Carlos Urzúa, una renuncia a la sombra del neoliberalismo y de un nuevo modelo

Miércoles, 10 de Julio de 2019 00:27 Editor
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 Escala Crítica/Columna diaria

*AMLO: persistir en la construcción de una economía distinta
*Las bajas necesarias en una larga –y ahora acelerada- batalla
*Actuar con decisión y aplomo; también con información oportuna
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
SE CIMBRA, se rechina; hay a veces incomprensión y titubeos. Esto ocurre cuando la embarcación avanza y más todavía en un mar tormentoso. Es una traducción de las primeras reacciones del presidente Andrés Manuel López Obrador ante la renuncia de quien fuera un poderoso Secretario de Hacienda, Carlos Urzúa. De inmediato, como se sabe, entró al relevo Arturo Herrera Gutiérrez, quien hasta unos minutos antes ocupaba la subsecretaría de Hacienda.
En 2018 AMLO consiguió la hazaña política de ganar las elecciones y derrotar en las urnas al viejo sistema. Había construido un poder ciudadano durante largos años de una dura batalla. Ganar las elecciones es apenas una etapa hacia el gobierno; lo más difícil es cimentar una nueva estructura social, pero –sobre todo- un poder económico distinto. Un nuevo modelo económico, fue lo que anunció. 
En marzo pasado, el Presidente anunció estaban “abolidos” en el país “el modelo neoliberal y su política económica de pillaje, antipopular y entreguista”.
Durante su discurso en el foro para elaborar el Plan Nacional de Desarrollo (PND 2018-2024), sostuvo: “para nosotros ya se terminó con esa pesadilla que fue la política neoliberal. Declaramos formalmente, desde Palacio Nacional, el fin de la política neoliberal”.   
JALONEOS Y ESTIRONES
OBSERVADORES críticos y de izquierda, como el investigador Rodolfo Uribe, nos habían comentado en varias ocasiones que Carlos Urzúa Macías en realidad estaba aplicando políticas neoliberales, sobre todo por los drásticos recortes al gasto público y el despido de empleados en todos los niveles. AMLO defendió en varias ocasiones al ex jefe de las finanzas: tiene toda mi confianza, dijo.
A unos días de las elecciones del 2018, cuando ya López Obrador aparecía como inminente ganador de los comicios, el portal lapolítica online, publicó que había intensos cabildeos de un sector de Morena y otros actores para que la Secretaría de Hacienda la ocupara Santiago Levy o el mismo Guillermo Ortíz, personajes conocidos en el viejo establishment. AMLO salió al paso de los rumores y ratificó su decisión a favor de quien fue su Secretario de Finanzas en el gobierno del Distrito Federal, Carlos Urzúa (2000-2003).
Los caminos de Urzúa y Arturo Herrera Gutiérrez, nuevo secretario de Hacienda, se entrecruzan. Cuando el primero renunció a su cargo en Finanzas en el DF, entró al relevo el polémico Gustavo Ponce –aquel apostador en el casino de Las Vegas-; al ser destituido Ponce, asumió Herrera las funciones que antes tenía a su antiguo jefe. Ahora, Herrera Gutiérrez suple a Urzúa. 
Al dar a conocer la renuncia de Urzúa, el mandatario federal explicó: “Como se están llevando a cabo estos cambios, se cimbra, rechina y hay a veces la incomprensión o dudas, titubeos, incluso al interior del mismo gobierno, del mismo equipo; pero nosotros tenemos que actuar con decisión y con aplomo, por eso acepto la renuncia del secretario de Hacienda, a quien agradezco por su colaboración, por su apoyo y lo respeto”.
En referencia a la carta que el renunciante hizo circular quejándose de la de imposición de funcionarios y decisiones en materia económica, AMLO puntualizó: “Es un cambio, una transformación, a veces no se entiende que no podemos seguir con las mismas estrategias. No se puede poner vino nuevo en botellas viejas, y es cambio de verdad, transformación, no simulación”.
 
¿ECONOMÍA CONTRA JUSTICIA?
APENAS el primero de julio, el Presidente había hecho una reseña optimista de los resultados en materia económica y financiera. “La fórmula está dando resultados”, insistió ahora al ratificar que se continuará con la política de austeridad y combate a la corrupción.
¿Podrá Herrera Gutiérrez, ex funcionario del Banco Mundial, conseguir el difícil equilibrio de las finanzas en un país con tantos rezagos? AMLO cree que sí.
El nuevo titular de Hacienda tendrá un papel determinante en lo que López Obrador ha denominado la “era postneoliberal”, una etapa en la que –dijo en la presentación del PND- “debemos demostrar que la modernidad puede ser forjada desde abajo, y sin excluir a nadie, y que el desarrollo no tiene por qué ser contrario a la justicia social”.
A decir del renunciante Urzúa “toda política económica debe realizarse con base en evidencia, cuidando los diversos efectos que ésta pueda tener y libre de todo extremismo, sea éste de derecha o izquierda”. Hay, se quiera o no, una crítica a la posición de AMLO, para quien sí existe una economía con adjetivos.
La historia nos ha mostrado que la economía no es neutral, como tampoco lo es la política. Como bien me dijo en alguna ocasión el especialista en finanzas Firdaus Jhabvala, los modelos dominantes actuales prefirieron poner énfasis en la producción y olvidarse de la distribución. Otros han fallado al colocarse en el extremo contrario: ignorar la producción y concentrarse en la distribución.
Repartir lo que no se produce lleva a la ruina, producir sin repartir conduce a la desigualdad extrema y pone en riesgo de revoluciones a las sociedades.
Pero el llamado “neoliberalismo” no es una mala yerba que se pueda arrancar sin tocar las raíces, inclusive sin remover el suelo donde ha crecido. No se retirará por decreto, se requiere un gran esfuerzo y un cambio cultural.
Porfirio Muñoz Ledo, ha dicho que desmontar un régimen en México requiere por lo menos de 18 años: “Aquí se necesita la fundación de otra época. Es un nuevo ciclo político. Son de 18 años todos los de la historia contemporánea de México” (a Álvaro Delgado, de Proceso). Tres sexenios, o ¿dos en uno?  
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