EL LABERINTO DE LA FRONTERA, UN SUR QUE TAMBIÉN EXISTE

Sábado, 15 de Noviembre de 2014 00:10 Editor
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 Escala Crítica/Columna diaria

Por Víctor M. Sámano Labastida
* Estereotipos y dilemas: productividad versus identidad 
* Asimetrías norte-sur y proyecto de nación, los olvidados   
* El Buen Fin, que las ganancias de unos no sean pérdidas
ORIENTADOS hacia el norte en términos de productividad primermundista, casi como una fatalidad cultural al achacar al sur cierta pereza inmemorial, muchos países se olvidan de una parte fundamental de su identidad y geografía, en aras del desarrollo veloz de su economía. Se dice: con la mera identidad no se come. Pero, ¿se puede vivir sin identidad? Eso es lo que olvidan los políticos promotores de la productividad que vino del norte.
Demográficamente, el crecimiento urbano es del norte mientras que las zonas rurales e indígenas son mayormente del sur. El porcentaje de población urbana en el norte es de 70%, mientras que en el sur es de 48% (Inegi, censo económico 2010). Hay excepciones, como la región yaqui en Sonora y la región tarahumara en Chihuahua, pero eso no ha impedido en el norte la consolidación del binomio productividad/desarrollo. 
En el sur, ese binomio no ha podido detonarse y espera todavía un despegue real y sostenido. En los hechos, por supuesto, no en los discursos. 
¿Qué razones se esgrimen para el olvido de la frontera sur mexicana? He aquí tres que se repiten en los diagnósticos de investigadores, economistas y sociólogos: 1) los pueblos del sur tienen una identidad más fuerte pero rígida, y no pueden adaptarse a nuevos roles con facilidad; 2) no hay capacidad para el trabajo duro, por cuestiones climáticas de calor y agobio tropical (mosquitos, sol a plomo); 3) en general no hay disciplina, ni voluntad, ni orden, para llevar a cabo diversos trabajos de fabricación y maquila.    
AVENIDA ASIMETRÍA, ESQUINA CON POBREZA
MÁS ALLÁ de razones que quizás obedecen a estereotipos ancestrales no verificables con facilidad, debe señalarse que el norte manda estratégicamente en el proyecto de nación y algunas veces los datos son demoledores: en México, según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en su informe 2013, el 45% por ciento de la riqueza nacional es generado por los estados del norte y sus maquiladoras: las Baja Californias, Sonora, Sinaloa, Nuevo León, Chihuahua, Coahuila y Tamaulipas, mientras que la frontera sur (si ponemos entre paréntesis a Veracruz, a medio camino entre el sur y el norte) apenas genera el 20%: Tabasco, Campeche, Chiapas, Yucatán, Quintana Roo y Oaxaca. Por ello, no es casual que la migración que huye de la pobreza vaya del sur  hacia el norte, y no al revés.            
¿Está el sur en situación de no retorno? Como toda situación cultural y económica, puede revertirse. No es fatal. Desde los años 50s del siglo XX en el sur mexicano, la transformación de esquemas ya está en marcha. En esta historia no hay determinismo biológico: el sur también existe para el trabajo y la dignidad humana.
Entonces surge la pregunta clave en sentido estructural: ¿por qué se presenta el olvido del sur en los proyectos de desarrollo económico? Ubiquemos un doble movimiento que sigue pesando en la historia reciente: mientras el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), surgía en 1994 vía sur chiapaneco para México, ese mismo año el Tratado de Libre Comercio (TLC) se implementaba con clara dedicatoria norteña. Con todo y corchetes, a muchas empresas del norte les fue bien y bonito, mientras que en el sur no había proyectos ni inversiones significativas. El modelo neoliberal de Carlos Salinas dijo “norte”, mientras que la desesperación rural e indígena dijo ‘sur: aquí estamos. Otras voces deben escucharse’. De ese choque cultural y económico, lamentablemente, tal vez no nos hemos repuesto como país.       
EL SUR: LA ENERGÍA COMO EMBLEMA  
SOBRE los valores del sur han escrito personalidades de la cultura mundial, como el escritor argentino Julio Cortázar, el uruguayo Mario Benedetti, el italiano Antonio Gramsci, el portugués Fernando Pessoa, el sudafricano Nelson Mandela, el brasileño Paulo Freire, entre otros.
Cortázar, desde la narrativa, apostó por un sur creativo y de imaginación extrema. Un sur comprometido y lúdico, con una idea del hombre como ser complejo y cronopio de tiempo completo. Benedetti, también desde la trinchera literaria, apostó por la visibilidad plena del sur, oculta por la indiferencia y prepotencia del norte. Un sur comprometido con la idea de dignidad humana sin importar la pobreza material. 
Gramsci, desde el pensamiento político libre (incluso en la cárcel) apostó por un sur de trabajadores organizados y conscientes de su carácter transformador. Un sur de socialismo ilustrado y práctico, que no dejase de pensar un solo día que la utopía obrera era posible. Pessoa, desde la trinchera poética, buscó en la idea del sur una extrañeza meridiana, que cubriera con máscaras festivas los grises rostros de lo real. Un sur fantasmagórico y multiforme, descreído pero melancólico.
Mandela y Freire, desde la trinchera política y educativa, apostaron por un sur de identidad popular que encontrase su ‘yo’ a través del ‘nosotros’. Un activismo ejemplar y pensante, con una ética a prueba de éxitos, que desde abajo cambiase lo que está arriba. Mirar abajo para mejor mirar arriba. Mandela y Freire apostaron por un sur de coherencia existencial, que sigue latiendo más allá de las etiquetas ideológicas. 
México debe recuperar el sur, siempre cuna de energías. Aunque también objeto de una ordeña histórica.
AL MARGEN 
Posiblemente usted recuerde que en noviembre de 2011 se anunció en México una jornada de ventas con descuentos en todo el país denominada El Buen Fin. Fue una iniciativa del gobierno federal y de las organizaciones empresariales. El objetivo era ofrecer a muy bajos precios y con facilidades, una serie de productos y servicios para beneficiar a la población. Se trataba de buscar la recuperación de la economía mexicana por la vía del consumo.
En 2011 los empresarios reportaron ventas por unos 90 mil millones de pesos. En 2013 las ventas se duplicaron. Llegaron a cerca de 180 mil millones.
Como en otras ocasiones, los economistas recomiendan a los consumidores tener especial cuidado para evitar que esta temporada sea utilizada para endeudarse a largo plazo. En realidad, la recuperación de la economía tiene que ser sostenible, con una permanente oferta de empleos y un mecanismo de mejoramiento del poder adquisitivo.
Las propias autoridades reconocen que en 30 años, el poder de compra del salario de los trabajadores ha caído en un 75 por ciento.
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