Fronteras, migrantes y vida: Kapuscinski, perseverancias entrañables sin atajos

Jueves, 06 de Abril de 2023 13:08 Editor
Imprimir

 Escala Crítica/ Diario Presente, Ventanasur, Horay20Noticias, Avance

 
* Al futuro sí, pero sin atajos: mirada periodística de Kapuscinski. 
* Cultura y migración: llevar a cuestas la identidad, en pos de la vida.          
* Siglo XXI, momento pragmático de la historia: la hora del ciudadano.          
Víctor M. Sámano Labastida
 
LA TRAGEDIA de Ciudad Juárez (39 calcinados, 5 detenidos y pesquisas en curso) amerita reflexiones de contexto sobre el fenómeno migratorio. Buscarse la vida, perseverancia entrañable, requiere decisiones valientes y muchas veces desesperadas, para integrarse a comunidades que se construyen a miles de kilómetros de distancia del terruño. Meta posible o sueño imposible, El funcionamiento del mundo moderno incluye la migración como factor dominante. Por ello, vale la pena revisitar ideas de un gran periodista que recorrió fronteras y países para ofrecer viñetas culturales que son precisas lecciones de humanismo.  
LA MIRADA DEL ADIÓS
 
“NO PODEMOS ir hacia el futuro tomando atajos”, escribió el periodista polaco Riszard Kapuscinski en 1997, para la revista New Perspective Quaterly (Los Ángeles). Vista con perspectiva histórica -desde el siglo XXI- la idea es certera: el futuro no es mueble para comprar a créditos, como lo intentó por 36 años la generación neoliberal que detentó el poder en México. La verdadera modernidad tiene como eje una transformación cultural. En eso acertó el diagnóstico de AMLO y la 4T: cambio cultural vía revolución de las conciencias.  
“Lo más importante no es la carrera armamentista ni el conflicto entre civilizaciones, sino la enorme desigualdad a escala global”. De acuerdo: la desigualdad provoca los flujos migratorios y los desaguisados en zonas cero de países emergentes. 
“En diferentes regiones de Europa y de África, las fronteras son lugares de intercambio, comercio y cooperación; lugares donde la gente no para de transitar entre un lado y otro”. Visión fraterna de la frontera: convivencia sensible y estratégica. En África, los ejércitos de niños de Liberia y Sierra Leona “dejaban las armas en la frontera de su respectivo territorio y pasaban al otro lado para comprarse, entre sí, verduras y Coca-Cola”.
“La noción de territorio ha dejado de asociarse con la de fuerza. Hace tiempo, fuerza y prestigio se medían por la posesión de inmensas superficies de tierra. Hoy, a nadie le preocupa tal cosa. (…) Hoy la riqueza de un país se mide por el volumen de su intercambio comercial con otros países”. De acuerdo, y en las fronteras comienza dicho intercambio.
 
DISCRECIÓN Y VOLUNTAD DE CAMBIO
 
CÓMO ES vivir en otro país: “las personas intentan salir a flote incluso en las situaciones más difíciles. Viven. Abren tiendas. En su intento de llevar una vida normal, devuelven la razón de ser a aquello que ya había existido hace siglos. (…) Además, muestran una gran disciplina, organización y orden. (…) Existe un increíble sentido de comunidad, de objetivos comunes, que une a aquellos que hablan una misma lengua, pertenecen a una misma cultura y creen en unas mismas divinidades”.
Observado en Rusia: “descubrimos que comer en un McDonalds y beber Coca-Cola, e incluso destruir estatuas de Lenin, realmente no cambia al hombre”. La grandilocuencia cultural es engañifa.
Punto clave de identidad: “la gente no puede vivir sin raíces. Pero las necesita propias, no ajenas”. Kapuscinski da en el clavo: no a los implantes de raíces, no a los implantes de recuerdos. Mejor asimilar, sin asimilarse (Carlos Monsiváis).  
Luego de las revoluciones antiimperialistas, en el sur del planeta, “se ha cambiado de táctica, recurriendo a una penetración lenta por medio de la migración. Hombre tras hombre, familia tras familia, salen en busca y encuentran su pequeño lugar en el mundo desarrollado. Recogen fresas o limpian casas en California, venden abalorios a las puertas del Panteón de París o junto a la inclinada torre de Pisa”. Perseverancia en acción, sin grandilocuencia cultural.
¿El fin de las ideologías, el fin de la historia? “La historia ha llegado a su momento pragmático. La gente recurre a lo real, a lo práctico, a lo que tiene posibilidades de éxito. Hace lo que puede”. Sí, aunque hay que comprender el potencial ciudadano. No es poco. Aquí el ciudadano fue a las urnas en 2018 para auspiciar un cambio pacífico de régimen, pospuesto por las élites en 1988 (caída del sistema), 2000 (gatopardismo foxista) y 2006 (año del ‘peligro’ para México).    
“Una vez logrado el salto al mundo desarrollado, esta gente se mantiene unida. Y no se organiza con el fin de conseguir influencia en la nueva sociedad. Polacos en Canadá, turcos en Alemania o coreanos en Norteamérica se limitan a cuidar de sus pequeños negocios y a preocuparse por sus puestos de trabajo. Se muestran humildes, tranquilos y solícitos, contentos de todas esas pequeñas cosas que les ha aportado la vida en el nuevo lugar”. Esto ha cambiado de manera radical. Hijos de migrantes ya se organizan y, con desigual intensidad según sea el país, cobran dimensión ciudadana y visibilidad política: luchan por sus derechos y asumen responsabilidades como miembros activos del cuerpo social.           
La migración está más allá de cualquier ideología y plataforma política. Tiene carácter cultural abierto, pues pone en contacto diferentes visiones de mundo a través de individuos concretos. No lo olvidemos: la diversidad cultural está en la raíz de cualquier grupo social. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla