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*Munguía: un equipo que estudió varias experiencias mundiales 

*No basta construir muros y canales para desalojar, hay que aprovechar

*La pérdida del territorio, una realidad que ya alcanzó a los tabasqueños

 

Víctor M. Sámano Labastida

 

EN TABASCO actuamos como si la más reciente inundación fuera la última, advierte Emmanuel Munguía Balvanera, ingeniero y doctor en Hidráulica, quien propone que en el nuevo plan de gestión del agua anunciado por el presidente Andrés Manuel López Obrador se escuche a las comunidades afectadas y a los investigadores que residen en Tabasco. También que no nos ganen las prisas: primero atender a los afectados y luego buscar entre todos una respuesta sustentable. 

Platiqué con Munguía Balvanera poco después de las inundaciones catastróficas del 2007; volví a conversar ampliamente con el también catedrático de ingeniería en la UJAT este 2020, ante la nueva oleada de inundaciones: tres en una temporada. Hace más o menos una década el especialista llamó la atención sobre las características del territorio tabasqueño en permanente formación y sobre los riesgos de los rellenos para la infraestructura urbana, entre otros.

Considera que después de las catastróficas inundaciones en Tabasco debemos haber aprendido que es insuficiente pensar sólo en la infraestructura para controlar el agua, también que se tiene que actuar en toda la cuenca, contar con una estrategia general y, sobre todo, aprovechar el abundante recurso natural. Hay que cambiar el criterio de buscar únicamente cómo desalojarla, debemos retenerla y usarla adecuadamente, señala.

VISIÓN DE CONJUNTO

JUNTO A Glenda Lizbeth López Broca, Miguel Ángel Balladares Sánchez y María de los Ángeles Pérez Villar, un equipo encabezado por el doctor Munguía Balvanera elaboró una “Propuesta de Visión” de un plan de agua para Tabasco. Es resultado de una exhaustiva revisión de diversas experiencias internacionales con la finalidad de “esbozar una propuesta para la cuenca Grijalva-Usumacinta y la zona petrolera del sureste mexicano”. 

Un paso fundamental, por supuesto, es tomar en serio el problema. Nada se puede fincar en Tabasco mientras no exista lo que hemos denominado en esta columna seguridad territorial. El lugar más seguro debe ser el hogar, luego la colonia, el poblado, la ciudad; sin esta seguridad –que no es sólo el combate a la delincuencia- todo será provisional, incierto

Tan no se toma en serio el problema de las inundaciones que, me comenta el investigador universitario, después de la catástrofe de 2007 “la Conagua adquirió un equipo para emergencias lo tiene en Cárdenas. Son camiones, bombas, mangueras, No se usó en diez años. No sirven los motores, las llantas están deterioradas, las mangueras resecadas. No sirve nada”. Otro problema –señala- es que el equipo de bombeo no es suficiente. 

Y el equipo de bombeo se tenía que prever porque “el poner barreras en Villahermosa cuando llueve bastante fuerte, con el muro se estanca el agua”, además del abandono que ya conocemos en todo el sistema de drenaje. Las barreras –apunta Munguía Balvanera- sirvieron de protección, pero “cuando sube el agua a nivel de muro se corre el peligro que se caiga esta estructura.  También confinar un rio tan importante en un espacio tan reducido es peligroso. No es suficiente. Lo que hay que hacer es aguas arriba una retícula de canales, como los mayas”. 

Explica: “Los canales van combinados con muros y bombeo. Los que han sido eficientes son los de Cunduacán, en el Samaria. Son muros a gran distancia del rio que cuando se desborda en un espacio controlado; es la forma en que se deban poner”.

 

ESTO NO ES UN JUEGO

 

TAMBIÉN cuestiona la mala construcción de los bordos que se derrumbaron o presentaron filtraciones. Reitera: “Hay que recordar que los equipos y la infraestructura abandonada no funcionan”. Esto nos refiere a lo sucedido con El Macayo, que “entregado” por Enrique Peña Nieto en 2013 –a un costo oficial de 1,100 millones de pesos, la actual administración lo encontró saqueado, desmantelado, azolvado. 

Esperemos que los tomadores de decisiones analicen el trabajo comparativo de los “planes de agua” realizado por los investigadores. Sobre todo que se comprenda que a la naturaleza no se le engaña ni se pueden esperar milagros, sino una acción organizada y eficiente.

Anotan: “se buscaron resultados exitosos para tratar de adaptarlos, pero no es tan sencillo, cada lugar del planeta tiene semejanzas y particularidades. Los Planes de Agua revisados se distinguen por mostrar acciones, agrupadas en estrategias, con sus políticas y sustentadas en una Visión. Las acciones con una Visión clara del futuro pueden cambiar el rumbo de una nación y el mundo. Si la Visión se fundamenta en un documento llamado Plan entonces es un primer paso”. Un Plan no debe ser una respuesta coyuntural, debe tener una visión y compromiso a largo plazo.

AL MARGEN

EN ALGUNA ocasión le pregunté a Enrique González Pedrero, ex gobernador de Tabasco, sobre un alcance más allá de lo material de los puentes y caminos construidos durante su sexenio. Tengo la impresión –le dije- que es más que una infraestructura. Respondió, palabras más palabras menos: la teoría del  para el enseña que para que haya gobierno debe haber población y territorio; Tabasco tenía un habitantes dispersos y en los físico era un archipiélago. Para gobernar había que construir población y territorio, eso se hizo con los puentes. Ahora el agua retoma sus espacios y disminuye el territorio. Hay que reconstruirlo.

UNA SERIE de imágenes que ayer circularon, tomadas desde el aire, permite observar cómo estaba Balancán antes del desborde del Usumacinta y cómo después. Refleja una realidad de Tabasco: el cambio climático ya está aquí. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )