Banqueros, el tigre y López Obrador; descontento en la jaula de las urnas

Martes, 13 de Marzo de 2018 00:24 Editor
Imprimir

 Escala Crítica/Columna diaria

*Oír a medias: demasiado ruido en la convención de Acapulco
*Durante décadas, la inconformidad encontró cauce en el voto 
*Fugas del tigre: Cárdenas fundó el PRD; los pasos de AMLO 
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
LA INCERTIDUMBRE en los resultados es una característica normal en las democracias avanzadas y maduras. Aunque los procesos electorales en México aún están en vías de consolidarse, mucho se ha avanzado si comparamos con la situación de hace unas cuatro décadas. Pero la incertidumbre en la economía puede ser inducida y tener muy altos costos en el país. Es la otra cara de las campañas del miedo. 
Comentaba ayer sobre la comparecencia de tres candidatos a la Presidencia de la República en la Convención Nacional Bancaria. Una expresión de Andrés Manuel López Obrador fue motivo suficiente para que se opacara su oferta de una gestión económica sin sobresaltos. Tal como también lo ofrecieron, por lógica, José Antonio Meade y Ricardo Anaya Cortés.
Dijo López Obrador: “Yo tengo dos caminos después del uno de julio: Palacio Nacional o Palenque, Chiapas. Si las elecciones son limpias, son libres, me voy a Palenque, Chiapas, tranquilo”. 
Pero añadió: “Si se atreven a hacer fraude electoral, me voy también a Palenque y a ver quién va a amarrar el tigre. El que suelte el tigre que lo amarre. Ya no voy a estar deteniendo a la gente luego de un fraude electoral. Así de claro”.
 
DOMAR AL MÉXICO BRONCO
 
SE SOLTARÁ un tigre (la protesta post electoral) y no voy a detenerlo. Esta frase desplazó ofrecimientos como que se comprometía con mantener los equilibrios macroeconómicos, tan caros a los empresarios y al modelo neoliberal; sostuvo que “no vamos a gastar más de lo que ingrese al erario, vamos a ser respetuosos de la autonomía del Banco de México y del Estado de Derecho”. 
También habló de no afectar a la banca –“ya que se requieren instituciones fuertes en el país”- y por el contrario propuso ampliar el servicio bancario a la mayoría de los mil municipios que “no cuentan con servicios financieros”. Fue música para los banqueros reunidos en Acapulco, comenta un lector.
Sin embargo lo que se escuchó y se extendió como ondas sísmicas fue la segunda parte de su afirmación “se soltará un tigre y no voy detenerlo”. Quizá López Obrador se hubiese quedado en la primera parte de su argumentación: “si hay fraude se soltará un tigre”. Advertir: “no voy a detenerlo”, fue ocasión para que sus adversarios leyeran una amenaza: López Obrador desestabilizará al país. Así lo expresaron de muchas maneras quienes desde el año 2000 vienen engrosando lo que podrían denominarse “los antílopez”.
Más allá de que AMLO tiene una tendencia a dejarse llevar por el apasionamiento, olvidando muchas veces que sus adversarios están a la caza de sus intenciones y deslices, me parece importante subrayar que la izquierda electoral y parlamentaria eligió la vía pacífica del voto desde finales de los años setenta. Fue de alguna manera un mecanismo de contención de la rebeldía armada y la acción directa aplicada por algunos grupos radicales luego de la brutal represión de 1968.
 
LAS VÍAS ALTERNAS
 
EN 1988, después de lo que se consideró como un gran fraude electoral o “la caída del sistema”, los seguidores de Cuauhtémoc Cárdenas llamaron en aquel caliente mes de julio a “tomar el Palacio Nacional”. El candidato presidencial decidió apoyar la iniciativa de los elementos más moderados para formar un partido político para continuar por la vía electoral. Así surgió el Partido de la Revolución Democrática (PRD),  gracias a que el Partido Mexicano Socialista (PMS) –heredero de los partidos Comunista y Mexicano de los Trabajadores- le cedió el registro. El neocardenismo eligió la vía de las urnas, en lugar de la vía de las armas.
No era casual. México había vivido una experiencia trágica en 1968, 1971 y luego a lo largo de esa década de una verdadera “guerra sucia”, con muertos y desaparecidos.
En 1994 surgió en Chiapas la rebelión del EZLN. Una campaña de miedo y una selectiva represión, minó a las fuerzas de izquierda. El PRI registró una de sus más altas votaciones. Fue un año trágico: un candidato presidencial y un dirigente partidista fueron asesinados.
En el año 2000, el sistema se repuso de aquel susto y sorpresa; no logró detener su derrota en las elecciones por pugnas internas, pero sí pudo escoger un ganador...que no fuera Cuauhtémoc Cárdenas. 
Para el 2006, había surgido un nuevo liderazgo en las izquierdas. Andrés Manuel López Obrador estuvo a un paso de ganar las elecciones. Una mayoría de sus seguidores reclamaban una revuelta, pero AMLO decidió “amarrar al tigre” y encabezó un plantón en el Paseo de la Reforma y constituir una “presidencia legítima”, como válvula de escape. Una especie de éxodo, como los que había encabezado desde Tabasco.
En 2012, López Obrador quedó segundo en la carrera presidencial, sus simpatizantes alegaron fraude y nuevamente decidió una fuga hacia adelante: renunció a su partido, PRD, y constituyó una nueva organización, transformando en partido al Movimiento de Regeneración Nacional, Morena. En esta columna hemos revisado las diversas fugas de AMLO, algunas denominadas “éxodos”, y que han tenido el claro objetivo de evitar el choque postelectoral. 
Seguramente en estos días matizará su dicho para evitar que sus adversarios abonen a la campaña del miedo. Elegir las urnas no es un camino fácil, pero puede ser una ruta fructífera para tener ciudadanos. Tener el poder, es otra cosa. 
 
AL MARGEN
Nuevamente el Tribunal electoral corrigió al INE: puede haber debates en tiempo de intercampañas…¿puede haber campañas? ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )