Las firmas y los independientes, carrera de obstáculos ante destapes tradicionales

Miércoles, 29 de Noviembre de 2017 00:33 Editor
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 Escala Crítica/Columna diaria

*Requieren casi un millón de firmas sólo para en registro
*En los partidos, como en el Himno, “por el dedo se escribió”
* Deshojar la Margarita; El Bronco del norte, sin visión de sur 
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
Los aspirantes a una candidatura independiente para aspirar a la Presidencia de la República requieren por lo menos 852 mil firmas de respaldo para obtener el registro. Un contraste evidente con lo que requieren los candidatos de partido, o como en el PRI candidatos sin afiliación formal. José Antonio Meade Kuribreña sólo requirió el visto bueno del Señor Presidente, como en los viejos tiempos. Aunque hubo todo un proceso para abrirle camino.
En la acera de enfrente, Andrés Manuel López Obrador no necesitó ninguna firma sino sólo la construcción de un partido para esos fines, luego de su complicada experiencia con un partido casi ajeno en el 2006 y 2012. Del lado del PAN, el abanderado tripartita requerirá por lo menos de la firma de otros dos asociados renuentes: los líderes del PRD y MC. No tan segura ya.
Le comenté que ante el descrédito real e interesado de los partidos “realmente existentes”, un amplio segmento de ciudadanos ha buscado refugiarse en aventuras aparentemente refrescantes. Si vemos los resultados, ha sido una especie de ruleta rusa. La esperanza –sin objetivos claros y bases sólidas- no siempre tiene finales felices.
 
MOTIVOS DE LA SACUDIDA
 
¿Es realista pasar por el cuchillo de la tabla rasa a los partidos políticos?, ¿o es una fuga hacia adelante creer que los gobernantes de extracción ciudadana resolverán los problemas estructurales sin ayuda partidista? El tiempo que vivimos tendrá las respuestas sobre la eficacia o no de este cambio de guardia. México en el 2018 tendrá una respuesta a medias, porque la búsqueda de candidaturas independientes se antoja a) convenenciera (Zavala se fue del PAN con un guión calderonista de oportunismo en el bolsillo), b) sin proyecto (Jaime Rodríguez, el Bronco, ha mostrado las grietas del gobierno independiente en Nuevo León, aunque sus detractores además le endosan un priismo disfrazado), c) distractora, para pulverizar el voto de oposición. 
Hay por supuesto un activismo auténtico en otras trincheras. Se aceptan más lecturas, todas ellas sin viabilidad y sentido estratégico, lamentablemente. Se incluye la decisión testimonial del EZLN para participar con una mujer indígena como candidata presidencial. ¿Qué hacer, hacia dónde inyectar esperanza y votos? Hay improvisación y emoción, más allá de las ganas de enfrentar a los desgastados partidos políticos.    
La complejidad de este fenómeno cultural y político, debería documentarse caso por caso. Cada circunstancia nacional ha sido distinta: la izquierda (Grecia, Inglaterra) ha tenido una resurrección con sentido pragmático; la centroderecha (Argentina, España) se ha preocupado por atacar problemas económicos ante el caos reinante; una izquierda imaginativa se dejó ver en Brasil y Francia, pero los problemas estructurales de la globalización no dejan mucho campo al optimismo; mientras tanto, en EEUU la imagen pendenciera y proteccionista empresarial de Donald Trump, tiene al mundo en vilo, como si fuera un castigo por la osadía ciudadana de despreciar a la clase política de mayores grados académicos en el planeta. El punto en común es la irrupción de personalidades carismáticas que buscan el poder, sin ser políticos profesionales. El resultado: equipos de trabajo sin brújula sostenida por la realidad. Trump, por ejemplo, lleva 14 cambios de primer nivel en su gabinete, en 9 meses de gobierno
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CALDO GORDO, ALBÓNDIGAS MORENAS
 
Zavala se visualizaba con la estructura panista para competir por la presidencia. No la tendrá, a menos que ocurra un despropósito político. Esto sacude las aspiraciones de la ex primera dama, que recorre universidades y organizaciones civiles para juntar el casi millón de firmas, con el tiempo en contra (hasta diciembre, y ya). 
Rodríguez (El Bronco) sabe que en el norte puede prender, pero si mira hacia el sur no hay verde, sino un desierto árido para él. Su visión tosca, determinista y primermundista, en sentido empresarial, no caza con las zonas más golpeadas del país. El sur es de otra madera. 
Bajo este enfoque, resulta evidente que la candidatura de López Obrador por Morena en México pretende ser la irrupción ciudadana exitosa. Por lo menos, recoge la indignación, aunque no basta. Con tres años de Morena en  participación creciente –él con un activismo de casi tres décadas-, sacudiendo el polvo de las tradiciones partidistas, recorriendo dos y hasta tres veces todos los municipios del País, aparece como un independiente con partido/movimiento, aunque sus críticos –y hasta simpatizantes- ven con preocupación una especie de monólogo frente al proyecto nacional democratizante que el país necesita. Un escenario de misterios y rebatingas, pero es lo que hay. Al día de hoy, Morena es lo que pinta ciudadano o por lo menos va por ese voto. No valen las comparaciones con el PRI, y otra cosa es el proyecto con la sombra cardenista de justicia social que se impone siempre moderna, no prehistórica. Otra cosa es negarle a los podres su derecho a una vida digna.
El Frente PAN, PRD y MC tienen la esperanza de quitarle plumas a ese gallo y al tricolor ahora matizado. De ahí el adjetivo: frente ciudadano. Pero pesan más las inercias cupulares. Sería lamentable que no hubiese otra opción para obligar a contrastar propuestas, no personalidades.
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