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Home Escala Crítica Partidos o personas, el sentido del voto; mejorar instituciones y ciudadanía

Partidos o personas, el sentido del voto; mejorar instituciones y ciudadanía

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 Escala Crítica/Columna diaria

*Ventaja para quien sepa equilibrar candidaturas y credibilidad
*Voto más volátil, se diluyen ideologías; urge recuperar valores
*Después de junio, una reagrupación partidista; hacia la extinción 
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
VOTAR por partidos o por la persona, es un tema que resulta cada vez más frecuente en las campañas políticas. Para los partidos que están en desventaja por sus resultados en las urnas o falta de estructura evidentemente que centran su propaganda en las características de los candidatos; para lo que están en el poder, la combinación óptima es la persona y el instituto que postula. Ocurre el caso de aquellas agrupaciones que estando en el poder desdeñan la fuerza del electorado y pretenden que ganará quien sea, no importando su perfil. 
Esto último sucedió en México durante más de medio siglo de la hegemonía del PRI. Es un error del que deben aprender todas las organizaciones y actores políticos. El voto es cada vez más volátil; quedaron atrás los tiempos del llamado “voto duro”. Son tiempos del “voto útil”. 
Ahora, cuando los institutos políticos en Tabasco están registrado candidatos y candidatas, se entiende que valoraron muy bien las características de sus aspirantes. Aunque tuvieron que sujetarse también a las limitantes de las autoridades electorales en materia de género.  En los llamados “partidos grandes”, o aquellos que tienen grupos de interés y corrientes internas, el equilibrio pasa por el “reparto de cuotas”…a veces contraproducentes.
 
VIRTUDES CONTRA VICIOS
COMO lo estamos viendo en el caso de Morena, la disputa por las candidaturas es mayor mientras más posibilidades tiene un partido en relación a sus votos anteriores y por los recursos para las campañas. Cuando se trata de una organización pequeña su calvario es conseguir quién se anime a estar en las boletas; también se abre la posibilidad de los candidatos sin partido, independientes.
El dilema de partidos o candidatos requiere una respuesta con matices. Lo deseable, le decía, es el equilibrio entre un buen desempeño como institución y una selección adecuada de sus postulantes. Descuidar uno u otro factor lleva a la derrota. Hay que ofrecer al votante más virtudes que vicios.
En mayo de 2018 la Universidad del Valle de México, en la capital del país, publicó los resultados de una encuesta según la cual tres cuartas partes de los mexicanos (un 76 por ciento) afirmó que decide su voto por la persona más que por el partido. Una afirmación polémica, pero que indica el sentido cambiante de la política, o el desgaste y descrédito de las instituciones. Algo que no es bueno para la democracia y para la convivencia social.
El estudio “Votaciones y expectativas del nuevo gobierno 2018”, también refiere que un 72 por ciento de los interrogados afirmó que votar era importante sin importar el resultado de la elección. Un porcentaje muy alto si consideramos los niveles de abstencionismo. Aunque 2018 fue un año muy especial en términos electorales.
 
MEZCLAS O ALIANZAS
 
VOLVIENDO a la cuestión de partidos o candidatos(as), sin duda que en esta etapa, cuando apenas comienzan las campañas formales, Morena se encuentra en una situación aparentemente holgada: a nivel nacional tiene como partido un 40 por ciento de intención del voto para diputados federales, el PAN sigue en un 11 por ciento, el PRI con 10 y el PRD con 3 puntos (El Financiero). Hay una variante hacia arriba de dos o tres puntos.  
Para aumentar sus posibilidades, de acuerdo a los estrategas partidistas, PRI-PAN y PRD, decidieron una alianza parcial para las federales; sin embargo irán separados en varias locales. El Movimiento Ciudadano, otra de las organizaciones con antigüedad en su registro, decidió ir por sus propios votantes.
En el estudio de referencia de la UVM el 52 por ciento de los encuestados consideró que los partidos políticos seleccionan a sus candidatos en razón de la popularidad más que por su ideología. Aunque el análisis se realizó hace tres años, esto explicaría por qué se recurre a las alianzas entre formaciones que en el discurso aparecen como discordantes. También este aparente “fin de las ideologías” dio lugar a un pragmatismo que permitió sentar sus reales al cinismo y la falta de ética en el comportamiento de líderes y ciudadanos.  
Todavía recordamos aquel estudio realizado por varias universidades y centros de educación en 2014 cuando se indicaba que la confianza de los ciudadanos hacia los partidos políticos y diputados era menor al 20 por ciento; pero lo más preocupante: 70 de cada cien dijeron que “no se puede confiar en la mayoría de las personas”. Una ruptura del tejido social. Esto tiene una razón: sólo la tercera parte de los mexicanos expresó su credibilidad en las autoridades.
¿Fue esto lo que desembocó en los resultados de las elecciones del 2018?, ¿el golpe brutal al sistema de partidos? 
En las elecciones de junio seguramente tendremos algunas respuestas. Lo que sigue será una recomposición de los partidos políticos; las coaliciones pueden terminar en la fusión de organizaciones y la desaparición de formaciones tradicionales. 
Me parece que un papel determinante en la orientación del voto lo tendrán los valores que distingan a los candidatos y candidatas: pueden sumar o restar puntos a las siglas de un partido o alianza. 
AL MARGEN
NO HAY DUDA que Morena tiene actualmente una intención del voto que le da ventaja frente a sus competidores; pero en los comicios del 2018 observamos también que pese a la arrolladora presencia de su líder Andrés Manuel López Obrador, puede haber diferencias a ras de municipios y ahora también se calificarán las administraciones locales. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla
 
 

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