México en forcejeo permanente: un choque entre el pueblo y los grandes proyectos nacionales

Miércoles, 20 de Julio de 2022 00:53 Editor
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 Escala Crítica/Diario Presente, Ventanasur, Horay20Noticias, Avance

 
*Julio López Chávez, un líder campesino que creyó en la Reforma
*La radicalización por el idealismo, la dura realidad y el paredón
*Un precursor incómodo de Ricardo Flores Magón y Emiliano Zapata
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
LA DISPUTA por la Nación, fue un término que pusieron en boga a principios de los años ochenta los economistas Rolando Cordera y Carlos Tello, cuando en 1981 presentaron un libro con ese título. Después se ha insistido en el choque de dos o más proyectos de Nación. A lo largo del siglo pasado, se habló de conservadores y liberales, revolucionarios y reaccionarios; luego de tecnócratas y políticos…mientras en el fondo sigue vivo el México profundo.
Esa “disputa por la Nación” viene de muy lejos y puede observarse también como una lucha por la sobrevivencia. La llamada “modernidad” ha tenido muchos rostros que oponen modelos de desarrollo a formas tradicionales de subsistencia. 
La historia oficial minimiza, niega o descalifica a quienes considera incómodos. Se dice, y con frecuente razón, que la historia la hacen los perdedores, pero la escriben los vencedores. Por lo menos esto es cierto en el caso de uno de tantos  fantasmas que deambulan en la conciencia de los liberales de la época de la Reforma, cuando la ilusión del progreso consideró a las comunidades indígenas un lastre. Es una historia que no debe repetirse.
DE PATRIOTA A BANDOLERO
 
EL NUEVE de julio reciente se cumplieron 154 años del fusilamiento del líder campesino Julio López Chávez (o Julio Chávez López), por parte de las tropas del gobierno liberal de Benito Juárez, al lado de las cuales había combatido desde muy joven en las filas del ejército republicano durante la Guerra de Reforma (1858-1860) y la Intervención Francesa (1861-1867), alcanzando el grado de coronel. 
La primera vez que escuché hablar de Julio López Chávez fue en la preparatoria, de voz de algunos líderes campesinos. Historias sueltas y difusas. Posteriormente hallé una edición popular del libro “Los anarquistas mexicanos”, de John M. Hart (SEP Setentas, 1974). La interrogante obligada es por qué un combatiente en la Guerra de Reforma, contra el Imperio y por la República –que hoy denominarían la segunda transformación-, pasó de ser un convencido liberal a un líder radical calificado como delincuente y gavillero por el propio Francisco Zarco, respetado defensor de las libertades. 
La prensa oficial de aquel entonces etiquetó al dirigente campesino como  “rabioso socialista” o “cabecilla comunista”. En realidad este personaje había transitado de la defensa de la República a la lucha por la defensa de la tierra comunitaria; la respuesta del gobierno juarista lo llevó finalmente a radicalizarse y levantar la bandera del agrarismo anarquista. 
Publicó Doralicia Carmona (MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO): “El decreto del presidente (Ignacio) Comonfort sobre Desamortización de Fincas Rústicas y Urbanas de las Corporaciones Civiles y Eclesiásticas del 25 de junio de 1856, aunque estaba dirigido contra las corporaciones religiosas, también abrió al mercado las tierras comunales indígenas antes protegidas por la Corona de España. Los liberales juaristas, como hoy los neoliberales, compartían “la ilusión de que los indios, al convertirse en propietarios individuales, tendrían la posibilidad de salir de la miseria.” (Sanginés Esther. Rebeliones campesinas contra el progreso liberal).
Las buenas intenciones –darle movimiento a la producción y a la economía-, naufragaron en las bárbaras ambiciones. 
 
EL TEMIDO ANARQUISMO
 
HAY TESTIMONIOS documentales de cómo este líder campesino encabezó primero una resistencia pacífica frente al despojo de tierras a las comunidades realizada por los hacendados y poderosos de la época para aprovechar la ley de desamortización (contra las propiedades en “manos muertas” del clero). Julio López lideró un movimiento que se extendió por Morelos, Tlaxcala, Puebla, Hidalgo y el Valle de México, entre otras localidades.
Como parte de su convicción republicana, y agrarista, dirigió en diciembre de 1867 un manifiesto al presidente Benito Juárez para denunciar el despojo y pedirle que ordenara el respeto a la propiedad original de los pueblos. Al mismo tiempo inició el reparto de tierras en su zona de influencia. La respuesta de los hacendados originó una acción defensiva de los indígenas y campesinos. Las tropas juaristas combatieron la rebelión agrarista y a principios de 1868 fue ya muy clara la orientación radical del movimiento: años atrás, Julio López había participado al lado del anarquista griego Plotino Rhodakanaty en la Escuela Moderna, también llamada “Escuela del Rayo y del Socialismo”, en Chalco, convirtiéndose muy pronto en un estudiante avanzado y un líder incómodo.
El propio Rhodakanaty, proclive a un anarquismo pacifista, tomó distancia del líder campesino que aun cuando su rebelión fue avasallada se convirtió en ejemplo del movimiento de Emiliano Zapata…y también precursor de Ricardo Flores Magón. 
 
AL MARGEN
LA DISPUTA por la Nación, para muchos la lucha por la vida, sigue en el México profundo. 
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