Vivir: cada día nacen 400 mil en el mundo; las contradicciones de las estadísticas

Miércoles, 03 de Noviembre de 2021 00:00 Editor
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 Escala Crítica/En Diario Presente, Ventanasur, Avance, Horay20noticias

*En tiempos de muertos, los vivos están más presentes 
*La economía entre la explosión demográfica y la caída
*El misterio: hay que vivir no sólo para seguir viviendo 
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
 
HABLEMOS de la vida hoy que los muertos están presentes en nuestras conversaciones, celebraciones, duelos, recuerdos. 
Es impresionante cómo cada minuto nacen unos 300 humanos en el mundo; unos 400 mil por día. Si usted ve la página virtual countrymeters observará cómo cada segundo el contador de nacimientos se mueve 5 unidades. Es casi imposible seguir el ritmo de los registros. 
Contradictoria como la vida son las interpretaciones que se pueden dar a estos hechos. 
Los servicios informativos de la BBC reportaron en junio de 2020 que el planeta registraba una “dramática caída” en el número de nacimientos. Tomando como referencia investigaciones que la revista Lancet publicó por investigaciones del Instituto de Métricas y Evaluaciones de Salud (IHME) de la Universidad de Washington, la conclusión era dramática: una caída en los índices de fertilidad llevará a una reducción drástica de la población en todos los países a finales de este siglo.
¿Vamos hacia una crisis demográfica por la cantidad de nacimientos por día o por la creciente infertilidad? Ignoramos cuál es el destino que nos alcanzará.
 
MENOS HABITANTES
 
PARA los especialistas del IHME en 23 países –incluidos Japón y España-, su población se reducirá a la mitad dentro de 80 años. Y no por guerras, ni por pandemias como ahora, tampoco por catástrofes, sino por la caída en la tasa de natalidad: de un promedio de 4.7 niños-niñas por mujer en 1950, se pasó a 2.1 (es más o menos lo que tiene México)  y se prevé que llegará a 1.7 en el 2100 en todo el planeta.
En algunos países ya están en los registros catastróficos (1.27 Italia, 1.54 Alemania, 1.43 Portugal), mientras que otras naciones viven el riesgo al revés: una excesiva fecundidad con una creciente pobreza (Uganda 4.82, Tanzania 4.83, Chad 5.65, Somalia 5.98, Afganistán 4.32).
Menos nacimientos preocupa al viejo continente, a Europa. Es nuestro espejo. La población se hace adulta y envejece; la pirámide poblacional gira lentamente hasta quedar de cabeza: cada vez hay más jubilados y pensionados, cuando logran este derecho que se va convirtiendo en privilegio, y cada vez se reduce la Población Económicamente Activa.  
También sucede, por supuesto, que los mayores de 60 años se ven obligados a trabajar…y también los menores de 16 años. 
Dicen los estudiosos y los economistas que un fantasma recorre el mundo: la abrupta caída de la natalidad en China. Lo que antes era una amenaza, la creciente población de esa nación asiática, se vuelve su contrario. Tiene actualmente un índice de fecundidad  de 1.70; pero en 1970 llegó a tener casi ¡seis puntos!, lo que hacía presagiar un mundo poblado de los descendientes de Confucio y Lao Tsé.
La caída en la tasa de natalidad, se compensa con la tasa de mortalidad; nacen menos, pero mueren menos. Bien, pero esto se convierte en una bomba de tiempo en la economía de China, debido a lo mencionado líneas arriba: una cada vez menor población laboral. Y ya vimos que China es el centro de los sismos que se convierten en tsunamis. 
 
VIVIR ES MUCHO MÁS
 
ESCUCHO a Raúl, un joven empresario, decir que con su esposa –también joven-, llegaron al acuerdo de no tener hijos. “Nada más de ver cómo está el mundo, a qué aventura de sobrevivencia los vamos a mandar”. Otros matrimonios han decidido tener un solo descendiente; hay una franja que sigue con la idea de “los que Dios me dé” y “los que el destino decida”. 
La pandemia puso al día la preocupación de lo que significa estar vivos. Las estadísticas oficiales indican que en el mundo superamos ya los 5 millones de muertes por COVID-19; por otros factores han fallecido tan sólo en lo que va del año unos 50 millones, pero han nacido unos 118 millones en este 2021. Seguimos vivos, pero nunca fue tan frágil ese hilo que nos mantiene respirando.
Pero vivir es más que respirar. Un fragmento de Ricardo Garibay, en Oficio de Leer: “Describiendo a un parásito, hermano del rey, que no hace sino tragar manjares noche y día, almacenando kilos y enfermedades, entre almohadones derramándose en gigantescas bacinicas días y noches el árabe monstruoso (Baobdil), dice Antonio Gala: “Vivía sólo para seguir viviendo”. 
Agrega Garibay: “y aparto esta frase como una astucia literaria porque da súbitamente una visión multitudinaria de los hombres, de los hombres innumerables que viven sólo para seguir viviendo. León Bloy señalaba a los que van del útero al sepulcro, sin ningún apetito de misterios y sin dejar huella ninguna a su paso”. 
Vivir es más, mucho más, que sólo respirar.  ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )