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*Cierre difícil de sexenio; falta de recursos, efectos secundarios 

*Urzúa: no bastan las intenciones, hay que cuidar los impactos

*Comisiones bancarias, un tema que deberá atenderse a fondo

 

Víctor M. Sámano Labastida

 

MAÑANA domingo el gobernador Arturo Núñez enviará su sexto y último informe al Congreso del Estado, al tiempo que –en el Centro de Convenciones- dirigirá un mensaje ante invitados especiales, integrantes de su gabinete y colaboradores, mismo que será transmitido por radio y televisión. Esto se estila por lo menos desde principios de los noventa cuando la llegada de los primeros diputados de la “oposición real” obligó a suspender la ceremonia de lectura del informe que hacían los mandatarios en el Palacio Legislativo.

Cambios similares ya se habían realizado a nivel federal, y que comenzaron con aquella célebre interpelación de Porfirio muñoz Ledo a Miguel de la Madrid en 1988. En aquella ocasión –escribió el cronista legislativo Fidel Samaniego-, “murió una época y nació otra. Aquella mañana ocurrió lo que nunca había ocurrido. Y el ritual ya envejecido quedó sepultado”. ¿Para siempre? Aún no lo sabemos, porque ahora los diputados de Morena en Tabasco, ya lograron la aprobación de que –a partir del año próximo- el Jefe del Ejecutivo esté obligado a acudir nuevamente a la sede del Legislativo.

 

EN BUSCA DE UN MODELO

A NIVEL, fue precisamente el ahora diputado por Morena, el polémico Muñoz Ledo, quien presentó la iniciativa para establecer como mandato constitucional que el Presidente de la República acuda ante el Congreso de la Unión. Sólo que de acuerdo a la nueva modalidad, el mandatario en turno primero escuchará las intervenciones de un representante por cada uno de los partidos políticos y posteriormente dará un mensaje en relación a su informe ante el Congreso.

Durante mucho tiempo se ha discutido si los legisladores tienen derecho a interrogar públicamente a los gobernantes en la sesión del informe. El propio Muñoz Ledo planteó en algún momento la llamada “pregunta parlamentaria”. 

Mientras se dirimen las formas, habrá que recordar que en el caso de Tabasco el gobernador Núñez reconoció que preveía un cierre de sexenio “difícil”, aunque rechazó toda comparación con lo sucedido al término de la administración de Andrés Granier: “No, allá lo que hubo -como ustedes saben- es desviación de recursos; aquí lo que ocurre es que no hay recursos”. 

En una explicación que retomará y seguramente ampliará en su informe del domingo, Núñez explicó así parte de la problemática de Tabasco:  se “ha derrumbado producción (petrolera), cantidad producida y también precios, y aunque los precios se han ido recuperando poco a poco, la recuperación no es tan rápida como quisiéramos, y toda esta tercera etapa de crecimiento y desarrollo se vio afectada, como dicen los abogados: superviviente imprevisto de la debacle petrolera”.

También aseguró: “estamos administrando los recursos con la mayor racionalidad y austeridad posible para cerrar bien; estamos haciendo todo el esfuerzo, porque sí hemos tenido una caída en la recaudación propia, particularmente por la generalización del desempleo, que es una secuela de la crisis petrolera que tiene un efecto multiplicador”.

¿Hasta dónde llegará el efecto multiplicador con el ingrediente político-partidista? 

 

MÁS VALE TROTE QUE DURE

 

DESPACIO que vamos lejos, es una frase que se ha hecho popular y que bien harían en aplicar los protagonistas de la Cuarta Transformación. Un mal paso, un resbalón, tropezar hasta con la mínima piedra, puede retrasar la llegada, desviar el camino o taponar la ruta. Esto lo acabamos de ver con la iniciativa presentada para regular las elevadas comisiones que cobran los bancos. La respuesta de los nerviosos mercados financieros fue inmediata: hubo pérdidas no vistas en los siete años recientes en la Bolsa Mexicana de Valores.

Posiblemente al lector común esto no le indique mucho, pero el apresurado control de daños que encabezó el futuro secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, dice mucho. No bastan las buenas intenciones, son necesarias las buenas atenciones.

Expresó el especialista en temas financieros: “Aun cuando reconocemos que la intención de ellos (los legisladores de Morena) es tratar de mejorar la condición de vida de los mexicanos, este objetivo no necesariamente alcanza, si no se toman en cuenta tanto los impactos en las finanzas públicas, como en la estabilidad del sector financiero”.

El futuro funcionario se reunió el mismo jueves con el presidente electo Andrés Manuel López Obrador y con el coordinador de los senadores de Morena, Ricardo Monreal Ávila, Cámara de origen de la propuesta que sacudió a los mercados. También convocaron a  Mario Delgado, coordinador de los diputados morenistas.

Hay mucho entusiasmo por el cambio de administración –y cambio de modelo, agregaríamos-, pero existe un área que requiere sumo cuidado, con una fragilidad derivada del elemento especulativo: la estabilidad macroeconómica y financiera.

Sin duda que el futuro consejero jurídico de la Presidencia, Julio Scherer Ibarra, tiene suficientes motivos para preocuparse: hace falta una mayor coordinación entre los legisladores y los responsables del entramado legal que requiere el gobierno de López Obrador. No todo puede ser voluntarismo.

Resulta innegable que en México se aplican elevadas comisiones en los bancos. Las empresas de este tipo obtienen muchas mayores ganancias en México que en sus países de origen: España, Estados Unidos, Gran Bretaña y Canadá, según el reporte del mismo legislativo.

Habrá ocasión para revisar este encarecimiento de los servicios bancarios en México, pero –como le decía en otra oportunidad- la mesura es un elemento fundamental de gobierno. En la oposición pueden caber los excesos; el poder tiene otros límites. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )