Las elecciones de la sobrevivencia, 2021; dilemas de partidos y grupos empresariales

Lunes, 04 de Enero de 2021 00:26 Editor
Imprimir

 EscalaCrítica/Columna diaria

*Serán los comicios con mayor número de cargos en juego
*Otros destinos también serán definidos; peso abstencionista
*Los partidos no son homogéneos; su diversidad en los estados
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
SERÁN las del 2021 “las elecciones más grandes de la historia”, se dice casi como lugar común para referirse a la cantidad de cargos que se votarán en junio próximo: 300 diputaciones federales de mayoría, 200 de representación proporcional y 21 mil 382 puestos a nivel local, incluidas 15 gubernaturas. “Serán las más decisivas de la historia”, señalan por su parte los dirigentes de la oposición, los líderes de la coalición en el gobierno y el propio presidente López Obrador.
Las razones de considerarlas decisivas son, por supuesto, diversas entre una y otra corriente. Para AMLO y sus simpatizantes se define la continuación de su plan de transformación; para una franja multicolor de sus adversarios representa todo lo contrario: la posibilidad de frenar al Presidente. ¿Para construir qué? Esperemos que las campañas sirvan para aclarar frente a qué estamos realmente, mucho más allá de las consabidas descalificaciones.
 
RENOVACIÓN O RATIFICACIÓN
 
EL PROCESO de las elecciones federales comenzó en septiembre de 2020. La atención está centrada en la renovación o ratificación de la Cámara de Diputados. No es sólo el signo de la mayoría, sino que más del 75 por ciento de los actuales legisladores buscarán repetir en el cargo. 
Morena tiene actualmente 338 diputados federales, con integrantes del  Partido del Trabajo, el Partido Encuentro Social, el Partido Verde y cinco independientes. A nivel nacional esta coalición será retomada con PT y PVEM; en lo local, estos partidos harán diversas combinaciones de acuerdo a sus intereses y cálculos de sobrevivencia.
También en la inusual coalición del PRI, PAN y PRD entran cálculos de sobrevivencia pero de otro tipo. En las discusiones internas, y en algunas declaraciones públicas, han dejado claro que de seguir el actual régimen su presencia como partidos en la vida pública está en riesgo. La democracia plural está en peligro, insisten.
Al llamado frente “Va por México”, también conocido como Bloque Amplio Opositor (BOA) se han unido los empresarios que sostienen que lo que está en peligro es el sistema económico al que también personajes como Claudio X. González y Gustavo de Hoyos denominan “democrático”, pero al que AMLO califica como “neoliberal” y para el cual ha decretado su final.
Las dos sobrevivencias son complejas. Ni los partidos ahora en la oposición son homogéneos –como tampoco lo es la coalición en el poder pero tiene un líder que los mantiene unidos-, ni los empresarios mexicanos comparten el mismo proyecto. Esto último, a reserva de verlo en detalle, resulta evidente en la pirámide de quienes concentran las ganancias y las exportan llegando a la base compuesta por millones de pequeños empresarios algunos (muchos) en la informalidad.  
 
EL EJE EN EL JEFE
 
EN EL CASO de los partidos, esta complejidad se expresa sobre todo en los estados. Hasta antes del 2000 para el PRI la Presidencia de la República hacía las veces de lo que ahora AMLO: el “primer priista” era el factor determinante durante seis años, en tanto que el PAN descansaba sus fuerzas en una estructura con importantes liderazgos regionales. Los resultados de las votaciones del primer año del nuevo siglo y el impulso de una coalición opositora surgida en 1988 cambiaron totalmente la dinámica en esos partidos: el PRI dejó de tener un centro hegemónico y el PAN en la búsqueda de tenerlo desarticuló su tradicional institucionalidad.
La contienda del 2018 y sus resultados terminaron por disgregar a los dos partidos hasta entonces hegemónicos; la disputa de los espacios de poder se trasladó a los estados, algo que las dirigencias nacionales no terminan de comprender y que en estos meses se expresará en una conflictiva alianza opositora a nivel local. Le decía que están ante un problema de sobrevivencia que es real en el PRD, con su registro en riesgo –en diez estados debe luchar por recuperarlo-, y que podría serlo también para el PRI y el PAN si se cumple lo históricamente registrado que en una alianza hay un pez grande que se come al asociado. Uno de los integrantes de la coalición se llevará la mayoría de los votos.
Como el lector sabe, las recientes reformas electorales impiden que –como sucedía antes- las negociaciones de alianzas y coaliciones estén supeditadas a un reparto previo de los votos: cada partido sólo puede contabilizar para sí los votos que vayan en su emblema. En caso de presentar dos o tres emblemas, el número de sufragios se divide por igual manera en el número de integrantes de la fórmula. Lo que antes (en el reparto previo) fue garantía para que partidos efímeros como el Partido de la Sociedad Nacionalista y Partido Alianza Social, entre otros, gozaran de registro y recursos públicos, ya no pudo ser utilizado por el Partido Humanista y el Partido Encuentro Social. En ese camino están los nuevos “minipartidos”.
Por lo que hace a Morena, aunque AMLO tiene una muy alta aceptación en las encuestas –efecto que se traduce en las declaradas simpatías hacia su coalición-, esta agrupación es un enigma en cuanto a su desempeño electoral para el 2021. Como lo fue en el 2018 cuando su cosecha de sufragios superó las más optimistas expectativas. ¿Se repetirá el fenómeno?
Lo paradójico es que las definiciones se darán en unas elecciones (las intermedias) tradicionalmente con un alto abstencionismo. 
 
AL MARGEN
BIEN DICEN que el poder desgasta, y a eso apuestan los opositores a AMLO; pero también es cierta la conseja popular: poder que no se usa se atrofia. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )