Escala Crítica/Columna diaria
*Guatemala, a las puertas de una mayor crisis de gobierno
*Acercamiento con El Salvador, una lucha que debe hacerse
*Los tribunales internacionales y las fuerzas de pacificación
Víctor M. Sámano Labastida
EL JUEVES estuvo en Chiapas, por invitación del presidente Andrés Manuel López Obrador, el mandatario de El Salvador, Nayib Armando Bukele Ortez, quien apenas en febrero de este año ganó las elecciones en su país y asumió funciones el primero de junio. Lleva menos de un mes en el cargo. Mientras, en Guatemala, hay una indefinición en el gobierno: el domingo reciente se realizaron elecciones y dos de los 19 aspirantes tendrán que irse a una segunda vuelta hasta agosto.
En Honduras, el derechista Juan Orlando Hernández ha tenido un desempeño accidentado. Llegó al poder en 2014, pero modificó la Constitución para presentarse a nuevas elecciones en 2017 y así poder continuar en el cargo hasta el 2022. Ante las acusaciones de fraude, la OEA recomendó nuevos comicios, petición que no fue concedida.
El Salvador, Guatemala y Honduras, son los tres países involucrados en la crisis de migrantes que afecta a México. En esa tres naciones existen problemas de gobernabilidad, así como extremas pobreza, violencia y corrupción. Otro caso es Nicaragua, sometida a una crisis por el régimen autoritario de Daniel Ortega, con casi tres años de protestas callejeras y violenta represión, se prevén nuevos comicios hasta el 2021.
AMLO, COICIDENCIAS Y DIFERENCIAS
COMO le hemos comentado en este espacio, el éxodo nicaragüense (más de 60 mil personas en los últimos 18 meses) aún no impacta a México porque la mayoría de los emigrantes prefieren cruzar la frontera con Costa Rica. Aunque cada vez más se suman a las oleadas de expatriados que proceden de Honduras. El ex sandinista Daniel Ortega se ha convertido en el mayor riesgo para la estabilidad con justicia.
En El Salvador, Bukele Ortez llegó al poder bajo la bandera de la conservadora Gran Alianza por la Unidad Nacional (Gana), se identifica con López Obrador porque logró romper un bipartidismo de tres décadas en las que se alternaron en el gobierno la ultraderechista Arena y el izquierdista Frente Farabundo Martí. Su reciente encuentro con AMLO mostró todavía más coincidencias. Habrá que anotar que antes de emigrar a la Gran Alianza, Bukele fue postulado por el partido de los ex guerrilleros izquierdistas para la alcaldía de la capital.
A los habitantes de los estados fronterizos del sur sureste mexicano como Tabasco y Chiapas importa mucho cómo resuelvan sus gobernabilidad los países centroamericanos. Es por ello que no debemos perder de vista lo que suceda sobre todo en Guatemala. Recordemos que una crisis en el país de la “eterna dictadura” (según la calificó Colom Argueta), arrojó a finales de los ochenta a más de 50 mil refugiados a territorio nacional.
Como le decía, los resultados preliminares en las elecciones del domingo 16 en la nación vecina llevarán a dos de los 19 aspirantes a una segunda vuelta, por no haber obtenido ninguno la mayoría necesaria. Los nuevos comicios serán el 11 de agosto y el relevo presidencial en enero de 2020. Su actual mandatario, el actor Jimmy Morales, canceló una de las iniciativas más importantes para combatir la corrupción y la impunidad en ese país: la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig) que comenzó a funcionar en 2007, que envió a la cárcel a varios ex presidentes…y apuntaba hacia él. El Cicig también ha enviado a prisión líderes del crimen organizado y poderosos empresarios.
DE MAL EN PEOR
POR CIERTO, durante el gobierno de Enrique Peña Nieto y ante la aplastante impunidad en México, el procurador general de Palermo, Roberto Scarpinato, propuso que la ONU estableciera un tribunal penal internacional para hacer efectiva la justicia. Obviamente la sugerencia no prosperó.
Volviendo al caso guatemalteco, estrechamente ligado al futuro de México según los muestra la crisis de la migración –donde los indocumentados se han convertido en “ilegales” hasta en el lenguaje oficial-, este vecino país es uno de los más empobrecidos históricamente: el 60 por ciento de su población está clasificada en el rango de la pobreza. Lo grave: después de 24 años de que se instalara el nuevo programa de acción para la población y el desarrollo las cosas van de mal en peor.
En efecto, en 2006 la población de Guatemala en pobreza extrema era del 15.3 por ciento y en pobreza el 51.2 por ciento; en 2015, la pobreza extrema alcanzó al 23.4 por ciento y la pobreza al 59.3 por ciento.
Pero no sólo eso, un país que padeció la violencia política desde los años 50 y 60 del siglo pasado, sufre ahora la violencia social, económica y criminal. Cifras recientes indican que Guatemala es uno de los tres países del mundo en donde hay más muertes violentas de niños y adolescentes. Un informe de Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), titulado “ Ocultos a plena luz”, refiere que las tasas más elevadas de homicidios de menores de 20 años las disputan El Salvador, Guatemala y Venezuela. Apenas unos de los factores que explican la migración masiva y el creciente riesgo fronterizo.
AL MARGEN
INTERESANTE dato expuesto ayer por la doctora Carolina Martínez, directora de Ciencias de la Salud de la UJAT: esa división concentra un poco más de un tercio de todos los aspirantes a ingresar a la máxima casa de estudios (un 34%). Quieren ser médicos, enfermeras, pero al mismo tiempo hay una falta de plazas en el sistema público de salud. Un desafío a resolver si tomamos en cuenta que también hace falta atención médica en las comunidades. (
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