Escala Crítica/Columna diaria
*El desafío de acelerar el aumento de la extracción de petróleo
*Modernizar los sistemas de planeación y perforación
*Frenar el otro huachicoleo: de los grandes negocios privados
Víctor M. Sámano Labastida
PARA EL 2020 el desempeño de la industria petrolera, en especial la que está bajo la administración del Estado Mexicano, será crucial para los proyectos del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Recientemente el diario El Universal publicó extractos de un documento que presentó como “el plan transexenal” de AMLO que abarcaría hasta el 2034.
Señala el reporte: “Después de 16 años —una década y media— prácticamente perdida en materia de producción de hidrocarburos, pues desde 2004 México experimenta una caída sistemática de su plataforma de producción petrolera, el gobierno de la Cuarta Transformación (4T) considera que invirtiendo un billón 255 mil millones de pesos en 38 proyectos petroleros — campos o activos— en los próximos 14 años podrá revertir definitivamente la tendencia y elevar la producción de crudo y gas en el país. Las autoridades del sector energético estarán promoviendo la participación de la inversión privada hasta 50% en estos proyectos por la vía de contratos de servicios.”
Independientemente de la reacción oficial a este trascendido, no es ninguna sorpresa que la administración de López Obrador tenga un plan de largo plazo. También lo tuvieron Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto con la denominada Reforma Energética. Desde un principio el movimiento encabezado por el actual Presidente denunció que el objetivo de Calderón y Peña fue privatizar los hidrocarburos y desmantelar lo que fue la más importante paraestatal, Petróleos Mexicanos. La convirtieron primero en Empresa Productiva del Estado (un eufemismo para decir que sus fines pasaban a ser similares a los de una empresa privada).
En el proceso de recuperación de Pemex, como lo denomina el actual gobierno, el principal desafío es incrementar los volúmenes de extracción (producción, le dicen) de crudo y hacer más eficientes los trabajos de exploración, planeación y perforación. En suma: disminuir costos y aumentar los beneficios.
Un primer paso para hacer más rentable la actividad petrolera fue de carácter administrativo: reducir gastos y compactar la estructura de personal, teniendo además que proceder a la reubicación de cientos (quizá miles) de plazas.
MÁS PETRÓLEO, MÁS RECURSOS
ACELERAR la obtención de mayor volumen de crudo sí es posible, refiere una nota publicada por diario Presente. Hace algunas semanas este columnista tuvo acceso a reportes de que una firma denominada Tecnologías Tabasco –con patentes registradas en Estados Unidos-, ya construyó redes de distribución de agua y petróleo en campos petroleros. Uno de los más exitosos fue el del campo marino Ixtal, ubicado en aguas del Golfo de México a unos 140 kilómetros de la terminal de Dos Bocas, Paraíso. Con tirantes de agua de 71 y 79 metros. Esto sucedió en el 2013, su resultado fue exitoso.
De acuerdo a los datos consultados, en el Ixtal 45 se pudieron extraer 11 mil 264 barriles diarios de crudo (ciento por ciento aceite), que en dos años significaron 7 millones 840 mil barriles. Si tomamos en cuenta que el costo del pozo fue de 41 millones de dólares, se estima que en ese periodo dejó una utilidad aproximada de 550 millones de dólares, a un promedio de 72.37 dls el barril.
Si esto funcionó, por qué no se le dio un uso sistemático, sería la pregunta obligada. La respuesta la encontramos en la nota que referí líneas arriba. Leamos: “¿Existe la tecnología para mejorar el rendimiento de los recursos y las probabilidades de éxito en la perforación? Según expertos de desarrolladores de la plataforma tecnológica Tabasco Geofield2.0 y Single Well3.0 reconstruir una red de distribución del agua congénita e hidrocarburos en cada campo “permitirá un desarrollo alterno y óptimo”.
“Es posible, aseguran, determinar el número de sistemas con hidrocarburos y fosas con agua congénita, ajustar la historia de producción de cada campo con su red de distribución de hidrocarburos inherente, y estimar el volumen de aceite por recuperar en cada sistema. Esto también permite estimar la rentabilidad de explotación de los sistemas con hidrocarburos de cada campo petrolero”.
BUSCAR OPCIONES
YA SE HA HECHO, como le decía, pero diversos intereses impiden que se convierta en un sistema que ayude a Pemex mejorar el porcentaje de probabilidades para acertarle a las trampas de aceite en una perforación. El mecanismo instaurado por quienes veían a la paraestatal –cuando lo era- en una mina de oro nada tenía que ver con mejorar los rendimientos sino con esa otra forma de huachicoleo: exprimir las finanzas de la empresa (y del país).
Como bien lo señala la nota de este diario la perforación se convirtió en un negocio tan rentable que muchos de los directivos que se jubilaban o renunciaban a la empresa (casi nadie renunciaba en realidad), lo primero que hacían era adquirir equipos de perforación…que le rentan a Pemex.
Un caso ilustrativo de la costosa aventura de la perforación sin planeación es el del proyecto denominado de aguas profundas. Tanto el presidente López Obrador como el director de Pemex, Octavio Romero, han señalado que durante los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto se destinaron 160 mil millones de pesos en pozos que no aportaron ni una gota de crudo. Evidentemente que en las actuales condiciones del país y del proyecto de recuperación de Pemex no sólo los directivos sino también el Consejo de Administración de la Empresa Productiva del Estado (ya no paraestatal) tienen la responsabilidad de revisar a fondo cuáles son los métodos útiles para un mejor servicio público y cuáles sólo se establecieron para las ganancias privadas. (
Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla
)
