Gobiernos nacionales, símbolos y liderazgos: AMLO, los poderes y tendencias geopolíticas

Lunes, 20 de Mayo de 2019 12:32 Editor
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 Escala Crítica/Columna diaria

                     
* Neoliberalismo, capitalismo global y encrucijadas nacionales 
* El lopezobradorismo y América Latina: izquierda social, desafíos                 
* Un cambio de modelo, ¿es posible?: la realidad y la idea
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
LA MAFIA del poder busca regresar al poder, no se la pongamos fácil, dijo López Obrador el reciente fin de semana. Lo que está en juego es demasiado. La cuestión puede ser anecdótica o “con preproducción”, como sugiere Víctor Trujillo en calidad de Brozo, pero no debe desecharse: visualizar el liderazgo político que a nivel latinoamericano encarna AMLO como Presidente de México. Hay símbolos y realidades en la contienda.
El político y periodista peruano Ricardo Belmont viajó a México y se presentó a la conferencia mañanera (mayo 9) para –dijo, con óptica de izquierda social- elogiar la ruta de gobierno de la 4T, alejada del paradigma neoliberal. El episodio prendió en las redes sociales. Trujillo/Brozo repudió “la zalamería y entreguismo de Belmont, en  acto montado”. En reacción supersónica, miles de cibernautas cubrieron a Brozo de críticas y descalificaciones. Lenguaje altisonante llovió por ambos bandos. La réplica de Brozo fue a la Julio Verne: “ni que AMLO viniera del mero centro de la tierra”. Fue tendencia “Brozo contra AMLO”. En la conferencia del jueves 16 de mayo, AMLO afirmó: “no hubo ni habrá montajes en las mañaneras”.
Este suceso encierra algo más que el desafortunado lenguaje de la polarización: capta a contraluz la forma en que nuevos liderazgos políticos retan el sistema establecido. Los neoliberales se angustian. AMLO, que no gusta mucho de foros externos, analiza si acude a la reunión del G-20 prevista para el mes de junio. Una encerrona estratégica de 20 mandatarios de las naciones de mayor peso económico. Sería una aparición significativa. 
Llevaría la bandera contra el neoliberalismo, esta dura fórmula económica de control político, de dramáticos resultados.
                    
CAMBIO POLÍTICO EN LA ALDEA GLOBAL  
 
COMO ola ciudadana que generó sorpresas en la competencia por el poder, los nuevos liderazgos políticos en diferentes países ameritan reflexiones profundas por dinámicas institucionales trastocadas. No se sigue el guión neoliberal para la toma de decisiones y eso inquieta a las élites. Se trata de un tsunami que desde 2008 cimbró las estructuras del poder global y cuestionó el paradigma vencedor de la Guerra Fría. 
Es curioso: la realidad social de carencias y estancamiento produjo liderazgos cuyo elemento común es el rechazo de las reglas geopolíticas y económicas surgidas del derrumbe del Muro de Berlín en 1989. El capitalismo se declaró invicto, sin rival socialista de por medio, hasta que en 2008 la burbuja del éxito neoliberal estalló con una crisis equiparable en sus resultados financieros al crac de 1929. El sistema económico mundial colapsó, entre dinero de plástico y estafas a los ahorros de millones de trabajadores de clase media y pensionados en Estados Unidos y Europa. Ha pasado una década desde aquellos rayos y centellas que sacudieron la aldea global. 
El tablero del liderazgo político se ha movido con fuerza para retar con nuevos proyectos al Ogro capitalista neoliberal que se soñó ruta única (El Ogro Egoísta en contraposición con el Ogro Filantrópico). Se pregonó el fin de las ideologías (Francis Fukuyama), aunque el neoliberalismo como receta económica protagonizó el monopolio de la ideología; una manera de pensar impuesta con hierro macroeconómico, a través de instituciones internacionales (FMI, Banco Mundial, Wall Street) que en su cuaderno de requisitos “predicaron el callejón cerrado en materia de desarrollo económico” (Carlos Monsiváis). Nada contra la receta neoliberal.   
 
REALIDAD QUE DESAFÍA, DESAFÍO A LA REALIDAD
 
EN ESTA historia global, México tiene su propia narrativa que catapultó a Andrés Manuel López Obrador. Es relato de tenacidad y épica social, que después de tres décadas vive su prueba de fuego en el ejercicio del poder. Reto formidable con tres rutas marcadas: cambio político, social y cultural.                
¿Qué representa esto más allá de México? En primer lugar, el quiebre de un monopolio ideológico y la instauración de un símbolo de libertad política. AMLO llegó al poder con un programa de acciones que reta al sistema neoliberal de conexiones globales. Este reajuste acaso tendrá consecuencias en otros países latinoamericanos, que miran a México en un contexto de necesidades parecidas. La narrativa de AMLO no es mero afán cardenista en el siglo XXI. Es réplica de otros movimientos sociales que –sin acuerdos estratégicos entre sí- refrescan la arena pública con opciones que representan cercanía con el ciudadano y sus problemas. Justo lo que se reprocha al neoliberalismo: el olvido de problemas cotidianos para cuadrar cuentas macro.       
En segundo lugar, el plan lopezobradorista representa la avanzada de una izquierda social que triunfó en las urnas y con posibilidades de continuidad en el gobierno sin esgrimir autoritarismos y abusos de poder. Como sí sucede, por ejemplo, en Venezuela, o como ocurrió con Cuba en los años 70s. Esta esperanza, en formas democráticas de gobierno, quizás no se capta en México por los problemas añejos que ahora salen a la luz y que enfrenta la 4T a contracorriente de la opinión publicada. Claro que el partido Morena tiene que colocarse a la altura del compromiso histórico y aún no se ve, siendo todavía una amalgama de cuotas y compromisos. El tema da para más.                  
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