Domadores de tigres y tomadores de decisiones; cuidado con la fiera

Miércoles, 14 de Marzo de 2018 23:30 Editor
Imprimir

 Escala Crítica/Columna diaria

*Hay por lo menos dos felinos sueltos, uno hambriento y otro insaciable
*Moderar la desigualdad y la pobreza, verdadero objetivo democrático
*Competencia desleal: cotización del dólar, canasta básica y salarios
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
UN FANTASMA recorre la falta de debate entre los aspirantes presidenciales. El fantasma del tigre. Y todo porque Andrés Manuel López Obrador dijo que él ya no va a detener la protesta si hay fraude en las elecciones: “que amarre el tigre quien lo suelte”.  José Antonio Meade, del PRI, aprovechó para decir que con su declaración ante los banqueros AMLO se ha mostrado tal como es. Margarita Zavala, casi segura abanderada independiente, advirtió contra los “malos perdedores”.
Como le anticipamos y resultaba lógico: López Obrador tuvo que salir al paso para pedir que no se malentienda, que sus dichos eran un llamado a la violencia. Es la historia de siempre y ya en otra ocasión nos volveremos a referir a la necesaria autocontención de los políticos, de las personas en el poder o por el poder.
 
EL TIMÓN DE LA ESTABILIDAD
 
ME PARECE que el verdadero tigre en México ya está suelto. No es ni la protesta contra el real o hipotético fraude electoral, ni las campañas políticas para azuzar el descontento. Como en aquella famosa frase de James Carville: “Es la economía, tonto…”, tendríamos que decir que son los dueños del dinero, los financieros, quienes tienen en sus manos el verdadero timón de la estabilidad.   
Contrariamente a quienes sostienen que son los políticos los responsables de los conflictos sociales, me atengo a las conclusiones de los estudiosos –no de ahora, sino de siempre- en el sentido de que es la desigualdad, la pobreza, la explotación, una de las caras silenciosas pero brutales, de la violencia.
No hace mucho, el francés Thomas Piketty publicó un extenso análisis sobre la desigualdad (El Capital en el Siglo XXI), revisa datos económicos de más de 250 años en los que se demuestra que hay una concentración constante del aumento de la riqueza al tiempo que aumenta la desigualdad económica. No es un proceso nuevo, ni tampoco existe –como querían y quieren algunos economistas-, “la mano invisible” que corrige la (mala) distribución de la riqueza. 
No hace mucho tampoco, la Universidad Iberoamericana, presentó en su programa de televisión Diálogos con la Realidad, que coordina Jorge González Candia, una serie sobre la “Reconstrucción del tejido social”, la desigualdad es el principal motivo de los problemas que afectan al país –entre estos la criminalidad-, y quebrantaron la cohesión social, la solidaridad.
Standard & Poor’s, una de las calificadoras financieras más importantes del mundo, sostiene que México seguirá teniendo una “economía estable” y una buena calificación de su deuda soberana independiente de quien gane las elecciones presidenciales de julio. Incluso a pesar de que “colapsara” la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Dijo J. Mukherji, director gerente de calificaciones soberanas de S&P:  “Creemos que los pilares fundamentales que mantienen la calificación en México continuarían sin importar quién gane las elecciones. El Banco de México seguiría autónomo y continuaría la tasa de cambio flexible y la creíble política monetaria”.
Enrique Quintana, especialista en temas económicos del diario El Financiero escribió que sólo veía dos escenarios en los que el proceso electoral pudiera desembocar en una situación de inestabilidad económica y financiera.
“Uno de ellos -anotó- es aquel en el que se dan dos condiciones: la percepción de un triunfo virtualmente seguro de AMLO al mismo tiempo que un discurso radical del candidato de Morena, que haga presumir que va a cambiar las reglas del juego de la economía de manera drástica, impulsando el estatismo, el déficit, y una contrarreforma generalizada”.
“El otro escenario -agregó- es aquel en el que, al margen de quién resulte ganador del proceso electoral, se anticipe una crisis política por la falta de reconocimiento de los resultados y por la pérdida de legitimidad del marco institucional”. (11 de julio 2017)
 
JUGAR COMN FUEGO
 
SIN EMBARGO, no se debe descartar la variable propiamente económica. En la que un grupo de empresarios decidan jugar a la inestabilidad para colapsar a un gobierno que no sea de su agrado. Ha ocurrido en México, y de manera trágica en otros países. 
Hay quienes prefieren las variables macroeconómicas y apuntan que en nuestro país ya no padecemos las drásticas devaluaciones en los relevos presidenciales. 
Pero se recuerda que cuando llegó Vicente Fox al poder –la primera alternancia formal-, la paridad del dólar fluctuaba entre 9.39 y 9.45 pesos; en 2006 –entre las campañas y las elecciones-, esta moneda de referencia se cotizó entre 10.62 hasta 11.41 pesos. Pasados los comicios del 2012 llegamos con una paridad de 12.97 al inicio de la administración de Enrique Peña Nieto; actualmente estamos en más o menos 20 pesos por unidad. Una ligera recuperación después de un máximo histórico de 22 pesos por dólar.
Se dice rápido, los números son fríos. La otra cara de la misma moneda nos indica que la pérdida acumulada del poder adquisitivo en los últimos 30 años, medida por la Canasta Alimenticia Recomendable (CAR), es del 80.08 por ciento. De acuerdo al Centro de Análisis Multidisciplinario de la Facultad de Economía, de octubre de 2016 al mismo mes de 2017 el costo de la Canasta básica subió 27.28 pesos y el salario mínimo sólo siete pesos. Una carrera desigual en un país desigual.
Esperemos que los empresarios no le apuesten a la paciencia del otro tigre, más allá de quien gane las elecciones. Dijo JF Kennedy: “En el pasado, aquellos que locamente buscaron el poder cabalgando a lomo de un tigre acabaron dentro de él”. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )
 
Última actualización el Miércoles, 14 de Marzo de 2018 23:38