En 2018, colaborar y competir; seis meses con sello electoral

Martes, 02 de Enero de 2018 00:50 Editor
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 Escala Crítica/Columna diaria

*De la atención al desorden financiero al estallido delictivo 
*Violencia: ingredientes económicos, sociales y políticos
*Se cocinan los cambios en el gabinete; el círculo que cierra
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
INICIAMOS un semestre de abierta contienda electoral. Es también el año que concluye un sexenio tanto para la Presidencia como para el gobierno estatal; terminan también las administraciones municipales comenzada en 2015, ahora anticipadamente para acortar los tiempos entre la elección y el relevo. Para el proyecto encabezado por Arturo Núñez, Tabasco entra en la etapa final de las tres en que dividió su plan de trabajo, como “ruta de navegación”.
Recordemos que Núñez Jiménez estableció que los dos primeros años (2013-2014) la actividad de su gobierno estaría enfocada a enfrentar los problemas asociados al desorden y la crisis financiera heredada; la segunda etapa (2015-2016) tendría como objetivo “consolidar lo realizado para dejar atrás la pesadilla”, en tanto que la tercera etapa (2017-2018) la definió como la que permitiría “proyectar a Tabasco a nuevos índices de desarrollo integral y bienestar de la población”.
Parafraseando un dicho popular podríamos decir que el gobernante propone pero la circunstancia dispone. El propio Núñez ha señalado que estos cinco años transcurridos han sido de claroscuros, de luces y sombras. Si bien el mayor desafío que se presentaba a finales del 2012 era el de un desbarajuste financiero que impactaba en los servicios públicos y en la sobrevivencia de los pequeños y medianos proveedores, con el paso del tiempo la inseguridad se convirtió en el mayor dolor de cabeza. La acumulación de rezagos y una galopante descomposición social impactó en la tranquilidad de los habitantes de Tabasco.
Tendríamos que agregar que esta inseguridad –sobre todo en la percepción- no fue ajena a los intereses afectados por la alternancia. El ingrediente político y social debe agregarse cuando se analiza la cuestión de la delincuencia; grave error si sólo se considera el factor policiaco o netamente criminal.
Es esas estamos al inicio de este 2018, en cuyo primer semestre confluyen las elecciones federales, estatales y municipales. Procesos que se influyen, porque la tendencia y los recursos para cada uno puede determinar la orientación de los otros. Más allá del “voto cruzado”, el “voto combo”, el “diferenciado” o el “voto útil”, la mayoría de los candidatos presentan estos comicios como si fueran los últimos para la vida de la República. Lo que importa es la organización desde abajo para el trabajo y para la política.
 
RELEVOS A LA ESPERA
 
EN LO QUE estableció como un estilo de gobernar, Arturo Núñez nos acostumbró a los cambios que realizaba en su gabinete al inicio de cada año. Así como en diciembre de 2012 dio a conocer quiénes lo acompañarían en el arranque de su administración, nuevamente en diciembre de 2013, 2014, 2015 y 2016, estableció ajustes para comenzar un  nuevo año. 
Como decía líneas arriba, en términos de planeación anunció un sexenio dividido en tres etapas; sin embargo, una evaluación del desempeño y también el cumplimiento de nuevas encomiendas –y en algunos casos consideraciones personales- llevó a relevar en sus cargos a integrantes del gabinete central.
También hubo, y se vio notoriamente en julio de 2015, ajustes derivados de la coyuntura política. Como sucederá en este 2018 por las elecciones de julio próximo. Aunque contrario a su costumbre, el mandatario estatal decidió aguantar los anuncios; algunos de los posibles relevos ya están en la mesa del mandatario. 
Varios de sus colaboradores participarán en la contienda por los cargos locales. La norma electoral dio un respiro y permite también enfrentar la incertidumbre sobre quiénes sí estarán en las boletas y quiénes no. Ya se vio que en el PRD muchas cosas dependen de los acuerdos entre las dos grandes corrientes que dominan la vida de ese partido, Nueva Izquierda y Alternativa Democrática. Un reparto que ahora está condicionado por el pacto del Frente tripartita con PAN y MC.
 
APRENDIZAJE Y RUPTURA
 
RECUERDO que en una ocasión, el gobernador Núñez expresó que realizaría cambios en su gabinete porque ya había cumplido su compromiso con quienes lo apoyaron en la campaña electoral del 2012 y con quienes aportaron “en la lucha de muchos años para que las izquierdas llegaran a gobernar en Tabasco”. En un primer momento, cuando integró el equipo en el arranque de su administración, hubo consideraciones de carácter político, afectivo y de lealtades. Sin embargo, dijo, puesto ya en la consideración de eficacia y de resultados, así como de quienes no estuvieran trabajando en equipo, varios “se tendrían que ir”. Haciendo memoria, el mandatario también se refirió en varias ocasiones, a un tiempo que se consideraba como la polémica “curva de aprendizaje”. 
A mediados del 2016, Núñez habló coloquialmente de “desmorenizar” su gabinete, en referencia  a quienes militaban en Morena y sin duda se sumarían a una opción diferente a la de su partido PRD, al que se afilió por primera vez en 2008 y se reafilió ya estando en el gobierno.
Esa “desmorenización” no resultaba –quiero suponer- de consideraciones personales, sino de una valoración política. Esto en el sentido de que la próxima contienda (del 2018) exigía una definición entre quienes continuaban apoyando su proyecto y quienes tomarían la ruta de la oposición.
Los comicios intermedios del 2015 marcaron una ruptura al parecer definitiva. Pero en política no hay nada definitivo. Muy pronto sabremos quiénes se quedan con Núñez a cerrar este ciclo. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )