La violencia y los pactos en la sombra; futuro como el huevo de la serpiente

Viernes, 28 de Octubre de 2022 00:20 Editor
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 Escala Crítica/Diario Presente, Ventanasur, Horay20noticias, Avance

 
*Acuerdos de Estados Unidos para controlar las narco rutas
* Colombia: militares, guerrilla, paramilitares, narcos y pistoleros
*Lácides, un personaje de Macondo; anécdotas de la lectura
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
A Lácides García Detjen, grata memoria.
 
A FINALES de los años noventa, hace poco más de 20 años, el gobierno de Estados Unidos decidió poner en marcha una serie de acuerdos y negociaciones con centenares de narcotraficantes colombianos para poder llevarlos ante los tribunales norteamericanos sin tener que pasar por el complejo y riesgoso proceso de extradición. Oficialmente estos convenios fueron negados. Les permitía a los traficantes conservar parte de su dinero y propiedades, una condena leve, en tanto que EEUU se quedaba con la mayor parte de los recursos y obtenía el control de las rutas criminales.
Dos periodistas, Jorge Lesmes y Edgar Téllez documentaron y narraron como en una extraordinaria novela policiaca estos episodios a lo largo de 243 páginas.  Por tan interesante e importante obra recibieron el premio de periodismo Planeta a finales del 2006.
 
UN JUEGO LETAL
HE COMENTADO aquí que “Pacto en la sombra” es uno de los muchos libros que me obsequió Lácides García Detjen, colombiano-mexicano, con quien conversé ampliamente sobre la dramática y trágica situación latinoamericana por la creciente desigualdad y pobreza, pero también por la ampliación de la red criminal, la abierta o velada intervención del espionaje estadounidense. Los países de Latinoamérica convertidos en piezas de un ajedrez letal, agudizadas sus contradicciones por el denominado neoliberalismo o el capitalismo salvaje.
De manera muy sintética podíamos ver en una nuez la gravedad de lo sucedido en Colombia: enfrentados conservadores y liberales por el poder político y económico desde finales de 1920, esta lucha se agudizó con el asesinato del líder progresista Jorge Eliecer Gaytán en abril de 1948. Como se sabe, surgieron los grupos guerrilleros que tuvieron en respuesta un reforzamiento del ejército regular apoyado por Estados Unidos. La secuela es también sabida: los terratenientes se dotaron de guardias blancas, en tanto que el ejército hizo uso de los paramilitares. A mediados de los años 70 del siglo pasado comenzó a extenderse el poder de los narcotraficantes que terminó contaminando a todos los grupos en pugna: guerrilla, ejército, paramilitares, guardias blancas. Se acuñó un término ofensivo pero que permitió simplificar la designación de una comunidad narcogobernada: la colombianización.
Esto lo traigo ahora a cuento, pacientes lectores, a modo de aquello que se conoce como “el huevo de la serpiente”, expresión ya conocida en la cultura popular pero que tomó carta de naturalización en los análisis políticos a partir de la película de tal nombre de Ingmar Bergman (1977).  El Doctor Vergerus, personaje de Bergman dice: “Cualquiera puede ver el futuro, es como un huevo de serpiente. A través de la fina membrana se puede distinguir un reptil ya formado”. Esto es: si uno observa bien puede reconocer el peligro que se está incubando.
 
DE BARRANQUILLA A VILLA
 
EL 26 DE OCTUBRE Lácides García Detjen habría cumplido años, nació en Barranquilla, Colombia, en 1950. Lamentablemente falleció en 2015 y no tuvo oportunidad de ver el vuelco electoral y ciudadano que llevó a la Presidencia de la República a su amigo de juventud, Andrés Manuel López Obrador. El también profesor e investigador, era un convencido del avance de las ideas progresistas en América Latina. Mucho estudió sobre el tema y también le preocupaba el curso de los futuros gobiernos; su esperanza radicaba en la organización y la participación popular informada.
Lácides fue un lector incansable, excelente conversador, tolerante y siempre conciliador. Alguna vez me contó cómo un trágico incidente para Nuestra América, el golpe de Estado en Chile contra Salvador Allende, lo trajo a México; había ganado una beca para estudiar en la capital chilena Santiago, pero las condiciones políticas desviaron su ruta y un día venturoso desembarcó en el Puerto de Veracruz. De ahí viajó a la capital mexicana para después inscribirse en la Universidad Nacional Autónoma de México.
Tenía un extraordinario don para acercarse a la gente, presto para el diálogo y las bromas aún con desconocidos. Muy pronto formó en nuestro país lo que fue su nueva gran familia: la de los amigos y conocidos. Echó raíces en Tabasco donde se aprecian sus aportaciones a la educación, la promoción cultural y la reflexión política. Tuve la fortuna de reunirme con él por lo menos dos veces por semana en lo que fueron –sin saberlo- últimos años de su fructífera vida. No podían faltar a la tertulia bisemanal Javier Herrera, y una vez a la semana José Manuel Carrera. 
De las muchas anécdotas que me contó rescato una que ilustra el perfil de este personaje. Refería sonriente que entre los diversos trabajos que tuvo que realizar en México para pagarse los estudios, uno de ellos fue el de “garrotero” para auxiliar en un restaurante con el acomodo y limpieza de mesas y recoger trastos. A eso se dedicaba cuando observó a un cliente leyendo “Cien años de soledad” y le hizo plática, una conversación erudita sobre otros autores colombianos y latinoamericanos. Esto ameritó que le llamaran la atención porque dejó en suspenso su labor…aunque la tarea que estaba haciendo con el lector desconocido era invaluable. ¿Se imagina el lujo de tener a un garrotero que le hable a los clientes de libros, historia, películas, política?
AL MARGEN
PROPUESTO en una terna por el presidente López Obrador, el tabasqueño Agustín Díaz Lastra es el nuevo presidente de la Comisión Nacional de Hidrocarburos. Participaba ya como titular de la Unidad de Enlace en Pemex con Octavio Romero. Fue secretario de Fomento Industria, Comercio y Turismo en el gobierno de Enrique González Pedrero (1984-1987).