Escala Crítica/Columna diaria
* Táctica de contragolpe mediático: lo contrario, a toda costa.
* Ejemplos: rumores, contraencuestas, simulaciones.
* Cultura política y moderación: la legalidad posible.
Víctor M. Sámano Labastida
“CADA vez que sea necesario, cuando lo amerite, habrá consulta”, ratificó Andrés Manuel López Obrador al defender el ejercicio iniciado el jueves sobre la cuestión de los aeropuertos. Ninguna sorpresa. Esa será la tónica de su gobierno. Lo que se tiene que afinar es el mecanismo para la participación ciudadana, para las diversas modalidades de la consulta popular. También los canales para el debate público informado.
El cambio político en México requiere –entre otras cosas- precisión en el lenguaje, trato mediático parejo, civilidad ante las diferencias y un sello de moderación con respeto. Ninguno de estos requisitos aparece hoy en el espacio público, lo que puede crear un ambiente enrarecido a menos de 40 días para la toma de posesión del nuevo gobierno que encabezan AMLO y Morena. Visto el cambio por el flanco izquierdo, si otros fueran los tripulantes del poder, ¿sucedería así?
‘Nubarrones de incertidumbre sacuden el mercado y desalientan a inversionistas’, machaca la cobertura mediática. Coro incesante, antes de que un gobierno ejerza funciones. AMLO resiste: “no pasará nada. No hay motivos de preocupación”. Pero el coro crece, mientras se acerca la primera decisión delicada: Proyecto/Aeropuerto CDMX.
Es pertinente recordar si quienes gobiernan son los inversionistas o los ganadores en las urnas. Es mero sentido común. Cuando se habla de ‘inversionistas’, se habla de élites que tienen su corazoncito político. No es fenómeno atmosférico. “Neutral en contra de quién”, pregunta Alicia en el país de las maravillas. Hay una ‘ideología técnica’ sobre el libre mercado y las inversiones, que es preciso desmontar. El interés nacional no puede depender de la volatilidad del mercado y el ánimo de inversionistas. Es necesario volver a colocar a la población en el centro. ¿Estamos en el camino correcto? Ojalá haya oídos y ojos para el análisis; pero también un ejercicio razonado del poder.
RUMORES, CONTRAENCUESTAS, EXPERIMENTOS
LÓPEZ Obrador se hizo de palabras con Carlos Loret de Mola, por la difusión de una nota sobre la supuesta renuncia de César Yáñez, uno de sus colaboradores más cercanos, inmerso en tempestades mediáticas por boda VIP que golpeó la imagen de austeridad del equipo de AMLO. Loret argumentó que la fuente de la supuesta renuncia era un reporte radiofónico del programa El Duende. AMLO dijo que eso era mentira. Ya enganchados, vino el desencuentro: “Hay periodistas que, así como respiran, mienten”. “Hay gobernantes que no toleran la crítica”. Empatados, con dato duro a favor de AMLO, quien conoce mejor la situación laboral de César Yáñez.
Hay que distinguir entre crítica con fundamentos y especulaciones sin fuente. Es precisión que demanda el país ante narrativas de impacto público. La cultura ciudadana es motivo suficiente para que los medios ofrezcan coberturas sin duende. No se pide servilismo político, sino investigaciones que desechen rumor y filtración.
Los medios tienen una responsabilidad civil. Son negocio, desde luego, y generan ganancias como parte de su actuar. Pero son algo más: un servicio público. Los artículos sexto y séptimo constitucionales, libertades esenciales para vivir la democracia, dependen de la correcta función informativa y comunicativa de medios, periodistas y comentaristas.
CONTEXTO 2000-2002: FOX INTOCABLE
EL CAMBIO político requiere nuevas coberturas y adiós a malas mañas, si se trata de responder al ánimo ciudadano. Una comparación es significativa: el cambio federal de poderes 2000 contó con la venia de los consorcios de comunicación. Unanimidad, como bono de confianza dilapidado. La primera entrevista que concedió Fox como presidente electo, fue al conductor de televisión y cantante Jorge Coque Muñiz, en cancha de tenis y vía canal de las estrellas. La banalidad del cambio foxista, al aire.
Pasaron dos años antes de que los medios balconearan exabruptos y contradicciones de Fox. Los documentos están a la mano, televisión y radio, salvo excepciones de la prensa de izquierda (La Jornada) y el periodismo independiente de largo aliento (Proceso). ¿Por qué ahora, en 2018, se rompen lanzas antes de la toma de posesión de AMLO? Me dice un lector: “ Ya vimos que hay una trama de intereses: las élites se resisten a perder parte de su poder, porque en las urnas (formalmente) ya se esfumaron sus opciones”. Habrá que esperar.
El Financiero realizó una ‘contraencuesta’ sobre el Aeropuerto CDMX (octubre 23). Sí, lector, miró usted bien: ‘contraencuesta’. Inventan una ‘técnica demoscópica’ estrenada contra el primer gobierno que se reconoce de izquierda.
Otros medios hicieron su experimento con reporteros votando varias veces el primer día de la consulta popular por el Aeropuerto CDMX (jueves 25). Como titular en portada, algunos matutinos festinaron debilidades de control en las casillas. Pero es periodismo que construye un relato a través de una acción donde el propio periodista es ‘la fuente’, protagonista del relato. Otra cosa sería documentar que los ciudadanos votaban más de una vez, como realidad ominosa de fraude. Esto no ocurrió. El periodismo que se salta la fuente y pasa al experimento con la realidad, pone en juego su credibilidad como testigo y observador. Vale decir: es testigo interesado. Así vamos: entre la necesidad de precisión y las tácticas mediáticas, con instrumentos técnicos que se venden como neutrales. Hay intereses e interesados, de uno y otro lado.
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