Evaluar al Presidente: de los muros antiguos, monólogos y la república de los otros datos

Jueves, 08 de Septiembre de 2022 00:14 Editor
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 Escala Crítica/Diario Presente, Ventanasur, Horay20noticias, Avance

 
* Huellas históricas del poder: interlocutores y un muro de silencio
*Datos de Estrada (SPIN): minuciosas mediciones multitudinarias
*Un método sesgado: lo cuantitativo frente a un fenómeno cualitativo
    
Víctor M. Sámano Labastida
 
POR DÉCADAS, en el país fue deporte de alto riesgo evaluar la gestión del Presidente de la República. Las arenas del poder sugerían, implícita o explícitamente, el silencio y/o la adulación. Era impensable, en el México posrevolucionario, que el Presidente respondiera a un señalamiento. La palabra presidencial no circulaba en diálogo. Lo suyo era el monólogo. 
De ese contexto histórico surge el viraje comunicativo implementado por AMLO. Incómodo a veces para algunos, excesivo para otros; atinado para sus fines.
 
Y EL CAUDILLO NO SE DIO POR ENTERADO
 
“YO ANOTABA y anotaba, y el caudillo no se dio por enterado”, escribió Carlos Monsiváis. En el periodismo, desde mediados del siglo XX, hubo interlocutores críticos que se estrellaron en el muro de silencio que rodeaba la silla presidencial. La crítica al Presidente casi no llegaba a los diarios: se plasmaba en libros. Esto cambió con el tesón del Excélsior dirigido por Julio Scherer, el semanario Proceso -luego de la emboscada a Excélsior- y diarios como el UnoMásUno, La Jornada, El Día y las páginas culturales del semanario Siempre, del tabasqueño José Pagés Llergo. Había crítica, pero no debate público con el Presidente,        
Hay textos significativos, de valor ético y cultural, entre el bosque de adulación al poder. Son registro crítico indispensable: “El sistema político mexicano” (1972), Daniel Cosío Villegas; “Los presidentes” (1986), “Estos años” (1995), “La terca memoria” (2007), Julio Scherer; “Días de guardar” (1971), Carlos Monsiváis; “La Presidencia Imperial” (dos volúmenes, 1997 y 2014), Enrique Krauze; “La frontera nómada, Sonora y la revolución mexicana” (1977), Héctor Aguilar Camín; “País de un solo hombre” (tres volúmenes, 1993), Enrique González Pedrero; “La segunda muerte de la revolución mexicana” (1992) y El espejismo democrático (2007), Lorenzo Meyer. Sólo por mencionar algunos significativos.
No se conocen, salvo las excepciones de Luis Echeverría Álvarez y Carlos Salinas de Gortari, momentos de presencia pública con discurso articulado y enfoque ideológico agresivo. Los presidentes actuaron en la penumbra. Esto ha cambiado radicalmente con AMLO.
   
DATÉAME OTRA VEZ
 
“DISCUTIMOS MÁS a López Obrador que al país”, reprochó Héctor Aguilar Camín a la comentocracia (de la que forma parte). Puede ser, aunque a renglón seguido planteó la “complicidad de los medios con AMLO”, un despropósito (La hora de opinar, 05/09/2022). Para muestra, el botón que se placeó en el Congreso, con la venia de Ricardo Monreal: el libro “El imperio de los otros datos, tres años de falsedades y engaños desde palacio”, del analista Luis Estrada, quien elude la palabra ‘mentira’, frecuente en la cobertura mediática de esta obra. Si otros hablan de “las mentiras de AMLO” por su libro, esto no inquieta a Estrada, a juzgar por su actitud en entrevistas.  La obra es análisis cuantitativo sesgado de las palabras del presidente López Obrador en sus conferencias. En el libro se abordan los primeros 3 años de gobierno, y documenta supuestas 67 mil inexactitudes presidenciales. El agregado que hizo Estrada en entrevista para La Silla Roja (El Financiero, Bloomberg, septiembre 4/2022) maneja 86 mil 917 declaraciones inexactas (corte al 31/07/2022). Promedio de 94 por día. Estrada habla de descripción, aunque esa palabra no describe su ejercicio: lo legitima en sentido técnico.   
Dice Estrada: “Nunca nadie, en la historia, ha hecho conferencias de prensa diarias. Y desde que el Presidente López Obrador las hace, nadie ha seguido su ejemplo. Es decir: por algo es.” 
Curioso: insinúa un ejercicio inútil y no plantea la hipótesis de perseverancia y trabajo intenso que necesitaría un político para imitar a AMLO.    
La metodología, contó Estrada, fue elegida a partir de un objetivo: “cuál es la forma en que el Presidente evade responder a las preguntas”. Desde ahí, la intención no es descriptiva. Con todo, el principal error es analizar un fenómeno cualitativo con visión cuantitativa. Los números no captan la vena política de las palabras de AMLO.                
 
FORMAS DE MEDIR    
 
APUNTA Estrada que AMLO es inexacto de 4 maneras: 
1) Promesas. “Está en campaña permanente”. Un tramo no terminado de 400 metros, en una carretera de Sonora, inquieta a Estrada. Menos mal. 
2) Compromisos, “de documentación no entregada”. Pero del libro se ausenta el registro de lo no entregado.    
3) Afirmaciones que no se pueden probar. “Se acabó la corrupción”, es ejemplo pasable. Ejemplo problemático: “AMLO dice: ‘se me acercó una señora y me pidió esto’. No se puede probar”. ¿Estrada gusta de la terracería? 
4) Falsedades, “el Presidente se equivoca, incluso contra sus propias cifras”. Interesante. Faltan los ejemplos.  
Y un error de Estrada, que arroja sombras a su libro: “el Presidente dice que el programa de Internet para todos ya está”. En tres ocasiones, en 2022, AMLO reconoció que no han logrado la implementación de Internet para todos. Ha planteado con argumentos técnicos y de infraestructura la dificultad de cumplir este punto, que se encuentra en los 100 compromisos de su gobierno al inicio del sexenio. 
AL MARGEN
QUÉ BUENO que se siga puntualmente los dichos del poder. Que se haga costumbre. Pero está escrito: por su metodología lo conoceréis. 
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