VAMPIROS MULTINACIONALES, LA GLOBALIZACIÓN Y LA CONSPIRACIÓN CONTRA LA CULTURA POLÍTICA

Sábado, 07 de Marzo de 2015 00:53 Editor
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 Escala Crítica/Columna diaria

Víctor M. Sámano Labastida
* La sustitución de los gobiernos y la desaparición del ciudadano
*Hablemos de Julio Cortázar, Fantomas y un libro cómic visionario
* Los hilos del poder pasan por la cultura o por la anulación del saber 
 
HAY QUIENES afirman que ya los gobiernos no nos gobiernan, que en realidad el verdadero poder está en las grandes corporaciones financieras y en manos de los multimillonarios. Algunos estudiosos le han puesto número: son 200 grandes firmas multinacionales que dictan la política mundial y el comportamiento de gobiernos y ejércitos. 
La revista Rebelión.Org refiere que “el comercio mundial (en más de un 50%) y la inversión de capital en el extranjero (en más de un 75%) se concentran en tres únicos polos: EEUU, Japón y la UE. Y excluye áreas enormes del planeta, en África por ejemplo, marginándolas de los flujos de mercancías y de capitales. Las cadenas del viejo colonialismo militar reaparecen en la etapa de la globalización como cadenas financieras y económicas”.
¿Y esto a nosotros qué?, podrían decir algunos de los pacientes lectores si es que han llegado más allá de las primeras líneas de un escrito que no refiere las calenturas de los políticos locales. Pues le diré que parte de la actual discusión sobre la Ley de Aguas y la privatización del vital líquido podría tener relación con la voracidad de las multinacionales.
Como en otras entregas sabatinas, abusaré de su tiempo para comentar un algo que trascienda la grilla local.
 
“GLOBALIZACIÓN, cuántas trampas se construyen en tu nombre”, escribió el  hindú Amartya Sen, Premio Nobel de Economía en 1998 y uno de los mayores críticos del libre mercado sin regulaciones. Esta frase resulta el epígrafe adecuado para Fantomas contra los vampiros multinacionales, del argentino Julio Cortázar (1977), un libro/cómic visionario que desde la ficción desnuda la realidad del poder transnacional de las corporaciones. Ojo, hablamos de finales de los años setenta. Curiosamente, la palabra Globalización no aparece en la obra de Cortázar, aunque de eso trata. Las trampas globalizadoras no son sólo verbales: son trampas de acumulación de la riqueza que deben desmontarse desde el funcionamiento del poder en distintos campos, incluyendo el campo de la cultura, como hace Cortázar con maestría.      
 
EL FUNERAL MUNDIAL DEL LIBRO 
 
PARA LOS JÓVENES diré que el libro/cómic de Fantomas es un clásico. Maneja una premisa narrativa inverosímil, imaginando que una conjura mundial para desaparecer los libros provocaría el dolor y la ira de las masas. Esto no ocurriría, me parece, en ninguno de los mundos posibles de la modernidad en cualesquier latitud cultural. Los libros colega minoritario lector se han vuelto prescindibles e incómodos.
La escena clave en México: el poeta Octavio Paz habla por teléfono con Fantomas. El diálogo es como sigue:
Fantomas: ¿Muchos problemas en México?
Octavio Paz: Ya no se encuentra un solo ejemplar de (Carlos) Fuentes, (Agustín) Yáñez, (Juan) Rulfo y (Juan José) Arreola.
Fantomas: Qué desgracia.
Octavio Paz: La gente llora en la calle. 
Duele decirlo, pero la gente no lloraría en la calle por la desaparición de libros entrañables. No habría lágrimas multitudinarias. 
Por supuesto, los literatos e intelectuales que aparecen en la trama, como Susan Sontag, Octavio Paz, Gabriel García Márquez, Alberto Moravia, Carlos Fuentes y el propio Cortázar, lamentarían la desaparición de lo mejor de la literatura universal. Lo mismo que aquellos lectores que han sido llamados por Thomas Mann como “los últimos cristianos”. Pero no son una mayoría cultural en ninguna parte, lamentablemente. En este sentido, la premisa de Cortázar (el lamento masivo por el adiós a los libros) es lo que en psicología se conoce como ‘proyección’: un escritor de gran formación cultural quisiera que la mayoría respondiera como él lo imagina. Pero pregunte usted, por ejemplo, al Presidente Enrique Peña Nieto, que en diciembre de 2011 no pudo armar una lista de tres libros significativos en su vida. Aunque no sólo él, hay una especie de políticos-teflón inmunes a la lectura, salvo excepciones. Ahí tenemos a Vicente Fox, por ejemplo, para quien la ignorancia era motivo de presunción.
La idea de Cortázar, por supuesto, refleja el anhelo humanista por excelencia: una sociedad alerta, cultivada en las virtudes a través de la lectura de conflictos que son hondas enseñanzas existenciales. 
  
CÓMIC, ÉPOCA E IDENTIDADES CULTURALES  
 
¿TENEMOS entonces un error garrafal de Cortázar, atrapado en falta por su gran amor a la literatura, en un intento por fusionar alta cultura y cultura de masas a través del cómic vanguardista? Tal vez sí, aunque la historia de “Fantomas contra los vampiros multinacionales” se disfruta todavía como un documento cultural que muestra la tendencia latinoamericana de los años setenta del siglo XX: los villanos son norteamericanos de la CIA, que además meten su cuchara (militar/diplomática) en asuntos de gobierno, por ejemplo en Chile, durante la era de Salvador Allende (1970-1973).    
En el tono melodramático que el folletín novelesco heredó al cómic se encuentra un eco de parodia. Los conflictos en el cómic y el folletín novelesco deben ocurrir exageradamente, porque de otra manera el sabor se pierde: la emoción, la identificación con un suceso y con determinados personajes. Villanos y héroes deben aparecer con claridad. Malos y buenos. 
 
LITERATURA, GLOBALIZACIÓN Y CULTURA DE MASAS
Cortázar fue un literato innovador en la novela, el ensayo y el cuento. 34 años después, la gran virtud de “Fantomas contra los vampiros multinacionales” es la capacidad de fusionar el arte literario y el arte del cómic a través de la realidad cultural de los años setentas, con la mirada europea (París, Roma, Barcelona, Londres), la mirada americana anglo (Nueva York), y la mirada latinoamericana (México, Buenos Aires, Santiago de Chile, La Habana), todo matizado por la mirada utópica de un Fantomas que –héroe de cómic- es ubicuo, irónico y de recursos ilimitados, cual debe, como “amenaza elegante” que es para cualquier sistema cultural petrificado.
La lectura de masas o, para ser más precisos, de los individuos que conformamos esa abstracción llamada masa, fue la ilusión del siglo XX. Esta ilusión no ha fenecido en el siglo XXI. ¿Algún día la desaparición de los libros producirá un lamento mundial de lectores? Cortázar lo soñó para otros lectores que perseveran en “la verdadera inteligencia”, como dijo Francis Scott Fitzgerald: “pensar que las cosas no tienen remedio y sin embargo mantenerse decidido a cambiarlas”.  ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )