Aval internacional a la política de AMLO; una batalla también en la arena mundial

Miércoles, 02 de Octubre de 2019 00:39 Editor
Imprimir

 Escala Crítica/Columna diaria

*México, el territorio delas desigualdades y la creciente pobreza
*Diez acaudalados con ingresos de 60 millones de mexicanos
*No bastó ganar las elecciones, hay que cambiar la realidad
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
ES CIERTO que el plan del gobierno de López Obrador ha provocado reacciones diversas y algunas adversas, pero esta semana sumó dos apoyos importantes en el ámbito internacional. Por un lado la secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, reconoció “una nueva generación de política social” frente al fallido modelo neoliberal; por otro, Filippo Grandi, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR), manifestó su reconocimiento al esfuerzo mexicano ante un problema que ninguna nación resolverá por sí sola, el de los migrantes.
Los críticos de AMLO dirán que la de Bárcena es una voz interesada, porque ella encabezó el grupo que elaboró el Programa Integral para el Desarrollo del Sur-Sureste y Centroamérica por encargo del actual Presidente. Sin embargo, la Cepal es una voz influyente en el mundo. 
Esta Comisión Económica para América Latina (Cepal), fue establecida desde 1948 como un consejo, y es una de las cinco comisiones regionales de la ONU.  La ACNUR también forma parte del organismo mundial y tiene sus oficinas centrales en Ginebra, Suiza.  Como usted sabe, la cuestión de los migrantes y refugiados se ha convertido en parte de la estabilidad mexicana…así como de los estados fronterizos como Tabasco. 
 
PERCEPCIONES COMO DECISIONES
 
PODRÍA parecer ocioso ocuparse de la percepción que organismos internacionales tienen respecto al proceso mexicano; sin embargo, es en ese terreno donde se libra una de las batallas decisivas del proyecto Lopezobradorista. Esto ya lo vimos con las famosas “calificadoras” de inversión, así como con organismos como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, cuyas opiniones son factor de presión.
Pretender que bastaba que un tabasqueño ganara las elecciones presidenciales para que a esta entidad y el país les vaya muy bien, al igual que esperar que en un sexenio se modifiquen de raíz las estructuras en las que se sostiene la desigualdad y la pobreza resulta ilusorio. Más todavía cuando se observa que le falta acompañamiento.
Resulta destacable que Alicia Bárcena haya señalado que México aplica ahora un modelo “basado en derechos de las personas” para sustituir el modelo neoliberal “que no tiene destino”. Propuso que la política actual “no se llame desarrollo social sino de bienestar porque está dirigida a las personas”.
Se trata, insistió en un reciente foro realizado en la Ciudad de México, hacer de la “igualdad el motor de crecimiento del país”, y no al revés. El criterio dominante en las últimas tres o cuatro décadas fue que había que crear riqueza y que casi automáticamente ésta beneficiaría a todos. Lo que sucedió fue una alta concentración de un lado y un creciente despojo en el otro extremo.
Precisamente la Cepal presentó un informe hace casi un año en el que se destaca que había tal desigualdad de ingresos en México que, durante 2017, los recursos de los diez mexicanos más acaudalados equivalían al total de ingresos de casi 60 millones de personas. Sí, sólo diez frente a la mitad de la población en pobreza.
 
PARA ENTENDER A AMLO
 
ENTONCES, Alicia Bárcena planteó “una nueva generación” de políticas fiscales para combatir la evasión y los fondos ilícitos, al tiempo de aplicar un mayor gasto público parta cerrar la brecha de la pobreza: “Se trata de igualar para crecer, porque la desigualdad es injusta, ineficiente e insostenible, y genera instituciones que no promueven la productividad y la innovación; porque castiga la pertenencia de clase, etnia, género, y lleva a su máxima consecuencia la cultura del privilegio que naturaliza las desigualdades, lo que es inaceptable”. No sólo inaceptable, sino insostenible; como lo vemos ahora con la explosión de la violencia en México, y en Tabasco.
En otro informe de la Cepal (“Panorama Social de América Latina 2018”), presentado en enero de este año, se advierte que desde 2015 se aceleró el deterioro de las condiciones de vida de la población. En el caso de México,  sería hasta el 2035 cuando se alcanzarían las metas de reducción de pobreza, de acuerdo al reporte. Habrá que esperar el informe que ya incluya el impacto de las medidas de AMLO para saber si hubo cambios en los cálculos y si podemos aspirar a una igualdad con menos pobreza.
En el foro que mencioné líneas arriba y realizado en la cancillería mexicana, la secretaria de Bienestar, María Luisa Albores, refirió el panorama que encontró el actual gobierno: el ingreso de los hogares con más recursos es 26 veces mayor que el de los pobres; el 60 por ciento no tiene seguridad social, pensiones ni seguro médico y el 17 por ciento no puede adquirir canasta básica. 
Un dato más: el mayor porcentaje de pobreza se concentra en el sur y sureste del país.
Albores González explicó la convicción de López Obrador en el sentido de que la política social de un país no puede hacerse desde una sola institución, como ocurrió tradicionalmente; ahora se apoya en una estrategia integral entre varias instituciones. 
Quizá si se mirara –y actuara- desde esta perspectiva integral se explicarían mejor las decisiones de AMLO quien, como sabemos, está decidido a hacer realidad un cambio de modelo. Hay resistencias, también incredulidad.
AL MARGEN
NO BASTA pero es un paso importante para el consumidor: con 445 votos y cero en contra los diputados federales aprobaron normas de etiquetado para productos de consumo humano. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )