Auge petrolero, demanda de servicios, migraciones y crecimiento demográfico

Martes, 09 de Julio de 2019 00:43 Editor
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 Escala Crítica/Columna diaria

*Aprender del apogeo de los años 70 y 80; corregir los errores
*Nuestros propios jornaleros, riqueza efímera, ciudades perdidas
*Ahora será diferente, aseguran Rocío Nahle y Octavio Romero
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
TABASCO vive actualmente una alta presión en la demanda de servicios y se prevé que esta situación será mayor conforme avancen las nuevas inversiones en el sector de hidrocarburos. Lo que ocurrirá en los próximos años requiere de un oportuno trabajo de planificación, de acuerdo a urbanistas y economistas. Hay procesos que se vivieron intensamente en las décadas del 70 y 80, cuando la entidad pasó de ser una zona agropecuaria a una de petróleo y servicios.  
Le comenté ayer algunos aspectos del fenómeno migratorio en el país, para complementar la otra visión que centra actualmente sus preocupaciones en inmigración extranjera, particularmente de Centroamérica. Tenemos nuestros propios nómadas. 
A veces parecería ocioso y hasta superficial ocuparse de estos temas en un texto periodístico…hasta que el escándalo los convierte en noticia.
 
A LISTA DE RAYA
 
PRECISAMENTE al escribir estas notas llega a mis manos un reportaje de Verónica Espinosa para la más reciente edición de la revista Proceso ( “Pobres y migrantes en su propia patria”, 7 de julio de 2019), donde recupera testimonios de trabajadores mexicanos que acuden como jornaleros a sitios como Guanajuato. Podríamos agregar lo que sucede en campos de Chiapas, Michoacán, Sonora. Estos “laborantes invisibles” llamaron la atención nacional en 2015, cuando estalló una huelga por sobreexplotación de los jornaleros en el Valle de San Quintín, Baja California.
En aquellos días, el portal Animal Político acudió a la Encuesta Nacional de Jornaleros de 2009: “en el país –anotó- existen dos millones que laboran en 18 estados: Sinaloa, Sonora, Baja California, Baja California Sur, Chihuahua, Guanajuato, Zacatecas, Jalisco, Nayarit, Colima, San Luis Potosí, Querétaro, Veracruz, Morelos, Hidalgo, Michoacán, Estado de México y Chiapas”. 
El reportaje incluía, entre otros datos el siguiente: “Los salarios de los jornaleros agrícolas en México oscila entre los 65 y 110 pesos al día por jornadas superiores a 15 horas. El salario mínimo en el país es de 68-70 pesos por una jornada de 8 horas”. Sólo tienen trabajo de manera temporal, por periodos de 4 a 8 meses.
Son, le decía, parte de nuestra migración interna. Aunque en sólo una de sus características. La otra está relacionada con periodos de auge de cierta actividad, por lo que su situación resulta un poco diferente como el caso de la industria petrolera. Por lo menos durante el apogeo. Muchos de los trabajadores que responden a esta última motivación por lo general pasan a engrosar la población local. Aunque también pueden ser generadores de los llamados “cinturones de miseria” o barrios marginales cuando la actividad que los impulsó a mudarse disminuye.
 
APRENDER DEL PASADO
 
TODO indica que estados como Tabasco, Campeche y Veracruz, vivirán un incremento de la inmigración.
Ayer, la secretaria de Energía, Rocío Nahle, dijo con la reactivación de Pemex en la exploración y perforación de pozos petroleros en el 2019 y la construcción de la refinería Dos Bocas, Tabasco regresa a la época del desarrollo económico. Sostuvo que a diferencia de los años 80, en esta ocasión la entidad podrá darle valor agregado a los hidrocarburos con la nueva refinería. Aparte de los 20 mil empleos de los que se habla en el proceso de construcción de la factoría, la funcionaria calculó hasta en 2 mil los puestos permanentes de trabajo en la operación. Se contrarrestará el desempleo con empresas de otras ramas, sostuvo.
Por su parte, el director de Pemex, Octavio Romero ratificó el compromiso del presidente López Obrador para que esta vez la relación de la industria petrolera con Tabasco cambien “de manera radical”, con respeto al medio ambiente y a las comunidades.
Le comentaba en otra entrega que uno de los efectos del auge petrolero en Tabasco fueron los importantes cambios demográficos, con lo que esto implica en la demanda de vivienda, educación, salud, seguridad. De acuerdo a los censos del INEGI, la población de la entidad pasó de un total de 768 mil en 1970 a un millón 500 mil en 1990. Se duplicó en 20 años. 
Aunque también la actividad petrolera fue característica de Veracruz y Tamaulipas, el crecimiento poblacional no tuvo la misma magnitud.
Llama la atención el caso de Campeche, donde a pesar de que en 1979 y principios de 1980 comenzó la explotación del mayor yacimiento hallado en el país –Cantarell-, el crecimiento poblacional fue moderado. Apenas pasó de 420 mil habitantes en 1980 a 822 mil en 2010. Esto es, tuvieron que pasar 30 años para que llegara al doble. Esto se explica quizá porque la explotación fue en zona marina.
Una de las localidades que puede ser una referencia de los efectos del auge petrolero es Ciudad del Carmen, donde tienen previsto instalar las oficinas centrales de Pemex. En 1990 su población era de 136 mil habitantes, en 1995 pasó a casi 180 mil, un incremento medio anual de 5.05 por ciento. 
Resulta interesante observar que Ciudad del Carmen, que en 2008 representaba el 27.42 por ciento de la población estatal, incrementó hasta el 29.42 por ciento en 2015 para luego iniciar una caída como consecuencia de la cada vez menor extracción de crudo en la Sonda de Campeche.
Según señalaba el diputado Manuel Rodríguez, ahora se prevé que Villahermosa sea el centro estratégico urbano y financiero de la nueva etapa petrolera. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )