Chihuahua y la segunda revolución; más allá del enojo de Corral Jurado

Viernes, 19 de Enero de 2018 00:53 Editor
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 Escala Crítica/Columna diaria

*Anuncia el mandatario norteño un “éxodo” a la Ciudad de México
*Vivimos un federalismo simulado, advierte Firdaus Jhabvala
*Necesario terminar con el régimen de “tributación despótica”
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
PODRÍA parecer un exceso, pero el gobernador de Chihuahua, Javier Corral Jurado, llamó a impulsar una “segunda revolución mexicana” contra los abusos del centralismo presidencial. Mañana 20 de enero, el ex aspirante a la dirigencia del PAN iniciará una marcha hacia la Ciudad de México, como “Caravana por la Dignidad”. Esta acción nos recuerda el “éxodo” por la democracia que a finales de los cincuenta encabezó el también chihuahuense Luis H. Álvarez.
Puede relacionarse el movimiento que ahora encabeza Corral Jurado con los “éxodos” hacia la capital del país que a finales de los ochenta y principios de los noventa del siglo pasado realizó Andrés Manuel López Obrador. Todavía más, parecería que el mandatario de Chihuahua está construyendo su candidatura presidencial para dentro de seis años. 
Esta misma semana, el gobierno federal anunció que presentaría  tres solicitudes de extradición en contra del ex gobernador César Duarte (PRI), uno de los objetivos de Corral Jurado. El otro objetivo es Manlio Fabio Beltrones y el propio gobierno federal. Según publicó el diario El País (España), las solicitudes de extradición significan que el presidente Peña Nieto cedió a las presiones del mandatario de Chihuahua.
Contra César Duarte y 15 de sus colaboradores hay 30 órdenes de aprehensión por delitos electorales, peculado y desvío de recursos. Pero Corral Jurado también enarbola una bandera contra el centralismo. Un tema que es necesario sacar de la tormenta coyuntural y revisarlo con mayor profundidad.
 
CENTRALISMO PARALIZANTE
 
UNA APORTACIÓN al análisis del centralismo lo ofreció el doctor Firdaus Jhabvala en una entrevista concedida publicada recientemente en Diario Presente.
Para el investigador nacido en la India y nacionalizado mexicano, nuestro país ha ignorado los efectos nocivos de la centralización del poder y de las decisiones, un esquema que obstaculiza el desarrollo. Las grandes naciones que avanzan –sostuvo- son las que más autonomía le dan a sus regiones.
Jhabvala Marshal me comentó que México vive un “federalismo simulado”,  con estados sometidos al gobierno central.  Para superar esta traba al desarrollo propuso dejar atrás el modelo de “tributación despótica”, un mecanismo que quita el dinero fruto del trabajo a las comunidades para mantener a una aristocracia, y sustituirlo por un sistema más justo, un modelo de “tributación democrática”.
Dijo Firdaus Jhabvala que el principal elemento que impide el progreso es la súper centralización del país: “está organizado para el siglo XVI y ha ignorado las consecuencias desastrosas para la economía y la sociedad mexicana”, porque hay “un vínculo entre la descentralización y el desarrollo, que permite armar circuitos económicos y sociales que crecen con su propio impulso. No todo debe ir a la Ciudad de México, no todas las decisiones deben ir al Congreso de la Unión, a la Suprema Corte”. Es un forma tonta de proceder, insistió.
Respecto a la denominada “tributación despótica” –término acuñado por Carlos Marx (1818-1883)-, en la que los estados de la República envían todos sus recursos al gobierno federal para que éste los “redistribuya” a su arbitrio y con criterios políticos –que es algo de lo que ahora se queja el gobernador de Chihuahua- el economista y especialista en planeación explicó:
“Si tu sistema fiscal o sea la recolección del dinero público es despótico, que viene muy bien al modelo mexicano, entonces quitas el dinero para que grupos sociales -la monarquía, la aristocracia, la misma Iglesia- se reparta el fruto de tu trabajo y el productor no recibe nada. Resulta que tú no tienes por qué intervenir en cómo yo gasto ese dinero. Marx no llegó a ver la tributación democrática, pero es donde el pueblo entrega su dinero a su líder normalmente del barrio, condado, y a su vez encausa una fracción del dinero al superior porque hay tareas que debe hacer”. 
Añadió: todo debe estar “guiado por los objetivos que establece el pueblo y en donde el político se vuelve un ejecutor de este proceso. Ni es el emperador ni nada, es simplemente otro administrador. Un modelo totalmente opuesto y destructor del modelo de tributación despótica”.
 
POBREZA Y EXPROPIACIÓN
 
PREGUNTÉ si esta “tributación despótica” se relaciona con nuestra pobreza. Firdaus Jhabvala respondió: 
“Claro, porque la riqueza es apropiada por este modelo de súper centralización argumentando, como el caso de las playas, el petróleo, el agua, etcétera, que todo es de la Nación. Un concepto tramposo porque la nación somos todos los mexicanos. Un concepto que está pervertido para excluir a todos salvo el Presidente de la República. El gobierno federal y sus aliados son los que mangonean todo. Entonces esos recursos no sirven al pueblo, van mero arriba”. 
Recordé entonces otras conversaciones con historiadores y conocedores de la vida tabasqueña quienes me contaron cómo en los gobiernos de Carlos Madrazo y Mario Trujillo, para no ir más lejos, el 90% del presupuesto estatal estaba constituido por recaudaciones propias directas y menos del 10% provenían de la Federación. Con el auge petrolero y el cambio del sistema fiscal esa relación se invirtió al grado que ahora Tabasco espera del gobierno central más del 90 por ciento de los recursos a ejercer…y está a expensas –como ahora lo muestra la crisis de Chihuahua- a la buena voluntad del gobierno federal. Una cuestión que debe revisarse y modificarse. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )