Un elefante en la sala: ausencia pública de proyecto de Nación

Lunes, 18 de Diciembre de 2017 13:02 Editor
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 Escala Crítica/Columna diaria

* PRI: cambio de estatutos para candidatear; un plan en espera
* PAN/PRD/MC: pragmatismo político y confusiones ideológicas
* Morena: nacionalismo en la era global; alianzas polémicas
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
Un proyecto de nación no genera votos en las urnas. Ésa es la razón por la que los partidos políticos no trazan un horizonte programático ante la opinión pública. Es noticia de segunda. Se considera poco mediático discutir estrategias de mediano y largo plazo. Un proyecto de nación se visualiza en el tiempo, mientras que un proyecto político y el escenario económico viven del corto plazo, a la espera de popularidad. El poder quiere preservar su poder. Los que no están lo quieren…para preservarlo. De ahí la efervescencia político electoral cada 6 años, como si el país saltara a las brasas.
La publicidad política, con tono agresivo y de escándalo, no admite debates estructurales ni valores sociales. El proyecto de Nación -como discurso  público- se arrincona y se olvida, mientras el escándalo nutre a los políticos. Ya lo planteamos en otra Escala Crítica: vivimos en el escándalo y del escándalo. En ese ambiente social, los proyectos de Nación se desdibujan al presentarse en sociedad. Provocan alergia: nadie los quiere discutir y contrastar, salvo en generalidades típicas. 
Y, justo es decirlo, la ciudadanía no empuja esa agenda pública tan necesaria en tiempos electorales. Exploremos la presencia/ausencia del elefante en la sala, advirtiendo que un proyecto de nación no es meramente un modelo económico: “es una descripción integral y estratégica del ejercicio gubernamental con aplicación del derecho y cuidado de la seguridad territorial, a través de figuras de autoridad y poder soberano en diferentes niveles, con miras a un desarrollo dinámico de potencialidades culturales, sociales y económicas, en el mediano y largo plazo”. (Norberto Bobbio). 
 
ASAMBLEA Y ESTATUTOS
 
UNA MUESTRA del elefante en la sala lo fue la última asamblea nacional del PRI, que tuvo 6 mesas de trabajo con revisión de objetivos, políticas y estrategias bajo las cuales aglutinar al partido en el poder. Parecía el primer acto de un diseño programático interesante, pero ¿qué fue lo que trascendió en las primeras planas de diarios nacionales, lo mismo que en inserciones pagadas por el mismo PRI, difundidas en medios electrónicos? La noticia de que el PRI había cambiado sus estatutos para dar paso a un posible candidato presidencial no militante. De los demás asuntos discutidos, silencio.
Lo lamentable no el eco del futurismo político que luego cristalizó en José Antonio Meade K. , exsecretario de Hacienda y hombre transexenal desde Zedillo hasta Peña Nieto (con intermedio foxista y calderonista). Lo lamentable es que, desde la dirigencia nacional del tricolor, Enrique Ochoa enfatizara “el ajuste estatutario, acorde con los nuevos tiempos”, por encima de cualquier otra conclusión de las mesas de trabajo, donde más de mil 500 priístas intercambiaron ideas sobre su visión de país. Con ese acto de escapismo en torno al proyecto de Nación, podría decirse que el nuevo PRI es el viejo PRI: habla de justicia social, mientras afianza un modelo económico que palomean las élites...para las élites.       
LOS SECRETOIS DEL FRENTE
 
REPARTO del pastel posible, fue lo que se vio en los medios. Mientras con candidaturas y fintas trituraron a Miguel Mancera (el político mejor posicionado por el PRD en las encuestas), no se conoce públicamente el proyecto de Nación del Frente tripartita. Es cierto que hay un documento entregado al Instituto Nacional Electoral (INE), donde la cereza en el pastel resulta la figura del gobierno de coalición. Pero ideológicamente, diversos temas sociales se complican al meter en el mismo saco al PAN y al PRD. ¿Cómo resolver cuestiones delicadas con coherencia, desde la izquierda y desde la derecha? 
El funcionamiento de PEMEX, la recaudación fiscal, el aborto, la participación del ejército en cuestiones de seguridad. La danza no es armónica, ni mucho menos, aunque cuadren las candidaturas con el chico maravilla a la cabeza: Ricardo Anaya, precandidato presidencial, contra viento y marea. Del Movimiento Ciudadano poco hay que decir, salvo su voluntad camaleónica: hace lo que sea para obtener una rebanada (17% de las candidaturas posibles). Está en lo suyo.    
Los críticos señalan que el Frente no tiene proyecto de Nación coherente. Falta la difusión del documento entregado al INE. Terminada de perfilar su candidatura, el énfasis debe ser en la propuesta, una prioridad que pasó a segundo plano.
 
MORENA Y EL TERCER PROYECTO
 
LÓPEZ Obrador, con su Morena, es quien más se acercaría al diseño de un proyecto de Nación. Su eje: nacionalismo juarista y cardenista en el marco de la globalización. Ruta difícil, que pasa por defender la soberanía en una era de feroz interdependencia. AMLO acaba de resbalar, por cierto, cuando habló de “explorar todas las posibilidades para traer paz a México”. La posible amnistía al narco fue festinada por sus críticos, que no le dieron importancia a las 300 cuartillas y anexos del programa de gobierno 2018-2024. Esto amerita un comentario aparte. ¿Qué falla en AMLO y su proyecto de Nación? La extrema fragilidad para incorporar a la clase empresarial. Sin embargo, a pocos les importa un debate de fondo. Morena sabe también que un proyecto de Nación no genera votos. Hay que ganar “la nota”.
AL MARGEN
ERA previsible que el PRI convocara a selección de su candidato a la gubernatura por Convención de Delegados; como también se puede anticipar que buscará candidato único. En tanto, Manuel Paz Ojeda se inscribió como aspirante a candidato independiente –aunque impugnará las restricciones. Habrá oportunidad de revisar el tema. 
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