Tabasco y López Obrador: formación de un liderazgo y movilización social

Miércoles, 19 de Septiembre de 2018 00:05 Editor
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 Escala Crítica/Columna diaria

*Resultados de las elecciones del 2018 y el factor tabasqueño
*Una sociedad débil, con partidos fuertes: investigadores
*Laboratorio de la Revolución y laboratorio de la transformación
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
EN TABASCO falta una cultura de la participación, existe una sociedad civil débil con partidos fuertes, coincidieron en señalar los investigadores Cirilo Antonio Guzmán y Juan Carlos Guzmán, este último autor del libro “Las élites políticas y redes de poder: la construcción de un bloque opositor en Tabasco”. Como anticipé a los lectores, tuve oportunidad de acudir también como comentarista.
La obra de Guzmán Ríos abarca varios aspectos sobre los 30 años en la entidad que van de 1973 al 2003, tiempo en el que Tabasco vive una transformación demográfica y democrática. Revisa desde los antecedentes de los movimientos sociales que surgieron como respuesta –sobre todo- a la masiva explotación petrolera, hasta la integración de un partido opositor, el PRD, y la incorporación de aquellos grupos a este nuevo partido.
Es el contexto en el que brota y se consolida el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador. Comparto con los pacientes lectores algunos de los fragmentos de mi participación en los comentarios a la obra citada en un acto moderado por Guillermo Ramírez.
UN LÍDER Y SU CIRCUNSTANCIA
 
LA PUBLICACIÓN del libro “Élites políticas y redes de poder”, me parece oportuna. Aunque la investigación abarca un periodo que por razones de método corta hace unos 15 años, en el 2003, llega en el momento en que es importante explicarnos que el triunfo de Andrés Manuel López Obrador y su movimiento no es obra de la casualidad.
Decía José Ortega y Gasset que hay que mirar al hombre y su circunstancia, como antes Nicolás Maquiavelo escribió sobre la fortuna y la virtud; esto es, lo que el hombre hace y lo que determinan el entorno, la circunstancia.
Guzmán Ríos analiza un proceso que terminó siendo histórico, en el cual se combinan un protagonista y las condiciones externas al personaje. Lo hace con la capacidad de un historiador para revisar el pasado y atisbar, vislumbrar, el futuro.
Nadie podría asegurar hace unos 15 o 20 años que López Obrador sería un referente nacional y ganador de la Presidencia. Todavía a finales de los noventas, en 1999, Andrés Manuel alistaba su tercera campaña por la gubernatura, cuando dio el gran salto para buscar y ser Jefe de Gobierno en el Distrito Federal. 
Tabasco se ha convertido ahora en lo que quiso el General Cárdenas en la época de Tomás Garrido: un laboratorio de la transformación, por lo menos en una etapa clave.
Pero también podemos observar que entre 1970 y 1990, Tabasco se convirtió en un laboratorio de cambios profundos en su estructura. Nada más para tener una idea de esto, le menciono que pasó de 700 mil habitantes en 1970 a un millón 500 mil en 1990. Duplicó su población en 20 años. Esto sin contar con que una buena parte de la nueva población trajo nuevas formas de vida y cultura, emigraron de otros estados.
 
COSTRUCCIÓN DE RELACIONES
 
EL AUTOR de la investigación tuvo la atinada visión para iniciar un estudio que será de obligada consulta: nos explica, documenta, describe, cómo Andrés Manuel López Obrador fue construyendo una red de relaciones que le dieron forma al bloque opositor que hasta 2003 se identifica con el PRD. Aunque puede observarse en el contexto nacional cómo este bloque se va desprendiendo de su raíz original (el neocardenismo) para tener vida propia en lo que algunos han llamado lopezobradorismo, otros andresmanuelismo, otros más simplemente una expresión caudillista o populista. Pero lo importante es observar cómo a las condiciones sociales van a corresponder la existencia de un líder con visión estratégica. 
Resulta interesante y esclarecedor cómo Juan Carlos Guzmán vincula la transformación de la economía tabasqueña –en especial con la irrupción petrolera- con la transformación de los actores sociales. Aunque antes ya habían existido proyectos que sometieron a Tabasco a las brutales leyes de los mercados monopólicos. Recordemos la ganadería, la explotación maderera, la platanera, el cacao, la copra, la caña, en fin una serie de monocultivos que sacrificaron la diversificación  de la economía. Digamos que las condiciones estaban allí, sólo que hacía falta un liderazgo; estaba el conflicto, el movimiento.
Si se me permite una interpretación: ojalá que las nuevas autoridades, los nuevos gobernantes, los líderes, lean los acontecimientos descritos y analizados en el libro de Guzmán Ríos, para no repetir los errores del pasado.
No puedo dejar de mencionar lo que, desde mi punto de vista, es un factor determinante en los cambios políticos, económicos y culturales: la dinámica que impuso a Tabasco el modelo de gobierno adoptado por Enrique González Pedrero, un momento en el que esta entidad pasa de su condición de archipiélago a la integración de un ente como estado, con territorio articulado.
Lo que más se aprecia en una lectura es la motivación que nos conduce a la reflexión, al análisis, al entendimiento. Es posible que algunos lectores no coincidan con las afirmaciones y conclusiones de Guzmán Ríos, pero estoy seguro que agradecerán los elementos que aporta para la comprensión de un fenómeno que en sólo tres décadas pasó a ser una experiencia local a una posibilidad de cambio nacional. Y, sin exagerar, podría convertirse en un referente internacional si la llamada Cuarta Transformación logra proponer un  nuevo modelo de desarrollo.