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*Estabiliza la extracción, reduce pérdidas, pero pesa el rezago

*Plena confianza de AMLO; tiene tres años para cambiar el rumbo

*Los medios: enfoques distintos, contradictorios, complementarios

 

Víctor M. Sámano Labastida

 

ADVIERTE la conseja popular que es más sencillo sembrar un árbol que enderezar uno ya torcido. Es un refrán con variantes pero un sentido claro. Ocurre actualmente en el caso de Petróleos Mexicanos (Pemex) aunque con una diferencia: la ex paraestatal no nació torcida sino que la fueron encorvando sobre todo en las dos últimas décadas. Lo que recibe la actual administración es una empresa prácticamente en proceso de desmantelamiento.

Este fue el telón de fondo de una larga comparecencia por más de seis horas del director de Pemex, Octavio Romero Oropeza, ante las comisiones unidas de Energía y de Infraestructura de la Cámara de Diputados  como parte de la Glosa del Primer Informe del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

“Estamos viviendo tiempos distintos”, dijo Romero Oropeza a una pregunta de los diputados en relación a la negociación del Contrato Colectivo de los trabajadores petroleros, ocasión en la que se redujo en un mil 600 millones de pesos los costos que para la empresa tenían erogaciones no justificadas. 

Estos “tiempos distintos” pueden aplicarse a las políticas de austeridad, la orientación del presupuesto para la extracción (real) de crudo, el combate a la corrupción y la inversión para mejorar la producción de combustibles, entre otros. Rescatar Pemex no es fácil.

 

CADA QUIEN SU ENFOQUE

 

TAN NO LO ES que la diversidad de cuestiones que debe atender Romero Oropeza se vieron reflejadas en los titulares de los diarios de la Ciudad de México que ayer martes dieron cuenta en sus portadas de la comparecencia del directivo.

Así, mientras para los matutinos Reforma y el Sol de México lo destacable fue que Pemex reportó pérdidas hasta por siete veces en nueve meses, El Universal matizó: “frena el huachicol pero pierde dinero”. Dos impresos, especializados en temas de dinero ofrecieron un enfoque equilibrado: “Estabiliza Pemex producción, pero crecen pérdidas”, El Financiero; “Pemex tuvo pérdidas pero redujo su deuda”, El Economista.

Para Excelsior el tema fue que el “apapacho a sindicato se come a Pemex”, aunque ya se había señalado que la negociación contractual redujo costos; por su parte La Jornada, que enfatizó en las pérdidas, también rescató un mensaje que no se debe ignorar: “logró revertir (Pemex) 14 años de caídas en su producción”, lo que no es un aspecto clave para la recuperación.

Otro matutino, caracterizado por ser crítico de AMLO, escogió destacar una noticia que también fue relevante para varios portales electrónicos: “Va Pemex por 20 campos petroleros para 2020”.

Romero Oropeza sintetizó ante los diputados, flanqueado por Manuel Rodríguez González, legislador tabasqueño presidente de la Comisión de energía: “los resultados fueron muy buenos” en términos generales, a pesar del entorno adverso y la situación en la que tomó la administración de la empresa petrolera, ya no paraestatal.

Tras subrayar la importancia de la rendición de cuentas, el diputado Rodríguez González afirmó que el titular de Pemex “tiene un diagnóstico certero y profundo”, confiando en que se lograrán las metas para beneficio del país y en especial para que el sur “tenga la oportunidad de diversificar sus economías”, así como su desarrollo.

 

“MUY SATISFECHOS”

 

NADA MÁS para que se tenga una idea del tamaño de la ola contra la que debe lidiar la administración de Pemex y el gobierno federal encabezado por López Obrador un dato destacado por ORO: durante el gobierno de Enrique Peña Nieto la deuda de Pemex pasó de 1.5 billones a 2.2 billones. Dijo: “el incremento fue de más de un billón de pesos  de pesos, niveles que convierten a la empresa en una de las más endeudadas del mundo”. 

Ocurre esto en un contexto de calculado desmantelamiento de la petrolera, con una caída libre en la extracción –se acabaron la mina de Cantarell-, una corrupción desmedida y creciente, toda una serie de medidas que han llevado a otras empresas estatales a la quiebra. De esta manera justificaron en el pasado el remate y privatización de la infraestructura pública.

No es un secreto que Octavio Romero, una de las piezas clave de López Obrador desde que fue Jefe de Gobierno en el DF, es blanco estratégico de los ataques de los opositores al actual régimen. Las presiones contra López Obrador para tratar de desplazar a Romero Oropeza de la dirección de la empresa petrolera no son nuevas, comenzaron desde que trascendió que estaría a cargo de una de las herramientas más importantes para el financiamiento del desarrollo del país. A mediados de septiembre, cuando ya habían transcurrido más de 9 meses del encargo que le dio a su colaborador y amigo, el Presidente rechazó las versiones de un posible relevo, esos rumores que se desatan con frecuencia.

Dijo López Obrador: “estamos muy satisfechos con la buena administración de Pemex del ingeniero Octavio Romero Oropeza, tan es así que por intervenir Pemex, limpiarla de corrupción, influyentismo, actuar con eficacia detuvimos la caída de producción, se estabilizó y estamos ya empezando a recuperar la producción; se reestructuró parte de la deuda de Pemex”.

De esta manera resumió el balance para una empresa a la que le marcó dos etapas. Una primera de tres años con todo el apoyo para “rescatarla” y otra de otros tres años, en la segunda parte de su sexenio, cuando ya Pemex estaría generando recursos para rescatar al país, financiar el pleno desarrollo.

AL MARGEN

LA PROPUESTA de rescate a Pemex es una carrera contra el tiempo…y la circunstancia. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )