EL CÁRTEL NEGRO, PETRÓLEO Y CRIMEN ORGANIZADO

Jueves, 29 de Marzo de 2012 00:50 Editor
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Escala Crítica/Columna diaria
*Una investigación documentada de Ana Lilia Pérez
*La ordeña masiva, tráfico, crímenes y complicidades
*Una adicción peligrosa: el dinero fácil del petróleo

LA CUENCA de Burgos es el yacimiento de gas y condensados más grande que los de Chiapas y Tabasco. La extracción de gas en aquella zona de Tamaulipas, parte de Nuevo León y Coahuila, es casi el doble de la que se obtiene en la cuenca de Macuspana, según datos de Pemex. Sin embargo, en el 2007 se reconocía oficialmente que se realizaba de manera ilegal la extracción del 40 por ciento de todo el hidrocarburo en esa cuenca. Este dato escalofriante, y otros similares, es documentado y explicado por ola periodista Ana Lilia Pérez cuyo libro “El Cártel Negro”, fue presentado anoche en Villahermosa.

 

Correspondió comentar la obra a la propia autora, al ingeniero petrolero Alfredo Hernández Peñalosa, al dirigente comunitario Luis Alberto Méndez May y a este columnista. A reserva de reseñar lo dicho por Ana Lilia y por quienes nos acompañaron en la presentación, transcribo algunos de los conceptos que compartí con quienes asistieron al auditorio del CIVE de la UJAT.

PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN

EN ENERO de 2009, la periodista Ana Lilia Pérez tuvo que permanecer oculta, porque un juez de Guadalajara ordenó su arresto en respuesta a una denuncia del empresario gasero Jesús Zaragoza López, colaborador de la campaña de Felipe Calderón. La revista Contralínea denunció que la intención era castigar a la periodista por la investigación en la que salieron a relucir los contratos petroleros ilegales firmados por Juan Camilo Mouriño. Posiblemente ustedes recuerden al fallido y fallecido delfín de Calderón.
Las amenazas no espantaron a Ana Lilia, quien en 2010 logró ver publicado su libro “Camisas Azules, Manos Negras”, resultado de una investigación que inició en torno a Marta Sahagún, la esposa de Vicente Fox, y sus hijos, por sus negocios en Pemex.
Quienes han practicado el periodismo de investigación, como muy bien lo realiza Ana Lilia, saben que basta jalar una madeja, hacer una pregunta en el sentido adecuado y estar decidido a seguir preguntado, para hallar historias.
Así, la investigación sobre los hijos de Marta la llevó a descubrir la trama en la que estuvieron involucrados Mouriño y César Nava, quien luego fue dirigente nacional del PAN.
Las graves denuncias contenidas en aquel libro, llevaron a la Cámara de Diputados a instalar una comisión especial de investigación. El diputado David Penchyna reconoció que en el trabajo de Ana Lilia se presentaban 56 pruebas documentales públicas sobre el saqueo a Pemex. Se dijo, hace ya un año, que los diputados solicitarían información Pemex, a la Función Pública, a la Auditoría Superior y a las entidades federativas involucradas.
Bien se dice que cuando no hay interés en que algo se solucione, se integra una comisión.
Pero el hecho mismo de que los diputados hayan vuelto su vista hacia el libro anterior de Ana Lilia, nos da una idea de la fuerza, de la importancia de la investigación periodística.

GANANCIAS MILAGROSAS

MIENTRAS los diputados aún esperan conocer quiénes son los directivos involucrados en la firma de los contratos, Ana Lilia entrega a la publicación una investigación más inquietante aún.
Nos dice que no sólo algunos directivos y políticos, así como algunos empresarios están saqueando a Pemex, sino que también lo están haciendo, con la complicidad o indiferencia de los primeros, las bandas del llamado crimen organizado.
Nos cuenta, por ejemplo, en el capítulo uno, el milagro de cómo en un pequeño despacho quedó albergado un consorcio de empresas que repentinamente ganaron licitaciones internacionales.
Una de estas empresas obtuvo un contrato de casi 260 millones de pesos; otra un contrato de 420 millones de pesos; otra por 200 millones de pesos, y así hasta llegar a un total de doce empresas.
Doce empresas ubicadas en modestos locales, en una de las colonias más pobres de Villahermosa. Estas empresas obtuvieron en total –según la información consignada por Ana Lilia-, un mil 600 millones de pesos en contratos. Es apenas uno de los ejemplos más cercanos.
Hace algunos años, cuando tuvimos oportunidad de participar en un foro sobre la contaminación, comentábamos que por los ductos de Pemex corría un elemento corrosivo mucho más dañino que el ácido: el dinero aparentemente fácil, el caldo de la corrupción.
Un campesino obtenía menos de un salario mínimo. Ese mismo trabajador, arrancado de sus cultivos o expulsado de su tierra, empujado por la necesidad o atraído por la riqueza, como jornalero de la industria petrolera triplicaba o cuadruplicaba, sino es que más, sus ingresos. Pero todo eso era temporal; si bien le iba, mientras durara el boom petrolero.
El doctor Firdaus Jahbvala hizo un estudio sobre la distribución del ingreso en Tabasco  partir de la irrupción de la economía o las finanzas petroleras. Es un estudio técnico, pero del que se pueden derivar conclusiones sociales y de conducta.
Sin entrar en la profundización de ese estudio, porque nuestra materia es la del excelente trabajo de Ana Lilia Pérez, les diré que he llegado a la conclusión de que existe una adicción más letal que la de las drogas: la adicción al dinero fácil y abundante, por supuesto. Pero es además una adicción tolerada, fomentada, y premiada institucional y socialmente.
El Cártel Negro, es –diría- un libro que quema las manos pero que no puede dejar de leerse. Se lee como una novela, pero no lo es en el sentido de la ficción. Es la radiografía de una punzante realidad.
Cuando el libro de Ana Lilia fue presentado recientemente en la Ciudad de México, el experto en seguridad e investigador Edgardo Buscaglia recordó que la trama de la delincuencia, del tráfico llega a tales niveles que varias personas ligadas al ex presidente estadounidense George Bush fueron  detenidas por tráfico de gasolinas. Sólo cumplieron seis meses de arresto domiciliario.
En la obra de Ana Lilia se habla de más de una docena de delitos, muchos más. Desde la integración de compañías fantasmas y el conocido tráfico de influencias, hasta la ordeña de ductos, la venta de gasolina adulterada, la red de franquicias que sirven como fachada al lavado de dinero, el cobro de derechos de piso y venta de protección, el secuestro de técnicos y empleados de Pemex, los negocios de los altos directivos, el financiamiento de campañas políticas. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )