DEBATES, UNA CULTURA AÚN LEJOS DE LOS CANDIDATOS Y LOS PARTIDOS

Jueves, 14 de Mayo de 2015 00:59 Editor
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 Escala Crítica/Columna diaria

*Aunque en el país se debate desde hace más de 20 años, hay resistencias
*Gaudiano, Romero, López, Vargas, dicen que sí; Hernández, no hay tiempo
*Combate a la pobreza, faltan políticas claras en las propuestas electorales
 
Víctor M. Sámano Labastida
Debatir o no debatir, es una cuestión que se presenta en cada elección. Por lo menos hasta mediados de 1990 en México las campañas electorales aparecían como un monólogo y no como un diálogo. Lo era de los candidatos hacia los electores potenciales, y también entre los candidatos de los diversos partidos. Resultaba explicable: la existencia de un régimen de “partido casi único” hacía innecesaria –desde el poder-, el intercambio de opiniones. Todo se hacía frente a un espejo.
Las competidas elecciones de 1988 marcaron un cambio radical en los términos de las contiendas. El PRI dejó de ser el partido todopoderoso y omnipresente. Tuvo que abrirse a la competencia y airear la casa, como se lo exigieron las grandes movilizaciones de 20 años antes, en 1968.
Conocido es el déficit de credibilidad con el que llegó Carlos Salinas al poder. La presión ciudadana, los cambios en las relaciones de poder, las reformas legales y otras serie de factores obligaron al PRI y al sistema a abrirse a la confrontación de ideas y propuestas.
En 1994 se realizaron en el país los primeros debates entre candidatos a la Presidencia de la República. Este encuentro estuvo precedida por una histórica confrontación entre Samuel del Villar, representante del Partido de la Revolución Democrática ante el IFE, y Carlos Almada, director del Registro Federal de Electores. Hay quienes sostienen que ese sí fue un verdadero debate, en el sentido de que se trató de una contraposición de argumentos sin camisas de fuerza formales.
Se recuerdan de aquel año los debates entre Ernesto Zedillo (PRI), Cuauhtémoc Cárdenas (PRD) y Diego Fernández (PAN). En los siguientes procesos hubo foros a los que acudieron Vicente Fox, nuevamente Cuauhtémoc Cárdenas y Francisco Labastida; así como Felipe Calderón, Roberto Madrazo, Andrés Manuel López Obrador, Enrique Peña Nieto, Josefina Vázquez Mota, entre otros y en distintos tiempos.
Una lección que aquellos encuentros dejaron a los partidos político y sus candidatos es que si bien los debates podrían poner en evidencia las fortalezas y debilidades de los aspirantes, un hecho determinante fue el manejo del llamado “post debate”. Contaba la capacidad de los partidos a difundir la percepción de quién había ganado real o supuestamente esa confrontación.
 
SE ACABA EL TIEMPO
QUEDAN aproximadamente tres semanas de campaña para los partidos políticos en Tabasco. Tanto las campañas locales como federales.
Ahora que se compite por las alcaldías y diputaciones la posibilidad de debates entre los candidatos, sobre todo al municipio de Centro ha enfrentado posiciones diversas entre aspirantes y autoridades electorales.
Aunque muchos consideran que es necesaria la confrontación personal de las propuestas de los candidatos, en la ley electoral de Tabasco no existe la obligación, ni siquiera las facilidades para que se realicen este tipo de foros. Puede observarse que en el ánimo de garantizar la equidad, lo que se aplican son una serie de candados que nos regresan al monólogo de los aspirantes. 
Los candidatos del PRD, Gerardo Gaudiano; Morena, Octavio Romero; Movimiento Ciudadano, Nelly Vargas, y Partido Verde-PAN,  Rosalinda López, así como del PT, Miguel Vera, y aspirante independiente, Pedro Contreras, se han declarado dispuestos a debatir públicamente. El equipo del abanderado de PRI, Evaristo Hernández, considera que ya no hay tiempo.
Le decía que por lo general los candidatos y los partidos no se preocupan tanto por el debate, sino por el manejo informativo posterior al debate. Debido a que se acostumbra a calificar quién gana o pierde un debate, los resultados son utilizados también como parte de las campañas de propaganda. Esa una de las herramientas de los llamados “cuartos de guerra”.
Ahora que los partidos tienen más limitada la compra de espacios en los medios y restringidos sus recursos para propaganda, los debates, los foros, las presentaciones públicas, deberían ser una forma como la gente conozca la personalidad y las propuestas de candidatos y partidos.
Cuando un candidato acepta acudir al debate, en principio se coloca en igualdad de circunstancias –aunque sea por el tiempo que dura la comparecencia- al resto de sus contrincantes. Claro que estos foros pueden derivar en mero espectáculo, pero eso es otra cosa.
 
TAL COMO lo anunció en diciembre pasado cuando acudió a presentar en Villahermosa su libro “Neoporfirismo, hoy como ayer”, Andrés Manuel López Obrador estará nuevamente en la capital tabasqueña el lunes 18 de mayo para dar a conocer una nueva obra y que será oportunidad también para promover a los candidatos de Morena. Se trata de su texto “El poder en el trópico”. La ocasión anterior fueron encargados de comentar el libro sobre el neoporfirismo Octavio Romero y José Eduardo Beltrán, el primero “destapado” como candidato a la alcaldía de Centro, y el segundo candidato a diputado federal por el distrito cuarto.
 
LA OTRA CARA
LA POBREZA y los mecanismos de combate a la marginación deberían estar como prioritarios en la agenda de los candidatos a todos los cargos en disputa este siete de junio. Cierto que para este grave rezago se requiere contar con una política nacional, pero también son determinantes las acciones focalizadas. Sin una idea contra la pobreza, las democracias terminan siendo un maratón de discursos.
Recientemente fue difundido el estudio “Trampas de pobreza y desigualdad en México, 1990, 2000 y 2010”, del Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural (Rimisp), elaborado por Mariana Pereira e Isidro Soloaga.
En el documento se anota que los niveles de pobreza del periodo 1992-2012 no han variado en el país y hay cinco estados con los municipios con mayores condiciones de miseria: Guerrero, Puebla, Oaxaca, Chiapas y Veracruz.
Según reporte de Angélica Enciso de La Jornada, los índices de pobreza en el país “coinciden con que entre 1990 y 2012 se dio un muy bajo crecimiento del PIB per cápita mexicano, el cual fue de sólo 1.2 por ciento en promedio, por debajo de América Latina que fue de 1.7 por ciento”.
Refiere: “El crecimiento de México se ve aún peor si se compara con naciones como Chile, que reportó un incremento de su PIB de 3.8 por ciento, y Perú, de 3.5, en el mismo periodo. La medición de pobreza por ingresos en 1992 identificó a 53.1 por ciento de la población en pobreza patrimonial, mientras en 2012 fue 52.3 por ciento, indica el estudio”.
Hay, como se aprecia, un aumento de la pobreza a pesar de los innumerables programas y millonarios recursos. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )