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Home Cultura Lito/eral Mímesis/Quino (1932-2020), el artista sin ego

Mímesis/Quino (1932-2020), el artista sin ego

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 Mafalda, conciencia festiva y gruñona de una generación          

Pablo del Ángel Vidal
 
Cuando fallecen artistas geniales, dan ganas de mostrar nuestro agradecimiento con una definición: “ente imaginativo y reflexivo que danza alrededor de la condición humana”. Joaquín Salvador Lavado, Quino para la posteridad, murió el miércoles 30 de septiembre en su ciudad natal de Mendoza, Argentina. El creador de Mafalda se autodefinía como “un obrero del dibujo”, lo que refleja la sencillez que imprimía a su vida. Se mudó a Mendoza en 2017, cuando falleció su esposa Alicia, aguerrida mujer que se afanó como agente editorial para la difusión internacional de Mafalda.
Quizás Alicia, que logró contratos inimaginables para su tímido esposo, creyó más en las maravillas de Mafalda que el propio Quino, el artista sin ego. 
 
VIDA Y ARTE, EN CARRILES SEPARADOS
 
Lo que impresiona de Quino es la combinación de genialidad artística y sencillez como persona. En 1987, cuando diversos editores se peleaban en el mundo por revivir las tiras de Mafalda y multiplicaban ofertas, Joaquín Salvador Lavado respondió: “No la extraño. Si Mafalda quiere vivir, allá ella. Yo también quiero vivir… y en eso estoy”. La neurosis del artista le era ajena a Quino, lo mismo que la vanidad del mundo y el trabajo imaginativo por dinero. Si hubiera querido, las carretadas hubiesen aparecido y quizás Mafalda como personaje se habría desdibujado. 
A los 88 años de edad, Quino era un clásico vivo del cómic, arte de “pluma, lápiz y veneno”, como quería Oscar Wilde. Ahora es un clásico a secas, para todos los tiempos. Entre 1964 y 1973, regaló al mundo el Universo Mafalda, que asombró a una generación de niños y jóvenes. Mafalda y sus amigos rompieron contextos culturales y prejuicios de clase. Manolito el abarrotero fue gran amigo de Felipe el soñador, mientras que Libertad, enemistada con Miguelito, secundaba a Mafalda en su insatisfacción inocente frente a los problemas que asolaban el mundo en los años 70s. Vietnam y los efectos de  la televisión, la burocracia bancaria (el papá de Mafalda veía el mundo de la oficina a la manera fantástica de Kafka), los Beatles con indios y vaqueros (lo propio y lo extraño), mariposas y democracia, maternidad y Wall Street, la sopa y Briggite Bardott, fueron temas frecuentes de las viñetas de Quino. Universo de bolsillo al alcance de todos.
 
LOS OJOS DE ZOE, SOBRE MAFALDA 
 
Con el permiso del lector, introduzco en este texto a mi hija Zoe, como testimonio del impacto trans-generacional de Mafalda. Por mi parte, creo que no se trata de mero cariño de padre. Las palabras de Zoe importan para comprender un poco más la sensibilidad del fenómeno Mafalda y su influencia cultural. Ella fue una niña que, por fuera de su generación, también creció con Mafalda.            
“Mafalda es símbolo de la opinión humana con ojos infantiles, acerca del mundo en que vivimos, con infalibles toques de humor; sea en la sociedad o en la política, Mafalda estaba felizmente insatisfecha. Quino reflejaba en las preguntas de su personaje lo que casi todos nos preguntamos: ¿para qué estamos el mundo?, ¿por qué existimos, por qué vivimos? En varias de sus tiras cómicas se trataba de contestar esta pregunta. Manolito, en una ocasión le dijo a Mafalda: ‘Caray, ahorita ando algo apurado, pero puedo resolverlo para mañana’, como si fuera una pregunta ordinaria. Me dio risa y después me puso a pensar. He ahí el efecto Mafalda.
“En el universo Mafalda, a medida que el mundo se abre a la vida surgen los amigos: Susanita, que es como una madre en chiquito de Mafalda y además muy presumida al hablar de su dizque maravilloso futuro con hijitos; Felipe, que le tiene mucha paciencia a Mafalda y siempre sufre cuando tiene que ir a la escuela o hacer los deberes; Manolito, que a pesar de ser bruto a la hora de hablar de la situación mundial, es listo cuando se trata de asuntos sobre comercio; Miguelito, que aunque da la apariencia de ser curioso y tierno, en realidad tiene el ego muy elevado; Guille, el hermanito de Mafalda que resulta ser todo un pingo y dice o hace cada ocurrencia, como enamorarse de Briggit Bardott, y comete alguna maldad de vez en cuando. Y finalmente Libertad, la niña que todo lo ve simple y sin complicarse la vida. Mafalda, en secreto, nos dice que la vida tiene muchas vueltas. Don Quino, el autor, ha muerto. Pero su legado -Mafalda y sus amigos- sigue y seguirá vivo en la cultura de masas. “Hasta pronto, Quino.                      
                          
ECO Y MAFALDA, LA CONTESTARIA   
  
Cuando se tradujeron las tiras cómicas de Mafalda al italiano, el prólogo corrió a cargo del ubicuo Umberto Eco. El maestro dejó las siguientes perlas, a la hora de reflexionar sobre la chiquita argentina mundial.  
Sello de época: “Mafalda no es solamente un personaje de historieta más; es, sin duda, el personaje de los años setenta. Si para definirla se utilizó el adjetivo ‘contestataria’, no es sólo para alinearla en la moda del anticonformismo. Mafalda es una verdadera heroína ‘rebelde’, que rechaza el mundo tal cual es”. 
Comparación a lápiz y tinta: “Para entender a Mafalda es necesario establecer un paralelo con ese otro gran personaje cuya influencia, evidentemente, no le es ajena: Charlie Brown. Charlie Brown es norteamericano; Mafalda es sudamericana. Charlie Brown pertenece a un país próspero, a una sociedad opulenta a la que busca desesperadamente integrarse mendigando bienestar y solidaridad. Mafalda pertenece a un país lleno de contrastes sociales que, sin embargo, quiere integrarla y hacerla feliz. Pero Mafalda resiste y rechaza todas las tentativas. Charlie Brown vive en un universo infantil del que, en sentido estricto, los adultos están excluidos (aunque los chicos aspiren a comportarse como adultos). Mafalda vive en una relación dialéctica continua con el mundo adulto que ella no estima ni respeta, al cual se opone, ridiculiza y repudia, reivindicando su derecho de continuar siendo una nena que no se quiere incorporar al universo adulto de los padres. Charlie Brown seguramente leyó a los ‘revisionistas’ de Freud y busca una armonía perdida; Mafalda probablemente leyó al Che”. 
De la pampa para (y para) el mundo. “El universo de Mafalda no es sólo el de una América Latina urbana y desarrollada: es también, de modo general y en muchos aspectos, un universo latino, y eso la vuelve más comprensible que muchos personajes de las historietas norteamericanas. En fin, Mafalda, en todas las situaciones, es una ‘heroína de nuestro tiempo’, algo que no parece una calificación exagerada para el pequeño de personaje de papel y tinta que Quino propone. Nadie niega que las historietas (cuando alcanzan cierto nivel de calidad) asuman una función cuestionadora de las costumbres”.
Cómo tratar a quien quiere bajarse del mundo. “Mafalda refleja la tendencia de una juventud inquieta que asume aquí la forma paradojal de disidencia infantil, de esquemas psicológicos de reacción a los medios de comunicación de masas, de urticaria moral provocada por la lógica de la Guerra Fría, de asma intelectual causada por el Hongo atómico. Ya que nuestros hijos van a convertirse -por mérito nuestro- en otras tantas Mafaldas, será prudente que la tratemos con el respeto que merece un personaje real.”
Quino, al finalizar los años 70s del siglo XX, realizó diferentes obras en las que trató de distanciarse del universo Mafalda. Su temática doble, constante y contundente, fue la confusión y la soledad del mundo. Por supuesto, esos trabajos (notables, complejos, de mayor madurez)  no tuvieron la difusión que alcanzó Mafalda. Recuerdo al escritor inglés Arthur Conan Doyle, que en los últimos años de su vida –lo declaró en entrevistas- no soportaba la fama de su detective Sherlock Holmes. Creo que el caso de Quino con Mafalda es diferente. El artista sin ego se alegraba de las travesuras intemporales de su personaje más famoso, y al parecer su vida no dependía del éxito o fracaso de sus obras. 
Madurez sin estridencias, resulta la lección de Joaquín Salvador Lavado, Quino en sus ratos –largos ratos- de inspiración.                             
 
 

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