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Home Escala Crítica Integración de programas gubernamentales, contra la viciada costumbre de la dispersión

Integración de programas gubernamentales, contra la viciada costumbre de la dispersión

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 Escala Crítica/Columna diaria

*La austeridad obliga a evitar la duplicidad y la falta de control
*Vigilar el ambicioso programa de vivienda y arraigo campesino
*El creciente rezago es una bomba de tiempo para la estabilidad
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
EN EL EJIDO Benito Juárez, de Teapa, Tabasco, fueron entregadas ayer las primeras viviendas como parte del programa “Comunidad de Aprendizaje Campesino de Sembrando Vida”. Acudieron a este acto simbólico el gobernador Adán Augusto López Hernández, la secretaria de Bienestar, María Luisa Albores González; el secretario de la SEDATU, Román Meyer Falcón y el director del Invitab, Daniel Casasús Ruz. Son once casas de un total de 100 en Teapa, Tacotalpa y Jalapa; en el país suman 360 para campesinos inscritos en el programa agro forestal en Puebla, Veracruz y Tabasco durante este año.
El proyecto es mucho más ambicioso. De enero a abril del 2020 se levantarán otras dos mil viviendas, de estas 400 estarán en Tabasco en los municipios que comprende “Sembrando Vida”. El déficit de hogares en el país se calcula en 14 millones de viviendas, aunque en esta cifra se incluyen no sólo edificaciones nuevas sino necesidades de mejoramiento o ampliaciones. A decir de Meyer Falcón en la entidad el rezago habitacional es de un 67 por ciento.
El proyecto de viviendas del CAC recuerda el programa impulsado por AMLO en Tabasco cuando fue director de Instituto Nacional Indigenista (INI) denominado “Viviendas Tipo Sandino”, un sistema de construcciones prefabricadas para zonas marginadas.
 
ACCIONES COMPLEMENTARIAS
LE COMENTABA ayer que el modelo de los Centros Integradores de Servicios Comunitarios son el eje de la propuesta de una nueva “economía moral” del presidente Andrés Manuel López Obrador. Hay, es cierto, una discusión en torno a los resultados macroeconómicos –los grandes indicadores que tanto gustan al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial, así como a los corporativos financieros-, mientras que el nuevo régimen enfoca sus esfuerzos en la microeconomía; en los productores y consumidores de a pie.
En este concepto integrador se ubican, por sólo mencionar algunas medidas: los incrementos a los salarios mínimos, los precios de garantía al productor, los créditos a la palabra, el funcionamiento de Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), el diverso sistema de becas, etcétera.
Hay, por supuesto, un sector incrédulo con los objetivos y resultados; otros simplemente están en desacuerdo porque va en contra del esquema del llamado neoliberalismo y sus variantes; puede también haber dudas en torno a los recursos disponibles para financiar a un Estado benefactor o de bienestar. Sion embargo, la apuesta es desde el gobierno a un efecto multiplicador que tenga la coordinación y el acompañamiento social de todos los programas públicos (federal, estatal y municipal); así como el combate al desvío del dinero público. 
Sin ignorar las objeciones y obstáculos a los que se enfrenta todo intento de cambio, observemos que AMLO persiste en su arriesgado propósito de un modelo distinto. En éste, el Programa Sembrando Vida es presentado como el de “restauración productiva social más grande del mundo”, según palabras de Albores González. En dos años se propone no sólo reforestar un millón de hectáreas en el territorio nacional sino al mismo tiempo establecer un sistema de producción y organización social para poco más de 400 mil campesinos.
 
SEMBRAR POBLADOS
 
DE ACUERDO a la federal Secretaría de Bienestar este año tienen una cobertura de más de 4 mil ejidos y 400 comunidades. Su presencia abarcaría ya 362 municipios, de los cuales un centenar están catalogados como comunidades indígenas. El objetivo de Sembrando Vida es el mismo que el de los Centros Integradores: arraigar a las poblaciones, evitando la migración, pero con la “reconstrucción del tejido social”  y el combate a la degradación ambiental. ¿Estas metas son medibles? El gobierno considera que sí; sus adversarios tienen otros datos…y otros objetivos.
El desempeño de las “comunidades de aprendizaje” es disparejo. El subsecretario Javier May dijo en su reciente visita a Tabasco que en los ocho estados donde opera el programa de siembra fueron dados de baja 17 mil beneficiarios que pretendían cobrar sin trabajar; un mil 500 se ubican en Tabasco. De un universo de 200 mil participantes observamos que es menos del 10 por ciento. No está mal para un modelo que apenas comienza y que debe combatir viejos vicios.
Con la entrega de las viviendas en Tabasco salió a relucir la conformación de las Comunidades de Aprendizaje Campesino, que según el esquema oficial está integrada cada una por 25 sembradores, tres becarios del programa Jóvenes Construyendo el Futuro y por “un binomio” de técnico social y técnico productivo. Estos últimos hacen el papel de tutores.
Según nos platicaba uno de los coordinadores regionales el objetivo es también regenerar las tierras de cultivo, así como un sistema de economía social y solidaria: la familia campesina como “reserva de valores morales y culturales, como unidad económica eficiente y eficaz”, en palabras de los promotores. El desafío de los participantes es lograr que esto funcione.
Hay razones para el escepticismo. Tan sólo durante el gobierno de Enrique Peña Nieto se destinaron ¡dos billones 864 mil 190 millones! a los programas para combatir la pobreza y las carencia sociales. Los resultados muestran el fracaso. Ahora tiene que ser distinto porque no hay margen para fallar.
 
AL MARGEN
HAY MEDIDAS que convierten a la población en delincuente potencial, cuando debería ser al revés. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla
 
 

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