www.ventanasur.com

*La dispersión de las izquierdas, una vieja costumbre sin poder

*Ecuador, Perú, Grecia, ejemplos que no debemos perder de vista

*Intentos de cambio radical y la reacción de intereses afectados

 

Víctor M. Sámano Labastida

 

ES UN FENÓMENO mundial, han dicho sus fundadores al referirse a Morena como partido político, porque a sólo cuatro años de aprobado su registro el 9 de julio de 2014 logró en las elecciones generales del 2018 ganar la Presidencia de la República, la mayoría en la Cámara de Diputados tanto en el Congreso de la Unión como en varios estados de la República. Aquel año, como usted sabe, arrasó en Tabasco, Veracruz y Chiapas, donde también obtuvo las gubernaturas en disputa.

En sus primeras participaciones electorales en 2015, 2016 y 2017 no le fue tan bien; pero esas experiencias le sirvieron para afinar su organización electoral, logrando un triunfo histórico en 2018.

En sentido estricto, Morena no es un partido político sino un movimiento, una alianza de organizaciones, grupos disidentes de otros partidos y liderazgos regionales y locales, la mayoría de tendencia progresista. Aunque también se cuentan ahí corrientes conservadoras y vinculadas al activismo religioso.

Le toca ahora dar el salto a la compleja institucionalización sin perder su activismo. Más difícil todavía frente a las posiciones dominantes contrarias a limitaciones legales. Importa más la justicia que la ley, han dicho. 

 

LOS MUCHOS DIVIDIDOS, POCOS

HISTÓRICAMENTE, las izquierdas no sólo en México sino en el mundo han sido diversas y dispersas; las posiciones teóricas, cuestiones de táctica y estrategia, las mantienen inclusive confrontadas hasta que se dan condiciones coyunturales de unidad. Una diferencia fundamental entre las izquierdas fue durante décadas entre quienes promovían la toma del poder por la vía armada y quienes postulaban la lucha electoral y parlamentaria.

En México surge el Frente Democrático Nacional primero como coalición multipartidista para los comicios de 1988 luego del desprendimiento de la Corriente Democrática del PRI encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo; en 1991 se constituye como Partido de la Revolución Democrática (PRD), caracterizado por corrientes y liderazgos regionales. Las famosas “tribus” que finalmente llevaron a otro desgajamiento.

Esto sucedió en septiembre de 2012 cuando Andrés Manuel López Obrador renunció oficialmente al PRD y se dedicó a construir desde el Movimiento de Regeneración Nacional otro partido que, como le decía, consiguió el registro oficial en 2014.

En sentido estricto Morena tiene antecedentes de trayectorias exitosas, aunque con los matices propios de cada realidad; sin embargo, asomarse a otras experiencias puede evitar sorpresas para sus líderes, militantes y simpatizante. 

Es posible encontrar en América Latina y en el mundo ejemplos de dirigentes, movimientos, grupos, que en respuesta a una convocatoria electoral consiguieron unirse y ganar los comicios. 

 

CORREA, HUMALA, TSPIRAS

 

SIN ÁNIMO de agotar la revisión en un breve texto periodístico, podríamos citar el caso de Rafael Correa en Ecuador, quien llegó al poder con Alianza País un partido que nació en el 2006 al calor de las campañas electorales y ganó la presidencia ese mismo año. Aunque continúa como partido, Alianza País sufrió una ruptura encabezada precisamente por Correa quien estuvo poco más diez años en el poder y que desde el año pasado encabeza al partido Movimiento de la Revolución Ciudadana.

Otra experiencia contemporánea en Latinoamérica es la de Ollanta Humala quien en al frente del Partido Nacionalista Peruano ganó la Presidencia en 2011; aunque tiene sus antecedentes en 2005, el PNP integró la coalición Gana Perú en 2010 para postular a Humala. En un desprendimiento posterior, el ex presidente (2011-2016) decidió volver a registrar en 2014 al Partido Nacionalista.

Como dato de interés observo que tanto Correa como Humala fueron objeto de denuncias y persecución policiaca; el ex mandatario peruano se encuentra bajo arraigo domiciliario en tanto que el ecuatoriano fue declarado prófugo y se halla en Europa. Los dos, al igual que Luis Inacio Lula en Perú se propusieron cambios radicales en su país. Independientemente de los errores que haya cometido, los intereses que afectaron fueron tales que a la primera oportunidad sus adversarios buscaron desprestigiarlos y pagar caro el intento.

Hablando de coaliciones de izquierda triunfadoras, aunque en cierto modo efímeras, no hay que perder de vista a un movimiento que sacudió a la Comunidad Europea: en 2004 surgió la denominada Coalición de Izquierda Radical (Syriza). Ganó las elecciones legislativas en 2007 –tres años después- y en 2012 se convierte en partido; logra llevar a su líder Alexis Tsipras al cargo de Primer Ministro. Las votaciones de 2019 en aquel país marcaron el final de un ciclo para esa corriente…o por lo menos una interrupción en la llamada “Primavera de los Indignados” que tuvo que hacer frente a la quiebra económica y al constante ataque de la derecha.

En México López Obrador logró hacer de Morena un fenómeno electoral. A decir de Horacio Duarte, representante de ese instituto ante el INE, debe evitar convertirse en nuevo “partido de Estado”, manteniendo su autonomía a pesar de ser gobierno. 

 

AL MARGEN

ES FRECUENTE recordar lo sucedido con el Partido Acción Nacional (PAN), que más allá de cómo se califique su ideología y actuación, internamente se mantuvo como una organización de cuadros, con fuerte componente doctrinario…hasta que llegó al poder presidencial y entonces sucedió lo que advertían años antes: ganó el poder pero se perdió el partido. Un caso distinto fue el del PRI (PRM, PNR), partido que nació en el poder y logró institucionalizar usos y costumbres para sostenerse casi un siglo. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )