrito Federal. ¿Cuáles eran sus ideas, objetivos y estrategias? Más todavía: ¿hay diferencias entre López Obrador 2000 y AMLO 2018? Lo veremos, con saldo ético para el tabasqueño. 

En esos días, el panista Vicente Fox acaparaba reflectores como vencedor del PRI en la elección presidencial. Se vivía la primera transición, luego de mil 91 días de marketing foxista por la Presidencia, que se movió desde mayo de 1998 para salir en la foto de Los Pinos. El tiempo ha sido implacable con Fox. La congruencia no era su fuerte.   

Mientras Roberto Madrazo aparenta recuperar la memoria sobre el 2006 presidencial (“en mis actas, Andrés iba ganando,” pero “no era mi lucha”, en un estilo de engaño que ya no debería sorprender), realicemos el ejercicio de cotejar las palabras de López Obrador 2000 con su trayecto y destino 2018. Es aleccionador el trabajo periodístico de archivo: investigación documental.

     

PROYECTO Y COORDENADAS:      

 

“EL PODER es una tentación permanente, y si me mareo, pierdo. Por eso me he propuesto ser un hombre sencillo, aceptar críticas, mantener los principios por delante y cuidarme de barberos y lambiscones”. López Obrador resiste el paso del tiempo, con una grieta: su capacidad para aceptar críticas; responde a botepronto, tanto que ahora anuncia que será más cauto. 

En 2018, AMLO compró pleitos que forman parte de su evaluación en la función pública que desempeñará. “No me va a temblar la mano para erradicar la corrupción, la impunidad, los privilegios, el abuso de poder, todo aquello que vaya contra el interés ciudadano, y eso incluye a militantes de mi partido y a mi familia”, dijo. 

López Obrador 2000, en el PRD, realizó un diagnóstico que sustenta AMLO 2018 en Morena. Congruencia ante los vicios del sistema. Pero hay grietas, casos que deben cuidarse: este mes se realizó en Puebla la boda entre César Yáñez (colaborador cercano de AMLO) y Dulce María Silva, empresaria perseguida y encarcelada (año y medio) por el exgobernador Rafael Moreno Valle. La boda fastuosa acaparó la atención de los medios y la portada de la revista Hola (más 19 páginas con fotos). Los críticos encontraron un motivo frente a la austeridad. ¿Qué dijo AMLO? “Yo no me casé. Fui como invitado. Cada quien es responsable de sus actos. Fue evento privado, no acto de gobierno.” Allí estuvo Antonio Gali, actual gobernador de Puebla, en momentos en que seguía la disputa por el estado entre Ericka Alonso y Miguel Barbosa; por cierto, de Gali se hizo pública una presunta relación con “el lavador” Juan Melquiades Vergara. Historias que trascienden lo privado.

 

De nuevo, López Obrador 2000 apunta bien al 2018: “No podría hacer un buen gobierno si no ajustamos el aparato administrativo, si no sacrificamos ciertas prestaciones que tienen los funcionarios públicos. El gobierno puede manejarse con sólo cinco grandes áreas: finanzas y administración; obras y servicios públicos; desarrollo; gobierno, y participación y organización ciudadana”. 

 

GOBIERNO Y VALS CIUDADANO

 

“CREO que si se abren verdaderos espacios de participación ciudadana, si hacemos sentir a todos que forman parte de este proyecto (…), saldremos adelante”. Esto, referido a la consulta popular por el nuevo aeropuerto, suena coherente y democrático. Con vigor, López Obrador 2000 perfila a AMLO 2018: “el respaldo de la gente será mi fortaleza para entrarle, a fondo y rápido, a los asuntos más espinosos, más peliagudos. (…) No voy a aceptar presiones de nadie. Uno de mis grandes activos es que no negocié con ningún grupo de interés”. 

Si recordamos la campaña presidencial 2018 y el encontronazo con empresarios, debe reconocerse la firmeza política de no pactar con poderes fácticos. En cambio, aparece en el 2000 un rasgo de apertura social que acerca el proyecto político de izquierda a la ciudadanía: “Quiero que se haga realidad lo del gobierno desde abajo y con la participación de todas y todos”. Esto es lo deseable, cuesta arriba con lo posible.

 

FIGURA Y CONTEXTO HISTÓRICO 

 

SOBRE las oficinas de trabajo, este breve intercambio de Raúl Monge y López Obrador: “-¿Dónde despachará? –No lo sé, no conozco las oficinas. Jamás me he parado ahí.” No es mero lucimiento: son principios en acción. En 2018, AMLO anunció la clausura de Los Pinos y dijo que  bastará un catre y una hamaca en Palacio Nacional. 

Y el olfato político como Jefe de Gobierno: “No me interesa buscar la candidatura a la Presidencia. Estoy muy lejos de eso. Mi compromiso es con la ciudad de México, y tengo la obligación de hacer un buen gobierno. No tengo más en qué pensar”. López Obrador siempre dijo, con ironía, que lo dieran por muerto. Su estrategia fue de trabajo, para gastarse políticamente en el momento justo, no antes de contender.  

Con la perspectiva de 18 años de lucha, que completan 45 de vida pública, léase: “estoy dispuesto a enfrentar todo, con la ayuda de la población”. Sin guardias del Estado Mayor, AMLO sitúa el apoyo popular como factor de legitimación del proyecto de gobierno. El acompañamiento popular será también exigencia desde abajo, por la salud de la República. 

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