AMLO y su apuesta, ¿doce años en seis?: tiempos, pausas y prisas en la política

Miércoles, 18 de Julio de 2018 00:03 Editor
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 Escala Crítica/Columna diaria    

* AMLO: presidente electo, en funciones; el repliegue de Peña  
* Elogio de la lentitud: un enfoque equilibrado de Carl Honore
* Un país con urgencias; tiempo para la reflexión y la precisión
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
NO DEJÓ de ser una declaración sorprendente la de Andrés Manuel López Obrador que se propone hacer 12 años de gobierno en seis. Para un político que se levanta a las 5 de la mañana (madrugada) y luego ofrece conferencias de prensa a las 6am, se trata de una declaración sin trucos. AMLO fue directo ante su futuro gabinete: “Habrá dos opciones: trabajar y trabajar”. Si de trabajar se trata, las primeras dos semanas del Presidente electo han sido frenéticas. 
No hay transición de equipos que valga: se conduce como Presidente en funciones. Precisamente esta quema de los tiempos tiene virtudes pero puede resultar preocupante, porque aún no toma posesión formal y ya la discusión nacional comienza a centrarse en las promesas incumplidas (cuando aún no hay manera de hacer las cosas). El primero de diciembre ya está aquí, como relámpago. Menos mal que López Obrador anunció vacaciones de cuatro días. Existe una intención clara de Andrés Manuel y, por lo tanto, de su equipo, para diferenciarse de anteriores administraciones federales. Por ese lado, la estrategia del Presidente electo resulta un cambio efectivo en las formas de la transición entre equipos de gobierno. La pregunta es: ¿Y si la prisa por marcar agenda contiene elementos de boicot en su interior? Por ejemplo: un riesgo de que Morena y AMLO muestren cartas antes de ejercer el poder real, es que los encargados de las diferentes dependencias gubernamentales se curen en salud y ejecuten 1) actos desesperados de saqueo en el año de Hidalgo, 2) desaparezcan archivos esenciales para la continuidad de los trabajos, 3) entorpezcan el cambio de mandos con negativas a la descentralización de secretarías, o 4) diseñen candados legales para frenar la actuación del nuevo gobierno. Ya se discute una estrategia de ese tipo en el Congreso que se marcha, para dejar una manzana envenenada para el uno de diciembre.  
¿Cuáles son las ventajas de la prisa gubernamental de AMLO? Si las hay, seguramente ya fueron sopesadas por su equipo. Invitamos al lector a realizar un listado. Aquí hablaremos de las desventajas de la velocidad y la prisa en el mundo moderno, incluyendo política y gobierno.
 
ENFERMEDAD DEL TIEMPO
 
UNA REFERENCIA. El libro se llama ”Elogio de la lentitud” y lo escribió el periodista inglés Carl Honore (2005). Comienza con una cita de Mahatma Gandhi: “En la vida hay algo más importante que incrementar su velocidad”. El libertador de la India sabía de lo que hablaba: la velocidad por la velocidad misma, a nivel social, puede convertirnos en máquinas vertiginosas; no es opción para mejorar calidad de vida. Escribe Carl: “Hoy, todo el mundo sufre la enfermedad del tiempo. Todos pertenecemos al mismo culto a la velocidad”. 
El periodista inglés cita a Klaus Schawb, fundador y presidente del Foro Económico Mundial, quien advirtió: “Estamos pasando de un mundo donde el grande se come al pequeño a un mundo donde los rápidos se comen a los lentos”. La lentitud no tiene seguidores, aunque es vital para la reflexión de cualquier política a implementar. Lo moderno es que las cosas se tienen que hacer rápido, porque esto ha significado -cada vez más- hacerlo bien. La velocidad es la reina social en cualquier ámbito de la vida. Ese factor pesa en los anuncios del nuevo gobierno en México; tiene justificación, pero también riesgos.
Para que la velocidad se entronizara, cobró forma una decisión drástica impulsada por la industria del primer mundo que quería ganancias a ritmo supersónico: “convertir al sistema en algo más importante que las personas”. Le llaman ‘turbocapitalismo’. Si el sistema importa más que las personas, estas pasan a ser piezas de una gigantesca maquinaria. Y remata Milan Kundera: “Cuando las cosas suceden con tal rapidez, nadie puede estar seguro de nada (…), ni siquiera de sí mismo”. Como resultado de esta aceleración de la vida social, explica Carl Honore, vivimos en la era de la rabia: un tiempo de impaciencia y enojos, de estrés y frustración. ¿Adónde se ha ido la lentitud? Como decía el Kalimán de la tira cómica: serenidad y paciencia.
Cabe aclarar que este elogio de la lentitud no trata de promover el congelamiento del tiempo, como si fuera una fobia a la tecnología, que ciertamente otorga rapidez de funcionamiento y facilidad de acceso a información valiosa. No propone eso el periodista inglés. Lo que sugiere es un punto de equilibrio: “Actuar con rapidez cuando tiene sentido hacerlo y ser lento cuando la lentitud es lo más conveniente”. Saber en qué momento tenemos que acelerar y en qué momento es mejor, como Napoleón, vestirnos “despacio porque vamos de prisa”. 
Bajo estos argumentos, es pronto para juzgar la actuación de López Obrador y su equipo en el gobierno federal. Caeríamos en la prisa también, como tantos de sus críticos. Ni siquiera han comenzado. Pero el frenesí de sus propuestas (120, contabilizadas por el semanario Proceso), da para eso y más. Esto ha ofrecido flancos abiertos para sus adversarios que no han guardado las armas. Se entiende el énfasis de AMLO por la oportunidad histórica para la izquierda. Es cierto también que es un líder forjado en la batalla. Pero como anotamos en otra colaboración: hay cosas que dependen de su voluntad, otras de las circunstancias…y otras, de sus colaboradores.  Serenos, morenos. 
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