Catástrofes y emergencias, un gasto no previsto; los costos que pueden evitarse

Lunes, 21 de Diciembre de 2020 00:28 Editor
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 Escala Crítica/Columna diaria

*Entre inundaciones y COVID-19, casi 80 mil millones de pesos
*Más los daños colaterales a la economía y la calidad de vida
*Cambio climático, una realidad; una cadena de impactos crecientes  
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
LAS INUNDACIONES cada vez más catastróficas están vinculadas al cambio climático. En Tabasco el periodo de lluvias intensas, huracanes y frentes fríos, es cada vez más largo. Hay etapas de sequía, pero son continuados por tiempos de mucha agua. Emergencias como las inundaciones y la rápida expansión del COVID-19 en el país, son desastres altamente costosos. Hemos comentado aquí que de acuerdo a la Organización de Naciones Unidas, las pérdidas y daños por las catástrofes son hasta 20 veces más elevadas que las inversiones para prevenir.
El presidente López Obrador anunció recientemente que tan sólo para atender la emergencia por inundaciones, se destinan este año y el 2021 un total de 18 mil millones de pesos. Una erogación que no estaba proyectada en el presupuesto del 2020. Lo mismo sucede con la epidemia del coronavirus cuyos costos aún no se puedan estimar, porque además –como en las inundaciones-, hay afectaciones directas e indirectas que tienen un impacto futuro en la economía y en la vida de las personas.
Como se ha dicho: cada catástrofe es una pérdida, y cada pérdida es descender varios escalones en el desarrollo. Hay demasiados daños colaterales.  
 
CADA VEZ MÁS, CADA VEZ MENOS
DE ACUERDO a la Oficina de Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR), por el cambio climático se han duplicado las catástrofes que tienen origen en fenómenos naturales.  La muerte de más 1.2 millones de personas. Entre 2000 y 2019 se registraron siete mil 348 desastres de este tipo en el mundo. Calcula el organismo mundial que los recursos asignados a la respuesta a estos desastres es 20 veces mayor a la destinada a la prevención y preparación.
Hay definiciones básicas de la UNDRR que, en lugares expuestos como Tabasco, debemos tener en cuenta:
1.-No existen los desastres naturales como tal, se trata de peligros naturales.
2.-El riesgo es la combinación de peligro, exposición y vulnerabilidad.
3.-La muerte, la pérdida y los daños dependen del contexto del peligro, la exposición y la vulnerabilidad.
4.-Los datos y los análisis tienden a compartimentar el riesgo, para simplificarlo y hacerlo más cuantificable; lo que es contraproducente, ya que centrarse en los números hace que solo nos fijemos en las consecuencias directas a corto plazo. (Un.org)
En Tabasco sabemos que hay riesgos naturales y que podemos reducir la exposición y vulnerabilidad. Lo mismo nos ha mostrado la epidemia, un peligro menos predecible pero ahora ya contamos con indicadores comprobados sobre los factores que aumentan la gravedad o letalidad de los contagios. Los más realistas advierten que este tipo de fenómenos –inundaciones y epidemias-, aumentan en probabilidad de ocurrencia.  
Esto indica que si no se toman medidas preventivas los costos serán cada vez más altos. 
 
GOBIERNO PREVENIDO VALE POR DOS
 
NADA MÁS veamos como referencia las cifras de la Cepal para Tabasco en 2007: calculó los daños y pérdidas en 33 mil millones de pesos; este 2020, para Tabasco y Chiapas se anunciaron ayudas y respuestas por unos 18 mil millones, algo así como el 60% del costo admitido en la mayor catástrofe en la entidad en un siglo. Todavía es muy pronto para tener el estimado de los perjuicios.
Los 18 mil millones anunciados para Tabasco y Chiapas si bien una parte podría estar programada en una necesaria inversión en infraestructura que de todas formas se haría, no cabe duda que las prioridades se modificaron. 
Esta administración, la de López Obrador, ha tenido que echar mano de recursos para casos imprevistos, como el de la epidemia de COVID-19. En agosto pasado, el Presidente afirmó que su administración había destinado 35 mil millones de pesos para atender la emergencia. Otros cálculos elevan el gasto (e inversión) a más de 59 mil millones de pesos, sumado lo que le costó a los gobiernos estatales. Tan sólo este total anda cercano a los 80 mil millones de pesos. Sin contar los gastos operativos.
El Presidente ha dicho que la austeridad, el combate a la corrupción y la entrega directa de recursos ha permitido que disponer de suficiente financiamento; por supuesto que sería mucho mejor que no hubiese calamidades coyunturales para poder dirigir todos esos ahorros a las calamidades estructurales como la pobreza y la marginación…situaciones que multiplican los daños de cualquier percance.
 
AL MARGEN
 
CUANDO iniciaron los contagios de COVID-19 en China, varios expertos clamaron por la aplicación de protocolos sanitarios para contener la expansión del virus. La movilidad internacional prefirió sacrificar la seguridad a favor de la economía; ya vimos que el resultado fue catastrófico: no se logró mantener la actividad productiva, el costo en vidas y salud ha sido exponencial, y lo que viene es una brutal crisis que afectará también a quienes quisieron cargarle todos los costos a los pobres.
Nos referimos aquí a la bioseguridad no aplicada. Pero también a una idea que parecía descabellada pero que a la distancia muestra que no lo es. Un experto planificador y estudioso de varias epidemias sugirió par México una medida drástica e inmediata: detener durante un mes todas las actividades y que el gobierno otorgara un bono de supervivencia universal. Parar todo y todos, dejar sólo lo verdaderamente indispensable con los máximos cuidados; tratar al país como a un paciente, aislarlo y curarlo.  Se prefirió apostarle a la responsabilidad y a cambiar hábitos que prevalecen desde hace siglos. Estamos en una segunda oleada, sólo será más benigna si colaboramos. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )