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Home Escala Crítica Pemex, la pesada carga de la deuda; reingeniería en medio de la tormenta

Pemex, la pesada carga de la deuda; reingeniería en medio de la tormenta

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 Escala Crítica/Columna diaria

*Una hipoteca que pasó de dos billones de pesos en tres años
*Atacar varios frentes con un solo objetivo: rescatar el petróleo
*El factor Lozoya, una cuestión que todavía dará mucho 
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
PEMEX será una palanca fundamental para el desarrollo del país, sostiene el presidente Andrés Manuel López Obrador. De hecho dividió este proceso en dos etapas: tres años de la estabilización y recuperación de la petrolera, inclusive inyectándole financiamiento, dejando además de quitarle recursos por la vía de los impuestos; la segunda de 2022 a 2024, en la que esta empresa debe estar en condiciones de dar rendimientos al país.
Como se sabe, la petrolera nacionalizada contribuía con 44 por ciento del gasto del Estado Mexicano, pero esta aportación se redujo drásticamente en 2018 cuando el peso de la empresa en el presupuesto nacional ya sólo era de un 20 por ciento. Una caída de casi la mitad, según datos de la Secretaría de Hacienda, Pemex y la Secretaría de Energía (Sener)
Lo que en el sexenio de Enrique Peña Nieto, y sobre todo con la Reforma Energética, fue presentado como un gran logro de menor dependencia del petróleo aparentemente por una mejor administración, en realidad resultó de factores negativos: la caída en los volúmenes de extracción, los menores ingresos por la venta de crudo –menos barriles y a un precio más bajo-, y una notoria política de no inversión para favorecer el proceso de privatización. Entre muchos otros.
Durante el sexenio de Felipe Calderón, los ingresos petroleros llegaron 9.7 billones de pesos; con Enrique Peña bajaron a 7 billones de pesos. Por si fuera poco los volúmenes de extracción cayeron de 2004 a 2018 en casi un millón de barriles menos por día.
 
DIVERSIFICACIÓN OBLIGADA
LOS ESPECIALISTAS que aplaudieron la menor dependencia de Pemex al presupuesto público y la “diversificación de las fuentes de ingreso”, en realidad pasaron por alto un dato que recordó Octavio Romero Oropeza en su más reciente –y extensa- entrevista con Jesús (Chuy) Sibilla: que la deuda de la empresa pasó en sólo tres años –los últimos de Peña Nieto y su equipo en la ex paraestatal- de un billón a dos billones de pesos.
El gobierno de López Obrador recibió la industria petrolera en la peor de las circunstancias. No sólo la ya conocida corrupción y el saqueo multiplicado en los gobiernos de Vicente Fox, Felipe Calderón y Peña Nieto, sino atada a una deuda que se incrementa día con día y en condiciones tan desfavorables que favorecía a la merma de puntos que otorgan las llamadas “calificadoras”. 
A pesar de este escenario, Romero Oropeza sostiene que sí es posible rescatar Pemex. Aunque ha trabajado en varios frentes y debe atender aún otros más, puso como ejemplo el que citamos de la deuda: había que detener esa bola de nieve. Sanear las finanzas, sin olvidar sanear al equipo.
Aunque los temas de economía y números por lo general son áridos, y sirven también para la especulación, un dato concreto ofrecido por el titular de Pemex en la entrevista citada es que no sólo no creció el brutal endeudamiento sino que se frenó y disminuyó. Pasó de “dos billones 56 mil millones de pesos y cerramos el año pasado al 31 de diciembre (…) con alrededor de un millón 970 mil”. 
Se trató, dijo, de toda una reingeniería financiera. En todo este proceso hay que incluir la reducción de la carga fiscal y el apoyo con recursos adicionales por parte de la Secretaría de Hacienda. 
 
TODO AUGE PASADO FUE PEOR
 
COMO le decía en otra colaboración, el reto es una serie de acciones completas y complejas que pasa por una revisión de las trabas burocráticas e intereses creados que impiden movilidad a lo que fue calificado como un “elefante reumático”.
Por qué interesarnos en Pemex: porque de su desempeño depende que haya recursos para el segundo tramo de esta administración. Pero también, porque aun cuando se hable en Tabasco de la diversificación productiva, esta no se dará de la noche a la mañana ni es garantía de que se sostenga. Hemos tenido sexenios con el mismo ofrecimiento. La industria de los hidrocarburos sigue siendo fundamental para “sembrar petróleo”. Sólo que recordemos que esta consigna fue acuñada desde los años treinta por el venezolano Arturo Uslar y la entidad ha pasado por varios “auges” que dejan una cruda de pronóstico.
 
AL MARGEN
EN MEDIO de toda la maraña de asuntos que debe atender la administración de Octavio Romero, se presenta ahora la captura y enjuiciamiento del ex director de Pemex y uno de los funcionarios consentidos de Enrique Peña Nieto: Emilio Lozoya Austin.
Según publicó Wall Street Journal, las autoridades judiciales mexicanas también investigan al expresidente Peña Nieto como parte de la red de presunta corrupción operada por Lozoya. Como lo dijo el presidente López Obrador, los montos y mecanismos fueron de tal magnitud que no podía ocurrir sin el consentimiento y conocimiento de “más arriba”. Pero tampoco sin la participación de un “poco más abajo”.
Jalar el hilo de los nexos e instrucciones de Lozoya, con otros que vienen de sexenios anteriores, puede llevar a un sacudimiento inesperado de la empresa ex paraestatal, de buena parte de la clase política y de una intrincada trama de funcionarios, ex funcionarios, contratistas y facilitadores.
¿Hasta dónde llevará esta investigación? Quizá nos sirva como referencia la investigación brasileña “Lavado de Autos” (en portugués Operação Lava Jato) iniciada en marzo de 2014  y que llevó al asunto Odebrecht que ahora involucra a más de diez países. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )
 
 

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