Escala Crítica/Columna diaria
*Un hombre de 90 años, ofrece una lección de vida
*La insurrección pacífica, en defensa del futuro
*Para el 2012, una competencia de coaliciones
Víctor M. Sámano Labastida
TIENE 94 años y aún encuentra motivos para no sucumbir al conformismo, Se llama Stéphane Hessel. Presentó en México su libro “Indígnate. Un alegato contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica”. Quizá usted recuerde la frase: “Dejar de luchar es comenzar a morir”, que se convirtió en el credo de la agrupación de jubilados en México. Hessel busca hacer honor a ese principio desde su propia expresión: “Crear es resistir, resistir es crear”.
El alegato del sobreviviente de los campos de concentración nazis en Buchenwald y activo militante de la resistencia francesa, va dirigido a los jóvenes del mundo. “Noventa y tres años. Es algo así como la última etapa. El final ya no está muy lejos. ¡Qué suerte poder aprovecharlos para recordar lo que fueron los cimientos de mi compromiso político”, dice Hessel quien asume que su actitud vital ha sido la indignación ante la injusticia.
CÍRCULO VIRTUOSO
¿POR QUÉ hablar de Hessel en esta columna? Ahora que se insiste en la recuperación de valores, cuando escuchamos quejas por la pérdida de brújula de la sociedad, resulta fácil encaminarse hacia el discurso moralista. Y volver al mismo punto de donde se parte. El espejo de la virtud propia es engañoso.
Dice este hombre nonagenario: resulta cierto que “las razones para indignarse pueden parecer menor nítidas o el mundo demasiado complejo. ¿Quién manda?, ¿quién decide? No siempre es fácil distinguir entre todas las corrientes que nos gobiernan”.
Ya no se trata –apunta- “de una pequeña elite cuyas artimañas comprendemos perfectamente. Es un mundo vasto, y nos damos cuenta que es interdependiente. (…) pero hay cosas insoportables. Para verlo, debemos observar bien, buscar. Les digo a los jóvenes: busquen un poco y encontrarán. La peor actitud es la indiferencia”.
Refiere el autor de “Indígnate”, que “la historia está hecha de conflictos sucesivos, la aceptación de desafíos. La historia de las sociedades progresa y, al final, cuando el hombre ha conseguido su libertad completa, obtenemos el estado democrático en su forma ideal”. Esta utopía puede discutirse.
También apunta: “existe otra concepción de la historia. Los progresos alcanzados por la libertad, la competitividad, la carrera del “siempre más”, todo esto puede vivirse como un huracán destructor”.
EL CORAZÓN Y EL BOLSILLO
AUNQUE Hessel habla de los valores expresados en compromisos sociales como la libertad, la igualdad y la fraternidad, se puede observar el lado práctico, que se manifiesta en la inseguridad, en la violencia, en la pobreza o en el riesgo de padecerla. Cito aquí un dato relativo a nuestro país: sólo el 20% de la población estaría -por ahora-, a salvo de verse afectado por la crisis. El 50% está en la línea de la pobreza o por debajo de ella, y el 30% se ubica en situación de riesgo. A salvo sólo dos de cada diez mexicanos.
En este sentido, el reclamo de Hessel puede aplicarse a ese patrimonio que deberían cuidar los jóvenes: el de los derechos económicos, sociales y políticos. Las pensiones por jubilación han disminuido, los servicios médicos públicos deterioraron su calidad y eficacia, los salarios registran una notoria merma, el empleo escasea, la educación pasa a ser un privilegio, los avances democráticos son regateados.
El empobrecimiento, la debilidad de las instituciones y la inseguridad pasaron de ser un peligro a una dramática realidad. Si continúa el deterioro, la vida futura de los niños y jóvenes de hoy será más dura.
Dice el escritor en “¡Indígnate!” que “cuando algo te indigna como a mí me indignó el nazismo, te conviertes en alguien militante, fuerte y comprometido. Pasas a ser parte de esa corriente de la historia (…) Esa corriente tiende hacia mayor justicia, mayor libertad, pero no hacia esa libertad incontrolada del zorro en el gallinero”.
Entre muchos de sus exhortos, Hessel les dice a los jóvenes: “Si se encuentran con alguien que no se beneficia (de los derechos universales), compadézcanlo y ayúdenlo a conquistarlos”.
Pero al reclamo de Hessel que le dice a los ciudadanos: “¡Indígnate!”, yo añadiría: infórmate para indignarte, o indígnate de manera informada.
ALIANZAS Y CORRECCIONES
LE COMENTABA en mi colaboración de ayer que no debe sorprendernos el acuerdo del PRI tabasqueño hacia las alianzas. En las 24 elecciones para gobernador del 2009, 2010 y 2011, el tricolor fue (o irá, porque falta Michoacán) en 23 con alguno de sus aliados o con los dos: PVEM y Panal. En cambio, y aquí corrijo unos datos referidos pero que no cambian el sentido de mi argumento, el PAN fue en 15 estados solo y el PRD en 10. Las coaliciones que estos institutos hicieron con partidos regionales serán motivo de otra reflexión.
Es de llamar la atención que el PRI lo mismo tuvo de aliado al Panal, que lo contó entre sus adversarios. Con el PVEM y Panal juntos, el tricolor acudió a disputar doce gubernaturas; solo con el PVEM fue en ocho y acompañado solo del Panal estuvo en tres. Se puede observar que el aliado más constante de los priístas son los del partido verde.
En cambio, los que dieron una sorpresa con sus alianzas en el 2010 fueron el PAN y el PRD, que acudieron juntos en cinco elecciones. Ya antes habían sido socios, pero en esta ocasión resultaba inusual por la confrontación que mantienen desde el 2006. Los panistas, que a principios de la década caminaron junto con el PVEM, en los años recientes se acercaron al Panal, con el cual se asociaron en 4 entidades.
El PRD mantuvo con altibajos sus pactos con el PT y Convergencia; de las 24 elecciones sólo pudo coaligarse en nueve, llegando incluso –como sucedió en Zacatecas- a tener al PT como su más férreo opositor. Hay socios adversarios y pactos de conveniencia. (
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