La barbarie como arma política; México, crisis de seguridad pública

Martes, 23 de Abril de 2019 00:36 Editor
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 Escala Crítica/Columna diaria

*Los recientes hechos violentos, bandera de la oposición
*Las criminalidad histórica en el país, garrotazo al avispero
*La violencia como cultura tolerada; el crimen como espectáculo
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
LA OPOSICIÓN fragmentada en el país parece haber encontrado una bandera: la creciente ola de homicidios y su expresión en la barbarie. Minatitlán, Veracruz, la noche del 19 de abril; Comalcalco, Tabasco, 21 de abril. Antes, un joven muralista fue asesinado junto a su familia en San Luis Potosí. El recuento de los primeros meses del año resulta extenso: hay un registro nacional de 97 homicidios por día.
Le decía que una oposición dispersa y todavía en busca de una brújula se sumó a una campaña iniciada de manera anónima para pedir ¡la renuncia de López Obrador!, en particular por la masacre de Minatitlán. Publicó el portal electrónico Polemón: “Con miles de cuentas falsas, bots y la participación de “influencers” de derecha, este día (20 de abril) se ha posicionado como el principal tema de conversación en la red social Twitter, el hashtag #AMLORenuncia”.
Agregó el reporte firmado por César Huerta: “La campaña ha sido impulsada por parte de cuentas afines al ex Presidente Felipe Calderón, con tuits en los que tratan de resaltar que durante su sexenio, él sí enfrentó a los delincuentes pese a que fue precisamente en su administración en la cual se desató una guerra contra el narcotráfico que aumentó como nunca antes en la historia reciente, la cifra de homicidios dolosos y personas desaparecidas”. (20/IV/2019)
Tanto Felipe Calderón como Vicente Fox asomaron en la campaña anti AMLO. El ex secretario de Trabajo con Calderón y ex vocero de la campaña de José Antonio Meade, también ex senador Javier Lozano Alarcón revivió el viejo fantasma: “Llevo más de 12 años diciéndoles que López Obrador es un peligro para México”. Publicó en su cuenta de twitter el 20 de abril.
Las “benditas redes sociales” –en realidad virtuales, no tan benditas- son y serán la arena de la confrontación política. Escribió el columnista Julio Hernández: “La violencia criminal probablemente estimulada, las amenazas abiertas (El Marro, en Guanajuato) y las campañas de confusión y desequilibrio, buscan alterar escenarios y generar una crisis temporal y circunstancial que sea propiciatoria de arremetidas en ascenso”.
No hay sorpresas. La oposición ahora en el poder utilizó la denuncia de la incapacidad de los gobiernos; lo hace ahora la otra oposición. Lo grave es cuando los intereses criminales se mezclan con los políticos, y cuando los criminales encuentran –y utilizan- esa debilidad de los políticos. También es preocupante y riesgoso cuando los políticos no construyen un diálogo institucional, no propician las condiciones para que todos los actores asuman su responsabilidad.
 
ALTAS, BAJAS Y MÁS ALTAS
 
CUANDO se habla de la violencia en México las crónicas actuales nos remiten al año 2006, en aquel diciembre con un presidente Calderón declarando una “guerra” que colocó a la población bajo en fuego cruzado. “Le dio un garrotazo al avispero”, han dicho sus adversarios. 
Si tomamos como referencia sólo el siglo pasado, observamos que México tuvo los más altos índices de violencia y criminalidad a finales de 1920 y principios de 1930, sin contar los tiempos caóticos de la Revolución; fue disminuyendo en los años 40 para luego repuntar a finales de esa década y principios de los 50. 
Entre los años 60 y 80 –de acuerdo a las gráficas elaboradas con datos oficiales- nuestro país tuvo los índices más bajos de criminalidad para reportar un aumento explosivo a finales del siglo. La decisión –sin planificar- de Felipe Calderón fue el ingrediente para que la acción de las bandas homicidas se extendieran entre la población civil. Vinieron experimentos fallidos como la Policía Federal Preventiva de Ernesto Zedillo, que continuó con Fox y Calderón; este último transformó a la corporación en Policía Federal. Antes, Fox había establecido la Agencia Federal de Investigaciones y creado la Secretaría de Seguridad Pública; Calderón, por su parte, intentó crear un mando único desapareciendo las policías municipales y acotando a las estatales. No lo consiguió.
Entre muchos otros experimentos de Enrique Peña Nieto el más conocidos fue el de la Gendarmería Nacional establecida en 2014; será absorbida por la nueva Guardia Nacional, cuerpo militar y civil constituido por Andrés Manuel López Obrador. De alguna manera, este nuevo esquema nos recuerda al conocido como Base de Operaciones Mixtas (BOM), destacamentos compuestos efectivos del Ejército y la Marina, así como por efectivos de las dependencias federales y de los gobiernos estatales. 
¿Qué ha sucedido en el terreno contrario? Los grupos homicidas se han dispersado y multiplicado, las condiciones económicas y sociales del país son caldo de cultivo para la violencia –una violencia que es motor del mismo sistema-, se ha promovido una cultura de la criminalidad. 
AL MARGEN
SOSTIENE el antropólogo David Martínez Amador: “A pesar de la espantosa crisis económica, España no presenta las cifras de violencia que tienen países como México y Guatemala (…) la respuesta recae en la cultura de la violencia enraizada en México: matar y romper la legalidad (la cultura del carril auxiliar) son maneras de operar perfectamente tolerables por la sociedad mexicana en todos los estratos”. (El Nuevo Diario, diciembre 2012).
Hasta que la violencia llega a la colonia, a las puertas de la casa. Y cuando de la violencia cotidiana, inclusive verbal, se pasa a la barbarie. ¿Serán capaces los políticos de hacer un alto y distinguir en dónde está el verdadero peligro para México? ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )