Corrupción y obstáculos para la reconciliación, discurso político, prácticas y vida democrática

Martes, 06 de Diciembre de 2022 00:35 Editor
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 Escala Crítica/Diario Presente, Ventanasur, Horay20noticias, Avance

* Uso político de vocablos significativos: ¿simulación o realidad?  
* Ideas abstractas de unidad: generalizan y ocultan conflictos
*Cambio con objetivos: combatir la desigualdad, mitigar la pobreza 
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
SEGÚN VERSIONES diversas el próximo fin de semana, sábado 10 de diciembre, estarán en Tabasco dos aspirantes a la candidatura presidencial. Quieren estar en las boletas del 2024 por Morena: la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, y el senador Ricardo Monreal. Los dos se encontraron en las encuestas en 2017 para buscar el gobierno capitalino. Claudia, al igual que Marcelo Ebrard y Adán Augusto López, caminan bajo el cobijo del presidente López Obrador; Monreal va a contracorriente y sobre un terreno muy resbaloso que pone a prueba su habilidad.
Ebrard tomó protesta a sus representantes de la precampaña (que no lo es formalmente) para los 300 distritos electorales; Claudia Sheinbaum fue obligada por el INE a desvincularse de la campaña “Es Claudia”, orden que impugnó, y Adán Augusto se apresta a recorrer nuevamente el país ahora en el marco de la reforma electoral. Todos están (en campaña), sin estar. Las encuestas, a la vuelta de unos meses; esto es, ya.  
 
Monreal Ávila, senador por Morena y aspirante presidencial, enfatiza que quiere “sin regateos, la reconciliación y la unidad de México”. La idea es inobjetable en principio, aunque -pensándolo con detalle- obliga a una pregunta de identidad social: ¿cuál es el precio político de la reconciliación y la unidad sin cortapisas? 
Esa pregunta fue respondida por el presidente López Obrador (22/11/2022): “La unidad a toda costa no la quiero. No quiero tener relaciones con corruptos, no quiero que en aras de la unidad me esté yo abrazando con corruptos que le han hecho tanto daño al país”. El planteamiento puede llevar a cambiar el “no quiero”, por el “no debo”; una propuesta radical que requiere tiempo para construirse sin sobresaltos, por la vía pacífica.
Se nota la distancia y vienen tiempos de definición. Una cuestión es pugnar por reglas de competencia democrática y otra manejar una idea de reconciliación que elimina diferencias y el pasado inmediato de México. La reconciliación no puede ser sin objetivos y sin adjetivos: es para la justicia y contra la desigualdad, para cerrar la enorme brecha que divide a los mexicanos. 
        
PODER, DIÁLOGO Y PISO PAREJO    
ESCRIBIÓ en 1994 el periodista Carlos Castillo Peraza (PAN): “Habitamos una sociedad sin personas. Sin personas no hay diálogo. No hay diálogo -conflictual, desarrollado y productivo socialmente entre adversarios y políticos sociales- sin democracia. La democracia es el procedimiento que legitima a la autoridad. Sin justicia electoral, difícilmente habrá justicia civil y penal. Ni siquiera tenemos construido el marco social que permita la emergencia del rostro de los otros. Ese marco se llama democracia, o si se quiere, producción común del poder político, institucionalización del diálogo”. 
 
Hay tres ideas fundamentales aquí: el diálogo conflictual y productivo socialmente; la justicia electoral como raíz de la justicia civil y penal; la democracia como producción común del poder político. Veamos sus posibilidades de aplicación en el entorno político que apunta al 2024 presidencial.   
 
El diálogo conflictual ha sido el sello de los mensajes presidenciales en este sexenio. A la idea abstracta de diálogo armónico sin diferencias, AMLO opone de manera pragmática un diálogo punzante, con adjetivos y posturas firmes. Muchas veces incómodo. Podría aplicarse la frase: se deben cuidar los modos. Y se deben cuidar porque evitan ver el fondo.
    
El marco de justicia electoral ha cambiado mucho de 1994 a 2022, aunque no ha traído mayor justicia civil y penal. Ahora se propone ajustar recursos destinados al Instituto Nacional Electoral. México tiene el sistema electoral más caro del mundo. Se ha dicho en diversos foros y es una idea arraigada en la mayoría ciudadana. López Obrador propone que los consejeros ciudadanos sean electos por votación abierta a la población. Pero no hay diálogo conflictual en torno a la propuesta de reforma electoral que hizo AMLO. Es diálogo fantasmal, como habitando una sociedad sin personas. 
 
UNA CONSTRUCCIÓN PERMANENTE
 
LA DEMOCRACIA como producción común del poder político quizás no ha terminado de comprenderse. La 4T y AMLO accedieron al poder federal con una propuesta diferenciada frente al neoliberalismo convertido en una bomba social de tiempo; México en los límites del estallido que tiene una de sus fugas en la brutal criminalidad. Fue lucha electoral pacífica que se legitimó en las urnas. En este sentido, opera el ejercicio del poder como producción común desde el entorno democrático. Los adversarios del Presidente y de la 4T, sin embargo, hablan y actúan como si dicho ejercicio del poder no fuese legítimo. Error de fondo que tiene consecuencias de forma (para la calidad y claridad del discurso político en México). 
A López Obrador le llevó tres campañas electorales conquistar el poder, pero una tozuda marcha de por lo menos tres décadas construir su base social. ¿Puede una oposición dispersa y sin liderazgos visibles a prueba de desconfianza retornar al poder en menos tiempo?
 
AL MARGEN
PARA GANAR las elecciones hay que ganar la confianza. El voto viene del latin “votum”, es una promesa…o respuesta a una promesa. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla